Capítulo 4: La Forja de la Amistad

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Erick, sentado y contemplando el vasto cielo, se sumergía en profundos pensamientos acerca de cómo habría sido todo si ambos países, la Federación Unida y Nortchland, hubieran resuelto sus diferencias de manera pacífica, sin recurrir a la devastadora guerra. En su mente revivía el día fatídico en que la Federación Unida, impulsada por su deseo expansionista, lanzó misiles hacia Nortchland. Este acto de agresión fue la excusa perfecta para que Nortchland declarara la guerra, aunque la verdadera causa subyacente era una profunda discrepancia ideológica entre ambas naciones. Así comenzó un conflicto devastador que acabó con innumerables familias, desolando ciudades y sembrando el caos y el dolor.

Perdido en sus pensamientos, Erick no podía evitar reflexionar sobre cómo ese conflicto bélico, a pesar de su horror, le había permitido conocer a sus amigos, Anthony y Dimitri. Sentía una curiosidad inquieta apoderarse de él, deseando sumergirse aún más en sus vidas, descubrir cada detalle oculto y comprender si ellos también habían sufrido pérdidas personales durante la guerra. Sin embargo, su interés se centraba especialmente en Anthony, quien, a pesar de su aparente serenidad, emanaba una constante aura de enojo.

Esa ira persistente en Anthony intrigaba a Erick profundamente. ¿Cuál era la razón detrás de esa furia latente? ¿Qué heridas ocultas cargaba su amigo? Erick se sentía impulsado a descubrirlo, desentrañar el misterio que envolvía a Anthony y comprender los secretos que guardaba en lo más profundo de su ser. La determinación de Erick crecía mientras se adentraba en este viaje personal, decidido a conocer y comprender a sus amigos en un nivel más profundo.

El suspenso crecía en el interior de Erick, alimentado por una mezcla de curiosidad y empatía. Sabía que el camino hacia la verdad no sería fácil, pero estaba dispuesto a enfrentarlo, convencido de que solo a través de la comprensión y el apoyo mutuo podrían encontrar una luz de esperanza en medio de la oscuridad que la guerra había traído a sus vidas.

Erick, lleno de determinación, se levantó de su lugar y exclamó en voz alta: "¡Necesito hablar con Anthony!". Con paso decidido, emprendió su búsqueda, recorriendo el campamento hasta hallar a su amigo. Cada paso aumentaba la intriga y el suspenso, mientras Erick se adentraba en los rincones del lugar, esperando encontrar a Anthony y desvelar los misterios que lo rodeaban.

Finalmente, lo encontró. Anthony estaba en un rincón apartado, aparentemente perdido en sus propios pensamientos. Erick se acercó rápidamente, su corazón latiendo con fuerza ante la inminente confrontación. "¡Anto! Ven, necesito preguntarte algunas cosas", exclamó con entusiasmo.

Anthony levantó la vista, sorprendido por la repentina aparición de Erick. Con una mezcla de curiosidad y reserva, se acercó con cautela. "¿Qué necesitas, Erick?", preguntó, sus ojos reflejando una combinación de desconfianza y esperanza.

Erick lo invitó a sentarse junto a él, y con un gesto amistoso, comenzó a romper el hielo. "¿Cómo estás, amigo?", inquirió, su voz cargada de sinceridad.

Anthony, algo sorprendido por la repentina solicitud de Erick, respondió con franqueza. "Bastante bien. ¿Y tú, Erick?", preguntó, tratando de ocultar su curiosidad sobre el verdadero motivo de la conversación.

Con una mirada penetrante, Erick elogió la calma inherente de Anthony: "Te veo tan tranquilo, Anthony. Esa serenidad que irradias es admirable". Agradecido por el cumplido, Anthony reconoció la importancia de mantener la calma en medio de una batalla.

Sin embargo, Erick no se dejó engañar por la fachada de tranquilidad de su amigo. Con determinación en su voz, continuó: "Sin embargo, sé que no siempre estás en calma. Hay algo más detrás de esa apariencia serena". Anthony lo miró con sorpresa y temor, sin saber cómo reaccionar ante la revelación directa de Erick.

Sombras de Guerra: La Guerra de las garras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora