CONQUET

CAPITULO 5

Loumier se despertó con un dolor punzante en el hombro, un recordatorio brutal de la bala que lo había alcanzado. La trinchera, ahora envuelta en una neblina espesa, parecía un laberinto de pesadillas. Intentó levantarse, pero un mareo lo obligó a quedarse en el suelo. El mundo a su alrededor giraba lentamente, cada sonido amplificado en su mente.

Al incorporarse con dificultad, vio al soldado alemán que había rescatado, recostado contra la pared de la trinchera, su respiración lenta y pesada. El hombre levantó la vista y sus ojos se encontraron. Había una comprensión silenciosa entre ellos, una conexión forjada en el horror compartido.

-Gracias- dijo el alemán nuevamente, esta vez con más fuerza. Loumier asintió, incapaz de encontrar palabras en medio del caos.

De repente, un grito rompió el aire, seguido por una ráfaga de disparos. Loumier se giró, su cuerpo tenso, listo para el combate. Sin embargo, lo que vio fue más aterrador que cualquier enemigo. Pierre, su amigo muerto, estaba de pie, con una expresión que mezclaba tristeza y furia.

- ¡Loumier! ¡Levántate! - Pierre gritaba, pero su voz tenía un eco extraño, como si viniera de otro mundo. -No dejes que te consuma.

Parpadeó, sintiendo que la realidad se desmoronaba a su alrededor. El dolor en su hombro se intensificaba, mezclándose con el terror y la confusión. Intentó centrarse, respirar hondo y recordar que Pierre estaba muerto, que lo había visto morir.

La figura de Pierre avanzó hacia él, su rostro desfigurado por la desesperación. Loumier retrocedió, tropezando con el cuerpo del soldado alemán. La trinchera parecía cerrarse sobre él, las paredes pulsando con una vida propia, como si intentaran atraparlo.

- ¡Loumier! - El grito de Pierre resonaba en sus oídos, y Loumier finalmente se dio cuenta de que no estaba solo en su locura. El soldado alemán también miraba a Pierre, sus ojos llenos de terror. - ¿Puedes verlo? - preguntó, su voz temblando.

El alemán asintió lentamente. -Sí... pero no sé qué es real y qué no lo es. -

Loumier sintió una extraña calma al saber que no estaba solo en su percepción distorsionada. Tal vez la guerra había roto algo en ambos, una barrera entre el mundo real y el de los muertos. Sin embargo, no podían permitirse el lujo de desmoronarse. No aquí, no ahora.

-Tenemos que salir de esta trinchera- dijo Loumier, su voz firme a pesar del miedo. -Juntos.

El soldado alemán asintió, y con un esfuerzo conjunto, ambos se levantaron. Loumier apoyó el peso de su cuerpo en el hombro menos herido, y juntos comenzaron a avanzar, cada paso un desafío contra el dolor y la desesperación.

A medida que se movían, la figura de Pierre seguía apareciendo y desapareciendo, susurros de advertencia y palabras de aliento mezclándose con los sonidos de la batalla. Loumier intentó ignorarlo, enfocándose en poner un pie delante del otro, pero la presencia de su amigo muerto seguía siendo una constante.

Finalmente, encontraron un pequeño refugio al borde de la trinchera, una especie de cueva formada por el colapso de las paredes. Se refugiaron allí, sus cuerpos exhaustos y temblorosos. Loumier se dejó caer al suelo, respirando con dificultad, su mente intentando procesar todo lo que había visto y sentido.

El soldado alemán se sentó a su lado, sus ojos llenos de preguntas sin respuesta. - ¿Qué fue eso? - preguntó finalmente, su voz apenas un susurro.

-No lo sé- respondió Loumier, cerrando los ojos. -Pero sé que tenemos que seguir adelante. No podemos quedarnos aquí y dejar que la locura nos consuma.

Y así, en medio del caos y la oscuridad, Loumier y su nuevo compañero decidieron seguir luchando, no solo contra el enemigo visible, sino contra los horrores que la guerra había desatado en sus propias mentes. Sabían que el camino sería largo y lleno de desafíos, pero también sabían que mientras mantuvieran la esperanza y la humanidad, podrían encontrar un camino hacia la luz.

Porque en los rincones más oscuros de la guerra, incluso en las trincheras llenas de muerte y desesperación, la lucha por la cordura y la supervivencia era la batalla más feroz de todas.