Capítulo 3

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Lisa fue despertada cuando su alarma sonó, la apagó después de gruñir un poco y estirarse. Se iba a levantar, pero un brazo delgado no la dejó. La pelinegra miro a la rubia, quien aún tenía los ojos cerrados.

—Rosie, tengo que levantarme, no tendré mucho tiempo para ir a correr si me demoro. ¿Irás a correr conmigo?

Esa era una de las rutinas de las dos, salir a correr en campo libre. Detrás de su casa había un camino donde solían correr a diario.

Rosé se giró dándole la espalda, volviendo a cerrar los ojos, Lisa sonrió sabiendo cuál era la respuesta de la mayor.

—¿Eso quiere decir que hoy no irás? —Sonrió mientras le acariciaba la espalda desnuda, dándole pequeños besos en esta.

—Después de lo rico que me lo hiciste anoche, no creo que pueda correr, ya que mis piernas están un poco adoloridas. —La rubia se giró acostándose de espalda sobre la cama, y le acaricio el abdomen bien marcado a su esposa.

—Está bien, descansa, nos vemos en un rato. —La rubia le robó un beso antes de que la pelinegra se levantara y se fuera a vestir.

Rosé no pudo evitar morderse el labio al observar a Lisa desnuda. El cuerpo de Lisa era delgado y femenino, pero también estaba bien marcado ya que mantener una figura física era agenda diaria para Lisa.

Rosé prefería hacer yoga o pilates, pero le encantaba salir a correr con Lisa. Solamente hoy no estaba dispuesta, ya que estaba cansada.

Al terminar de despedirse de la hermosa rubia, Lisa salió de casa y se dirigió a la parte trasera de esta y comenzó su pequeño maratón rutinario.

Lisa adoraba salir a correr por las mañanas. Le encantaba el olor de la naturaleza y adoraba ver el hermoso paisaje que Calabas ofrecía.

Jennie despertó cuando sintió la luz del sol entrar por su ventana, observando su habitación un poco. Aún no había explorado su cuarto completamente, ya que la noche anterior estaba agotada y se quedó dormida cuando su cabeza tocó la cómoda almohada.

La castaña se levantó y abrió la puerta que se dirigía hacia el balcón. Se quedó admirando la hermosa vista. La casa de Lisa y Rosé estaba sobre de una montaña, que dejaba ver un hermoso paisaje.

Jennie se quedó observando la parte trasera de la casa. Había una piscina enorme, cerca de la piscina estaba una pequeña casita, la hermana pequeña se preguntaba si era una casa de huéspedes. Tenía que averiguar por sí misma cuando explorara la casa.

La castaña estaba a punto de regresar a su habitación, pero su atención fue llamada por una joven pelinegra que acabada de entrar por la parte trasera de la casa.

Jennie se quedó observando a la chica unos momentos. La costana jamás había visto a Lisa detalladamente. Lisa traía puesto unos shorts negros un poco pegados que mostraban bien su redondo trasero y lo que también tenía entra las piernas. Jennie observó lo detalladas y lo muy bien formadas que estaban sus piernas, eran delgadas y largas.

La mirada de Jennie fue atraída cuando Lisa se quitó la playera que traía y la utilizó para limpiarse en sudor que caía de su rostro. La castaña observó lo bien marcado que tenía el abdomen. Lisa traía un sujetador deportivo negro puesto para poder ocultar los pequeños pechos. Jennie nunca había visto a Lisa con el pelo recogido, se veía diferente con la cola de caballo que traía.

La hermana menor Kim se quedó admirando a Lisa un poco sin darse cuenta cuánto tiempo había pasado ahí, hasta que la pelinegra entró en la casita que Jennie se preguntaba que era con curiosidad.

En realidad Jennie no sabía el por qué ella y Lisa no se llevaban bien. Bueno si lo sabía, era porque Jennie no le caía bien a Lisa. Pero lo que lo entendía era el ¿por qué? Tal vez era porque Jennie y Rosé eran completamente diferentes.

Rosé era similar a Lisa, les gustaba en silencio y preferían pasar tiempo en casa que salir a divertirse la mayoría del tiempo. La castaña se decía a sí misma que eso era aburrido y de gente aburrida. Ella prefería disfrutar su vida y no tener que matarse trabajando como lo hacían Rosé y su esposa.

Jennie no le veía sentido al trabajar, ¿para qué? Su padre era millonario, ¿para qué trabajar cuando otra gente se podía encargar de trabajar?

Lo único que a la castaña le importaba, era pasarla bien y divertirse. La mayoría de su vida se la pasó viajando por todo el mundo, así que estaba acostumbrada a ese estilo de vida.

