¡Capitulo 12!

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Narra T/N...

No sé en qué momento todo cambio tanto, no hay recuerdos en mi mente. Todo es confuso y la única respuesta que obtengo es un absoluto silencio. Mi cuerpo cambio, ahora es más grande y yo ya no soy una niña. Parezco ser una mujer adulta, pero no sé de qué edad exactamente. Lo único que tengo en claro es que mi cuerpo ahora ya no es el mismo, no solamente por su tamaño y forma, sino que también por las extrañas cosas que hace. 

Me encontraba esperando en esa habitación blanca, no sé a quién o a qué exactamente, pero algo me dice que espere. Miraba mis dedos y veía como estos se alargaban a mi voluntad. Según lo que escuche, puedo hacer esto y más, pero no sé qué tanto puedo hacer. No estoy consciente de lo que me hicieron. Cientos de personas me rodean todo el tiempo, cortando e inyectando cosas en mi carne. No los conozco, no sé sus nombres y ni siquiera he podido ver sus rostros. 

Mientras más trato de recordar más me doy cuenta de que mi mente está vacía, solo recuerdo cuando era niña y había asesinado a aquella mujer, luego todo se volvió oscuro y confuso. No hay recuerdos, no hay respuestas y la incertidumbre comienza a abrumarme. A la única persona que recuerdo bien es a Albert, ¿En dónde estará el ahora? ¿Me recordara? Realmente quiero saber que paso. 

— ¿Otra vez haciendo eso con tus dedos? Te dijimos que ya no lo hagas. — Escuche la voz de un hombre mientras entraba en la habitación. — ¿Ya estas lista para tu entrenamiento? Vámonos. 

No dije nada y solo lo seguí en silencio, de todas formas, no puedo negarme. Mientras más avanzábamos por el pasillo, más oscuro se ponía y el eco de nuestros pasos se intensificaban. Una puerta de metal se abrió y lo único que podía ver dentro de este era un fuerte color blanco acompañado de una ventisca fría. 

— Entra. — Ordeno con simpleza aquel hombre. 

Obedecí y entre a la habitación, la puerta de metal se cerró y yo me encontraba en el medio de esa fría habitación. Miré a mi alrededor y vi que había hielo en las paredes, sin siquiera tocarlo puedo saber que es duro y resistente. Mas arriba en el techo hay una salida, ya sé dé que va esto. 

— Lo que tienes que hacer es llegar hasta aquella salida antes de que se termine el tiempo. — Escuche otra voz desde el alta voz que había en la esquina de la habitación. 

— ¿Y cómo voy a subir por el hielo sin un equipo especial? — Pregunte mirando hasta donde tenía que escalar. 

— Adáptate a tu entorno y busca la manera, tienes tres horas para hacerlo. — Luego de eso, el alta voz simplemente dejo de hablar. 

Solté un suspiro y me acerqué a la pared de hielo. Mi dedo toco con suavidad la superficie y el ardor no se hizo esperar. Estaba tan frio que mi piel quedo roja en cuestión de segundos. Sin más remedio comencé a golpear la pared, buscando hacer un pequeño hueco que me ayudara a escalar. Mis nudillos ardían y dolían, pero no tenía otra solución más que esa. 

No tarde mucho y logre escalar hasta la mitad, pero claro mis nudillos estaban casi destruidos. Me detuve un segundo para poder mirar cuan alto estaba y si llegaba a caer, seguro mi cabeza explotaría por la altura de la caída. Para evitar esto, tenía que clavar mis uñas en el hielo para tener un mejor agarre. Respire pesadamente, mis pulmones dolían por el aire frio. Miré mi mano derecha y vi como la piel alrededor de mis nudillos volvía a regenerarse. En cuestión de segundos estaba como nuevo, perfecto para seguir mi camino, pero había un problema. El hielo comenzaba a derretirse, haciendo que mi agarre se debilitara. 

Cuando estaba cerca de llegar a la cima, mi agarre resbalo, haciéndome caer. Tuve que clavar mis manos en el hielo, rompiendo huesos y desgarrando piel y uñas. No llegue a caerme, pero mis manos estaban sin piel y con los huesos rotos. Si llego a hacer un movimiento en falso me caería y fallaría. Me niego a fallar y perder, así que me aferre con todas las fuerzas que me quedaban en mis manos heridas. La sangre manchaba el blanco del hielo y deslizaba por mis brazos. 

— Yo puedo, tengo que poder. — Me repito a mí misma en lo que volvía a escalar, ignorando el intenso dolor y la sangre que perdía. 

Mirando al cielo y respirando aire puro me di cuenta de que lo logré, y que mis manos que hace tan solo unos segundos atrás estaban casi en sus huesos ahora estaban como si nunca les hubiera pasado nada. — ¿Cansada? Vamos adentro, el almuerzo está listo. — La voz de Dan llego a mis oídos. 

— Tanto tiempo sin verte. — Dije yo en lo que me ponía de pie y aceptaba la manta que tenía en sus manos. 

— ¿Sin verme? Desde hace diez años nos hemos visto todos los días querida T/N. — Dijo el entre pequeñas risas. 

— Necesito una explicación Dan. Mejor dicho, merezco una explicación. — Dije yo mirándolo con seriedad. 

— Eres una mujer de 21 años que fue mejorada en su estado físico y mental. ¿Qué más necesitas saber? — Respondió con simpleza él. 

— 21 años... 

Narrador...

Ahora T/N era una mujer de 21 años hecha y derecha, pero su mente seguía confundida. ¿Qué había sucedido en esos 10 años que su mente no recuerda? ¿Por qué su mente no recuerda lo que le sucedió? La pobre chica no entiende nada y lo peor aún es que tiene que adaptarse a un golpe de realidad; a un golpe de su realidad. 

Ahora se encontraba en el techo de la mansión mientras fumaba un cigarrillo, ni siquiera recuerda desde cuando fuma o cuando aprendió a fumar. Todo lo que hace es en automático, despertarse, vestirse, moverse. No es consciente de lo que hace y simplemente actúa acorde de lo que su cuerpo y mente ordenan. Como una rutina que solo su cuerpo y mente saben, pero ella no.

La pobre chica fue adiestrada al beneficio de esos hombres, tanto que ahora no puede si quiera controlar su propia mente. Es como un títere, se mueve y hace cosas, pero no siente que sean propias de ella. Sabe hacer y deshacer, pero no sabe en qué momento aprendió todo eso. 

Saber leer, sumar, restar, desmembrar cuerpos, armar y desarmar un arma, sabe cómo modificar su cuerpo a su voluntad, sabe parar su corazón a voluntad propia, pero no sabe cómo lo aprendió. Así que todo lo que hace desde que se hizo consciente de su existencia, es en automático. Es como el respirar, desde que nacemos sabemos cómo hacerlo, pero en algún momento se preguntaron ¿Cómo lo prendieron? Es simple, es algo inerte de nuestro propio cuerpo, algo que sabemos hacer sin saber cómo aprendimos. Somos los títeres de nuestra propia mente, que desde que nacemos nos hace respirar sin saber cómo hacerlo o sin querer hacerlo. Así se siente T/N, sabe cosas sin querer o sin recordar en qué momento las aprendió. 

¿Que realmente sucedió en estos 10 años? 

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⏰ Última actualización: Oct 19 ⏰

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BLACKRED: mundo de ambición y poder /Albert Wesker y Tu/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora