Justo cuando Bastian estaba sumido en el caos de su propio acto atroz, una voz autoritaria rasgó la noche.
- ¡Alto ahí!
Bastian giró con rapidez, sus ojos salvajes encontraron los del detective Jacques, cuyo rostro reflejaba una mezcla de shock y determinación. Sin pensarlo dos veces, Bastian se lanzó hacia adelante, su corazón latiendo con fuerza descontrolada mientras la adrenalina inundaba su sistema.
Los pasos resonaban en el pavimento húmedo mientras corría a través de callejones estrechos y pasadizos oscuros, su mente agitada por el terror y la urgencia. El detective Jacques lo seguía de cerca, sus pasos resonando como un eco amenazante detrás de él.
Cada esquina que giraba era una apuesta con la muerte, cada callejón sin salida un callejón sin esperanza. Pero Bastian no podía permitirse ser capturado, no podía enfrentar las consecuencias de sus acciones. El aliento le quemaba los pulmones mientras corría sin rumbo fijo, su mente nublada por el miedo y la desesperación. ¿Cuánto tiempo podría mantenerse un paso por delante del detective? ¿Cuánto tiempo podría mantenerse oculto en las sombras antes de que la verdad lo alcanzara?
Con cada paso, con cada latido de su corazón, Bastian se adentraba más en el abismo de su propia locura, atrapado en una espiral de violencia y desesperación de la cual no podía escapar.
Con el corazón galopando en su pecho, Bastian se adentró en la fundidora de hierro, sus pasos silenciosos resonando en el interior del vasto edificio industrial. La oscuridad y el calor sofocante envolvían el ambiente, creando un ambiente opresivo que parecía cerrarle las paredes.
Cada sombra parecía esconder peligro, cada rincón oscuro susurraba el eco de su propia culpa. Bastian se movía con cautela, cada sentido alerta ante la posibilidad de ser descubierto. Sabía que no podía permitirse ser capturado, que el detective Jacques estaba justo detrás de él, acechando como un cazador implacable.
El metal crujía bajo sus pies mientras avanzaba más profundamente en la fundidora, sus ojos buscando desesperadamente una salida, una vía de escape de este laberinto de hierro y sombras. Pero el destino parecía burlarse de él, cerrando cada puerta a su paso, cada salida bloqueada por las cadenas del destino.
El sonido de pasos resonó en el aire, el eco de la persecución que lo había atormentado desde el principio. Bastian se detuvo en seco, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras el detective Jacques se acercaba, su figura oscura recortada contra la luz débil que se filtraba desde el exterior.
Sin opciones, sin esperanza, Bastian se preparó para el enfrentamiento final, sabiendo que su destino estaba sellado en las llamas del infierno que había creado para sí mismo. La confrontación era inevitable, la verdad inevitablemente revelada en el fragor de la batalla que se avecinaba.
Con el detective Jacques acorralándolo, Bastian se vio empujado hacia el borde del abismo de su propia desesperación. En un último acto de desesperación, sacó un cuchillo de cocina oxidado que encontró en una mesa cercana, su mente nublada por la urgencia y el miedo.
El brillo metálico del cuchillo destelló en la penumbra de la fundidora, reflejando la determinación salvaje en los ojos de Bastian mientras se abalanzaba hacia adelante, su corazón latiendo con fuerza desbocada en su pecho.
El detective Jacques retrocedió instintivamente, sorprendido por la ferocidad repentina de su presa. La lucha estalló en un frenesí de movimiento, metal chocando contra metal, dos fuerzas opuestas enfrentándose en un combate a vida o muerte.
Bastian luchaba con ferocidad, sus movimientos erráticos reflejando la tormenta que se libraba en su mente perturbada. Cada golpe era un grito de desafío, un intento desesperado por escapar del destino que lo acechaba.
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CONQUET
Historical FictionUna recopilacion de relatos entrelazados en un mismo mundo.