Había decidió regresar a Londres para pasar tiempo con su familia, ya que la extrañaba. Tenía tiempo que no la pasaba en casa, ya que el viajar de un continente al otro, era un poco exhausto a veces.

Pero poco después de estar en casa con sus padres, Jennie se aburrió y decidió ir a visitar a su única hermana. Había decido quedarse un tiempo con Rosé ya que sus padres se fueron a vivir a Corea por el momento. La castaña se dijo a sí misma que tal vez después los visitaría, por ahora quería divertirse y disfrutar la cultura americana.

Después de darse un baño, Jennie se puso algo cómodo y bajó a desayunar. Entro al comedor y vio a Lisa y Rosé ya desayunando.

—Buenos días Nini, ven a desayunar con nosotras. —Dijo Rosé regalándole una sonrisa.

—Gracias. —Contesto la hermana menor, sentándose al lado de Lisa. Lisa simplemente levantó la mirada un poco cuando Jennie se sentó para después seguir desayunando.

—Enseguida te traen tu desayuno. —Rosé le hiso una señal a una de las damas de casa, la cual estaba esperando a la entrada de la cocina, para que le trajeran el desayuno a su hermana menor. —¿Dormiste bien?

—Sí, la cama está demasiado cómoda que me tomó tiempo despertar. -Jennie soltó una risa y comenzó a comer después de que le trajeron su desayuno.

—Hoy no tengo mucho que trabajar, así que estaba pensando en que podíamos salir por ahí, tal vez de compras o algo. —Dijo la rubia sonriendo mientras comía un poco de fruta.

—Me encantaría salir de compras y pasear un poco.

—Bueno, al menos tienes con quien salir de compras ahora Rosie. —Dijo Lisa bromeando con su esposa. A Lisa le gustaba salir de compras también, pero no tan a menudo como a Rosé, ya que Lisa podía ser un poco impaciente a veces.

Al terminar de desayunar, Lisa se fue a trabajar ya que tenía varias juntas ese día. Lisa frecuentaba trabajar en casa, pero a veces tenía que ir a la empresa principal cuando se trataba de tener juntas. Pero ahora que la hermana menor estaba viviendo en casa, se estaba volviendo rutina de que fuera a la empresa más a menudo.

Rosé, por lo contrario, era escasa las veces que tenía que ir a su oficina ya que solo trabajaba medio tiempo. Lisa estaba más involucrada con ambas compañías ya que era la que entendía más lo de los negocios.

La rubia y su hermana menor pasaron varias horas en diferentes tiendas. Comprando ropa, joyas, bolsas y otros accesorios.

Fueron a uno de los cafés favoritos de Rosé, ya que Rosé quería ponerse al día con su hermana menor.

—Y cuéntame, ¿dónde fue el último lugar donde estabas de vacaciones?

—Madrid, me la pasé ahí tres meses

—Wow, usualmente no pasas más de dos o tres semanas en un mismo lugar. ¿Quién era la persona que te mantuvo tan ocupada ahí? —Jennie soltó una risita al escuchar ese último comentario.

—Se llamaba Pablo. —Rosé sonrió entusiasmada. —Y Carla...

—Wooh wooh, ¿dos? -La rubia pregunto con curiosidad.

—Claro Rosie, yo no discrimino a las personas. -Ambas se echaron a reír.

—¿Y cómo va todo con Pablo y Carla?

—Pues no hay nada, fue solo diversión.

—Pero ¿no te gustaría tener al alguien con quien pasar largo tiempo juntos?

—Rosie, acabo de cumplir 24. Estoy en plena juventud, quiero divertirme y pasarla bien. No me interesa estar atada a nadie aún.

—Bueno, pues es tu vida y tú puedes tomar tus propias decisiones. Lo único que me importa es que seas feliz.

Jennie le regaló una sonrisa simpática y le tomó a su café. Claro que la castaña había pensado en tener a alguien permanente, pero lo difícil era encontrar a la persona adecuada.

Jennie se aburría fácilmente de las personas, también era porque no quería atarse a alguien siendo tan joven, no quería seguir los mismos pasos de su hermana.

Rosé se había casado con Lisa a los 24, la misma edad que Jennie tenía justo en este instante. Jennie pensaba que Rosé era aún muy joven y varias veces le había dicho que estaba cometiendo un error en casarse tan joven. Pero Rosé estaba enamorada y sabía lo que quería. También lo hacía porque su padre se lo había sugerido, sabía que Jeong tenía razón en que juntar los dos apellidos, era lo mejor para todos.

—¿Que tal van las cosas con tu querida esposa? —Pregunto la menor, rodando los ojos.

—Muy bien sabes. —Contesto Rosé sonriendo —Lisa es muy linda conmigo, divertida, demasiado atenta y uff me hace el amor riquísimo.

Ella y Yo (JENLISA) (CHAELISA) G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora