Capítulo 11

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Los días pasaron en los que Lisa, Jennie y las familias Manobal y Kim se la pasaron en el hospital la mayoría del tiempo. Se tomaban turnos en estar dentro de la a habitación de Rosé.

Cuando el estado de la rubia estuvo un poco estable, Rosé fue trasladada al último piso, un piso donde solo las celebridades y personas importantes estaban. Lisa quería el mejor tratamiento para la rubia.

La nueva habitación de la rubia no parecía una habitación de hospital, si no una suite de un hotel lujoso. Era bastante espaciosa que varias personas podían estar dentro de esta a la misma vez.

Había una cama pequeña individual donde Lisa dormía. No quería estar lejos de Rosé así que la habitación se convirtió en su nueva habitación.

Los doctores le dijeron a Lisa que Rosé estaba estable pero aún seguía con el mismo pronóstico.

No sabían cuando despertaría.

Lisa se la pasaba ya fuera en el hospital la mayor parte de su día. Solo llegaba a casa brevemente, para ducharse y cambiarse de ropa. Jennie hacía lo mismo, sabía que ambas su hermana y su cuñada la necesitaban así que permanecía a su lado.

Los días se convirtieron en semanas, Rosé ya tenía un mes en el hospital, aún en coma. Su rostro ya no estaba hinchado ni lleno de moretones. Aún tenía uno que otro rasguño, pero la rubia estaba recuperando su belleza de antes.

Los doctores le habían quitado ciertos cables que ya no necesitaba, aún necesitaba ayuda para poder respirar así que seguía entubada.

Direk Manobal tuvo que regresar a Londres al igual que los Kim, ya que tenían asuntos que atender. Lisa entendía que no se podía quedar demasiado tiempo así que no los culpo por tenerse que ir.

Jisoo seguía encargándose de la compañía de Lisa, Lisa estaba totalmente agradecía con Jisoo ya que Lisa no tenía cabeza para pensar en nada. Jisoo lo entendía perfectamente, así que no le molestaba ayudar a Lisa quién era como una hermana para ella.

El mes se convirtió en dos meses, todo seguía igual que al principio. Lisa lloraba de vez en cuando sin saber si la rubia despertaría o no.

Los doctores le seguían diciéndole lo mismo. Que tenía que esperar o que tal vez pronto despertaría y que no perdiera la fe.

Lisa había pasado por la etapa del coraje en que culpaba a los doctores y les decía que eran unos incompetentes que no sabían hacer su trabajo.

Pero el coraje se le pasó un poco después y decidió en hacer lo que los doctores le decían, el no perder la fe.

Jennie por otro lado, se la pasaba en el hospital el igual que Lisa. Jennie dormía en casa a solas, sentía la casa demasiado vacía que a veces la pasa en casa de amigas para no estar sola.

Veía a Lisa de vez en cuando, ya fuera en el hospital o en casa brevemente cuando la pelinegra iba a ducharse.

Extrañaba ver los ojos de la pelinegra, al cual cada que los veía, sentía un pequeño escalofrío recorrer su cuerpo. También extrañaba a la rubia, extrañaba su compañía y escuchar su risa.

Pasaron tres meses en los que Lisa seguía con la misma rutina. Hospital, casa, dormir en el hospital, ir a casa nuevamente y ver a Jennie de salida.

Lisa tenía que regresar a trabajar así que contrató a una enfermera para que estuviera al pendiente de Rosé a todas horas.

Lisa seguía pasando la mayoría del tiempo en el hospital, pasaba a visitar a Rosé después de trabajar por varias horas. Pensaba en quedarse a dormir ahí, pero tenía cosas que hacer en casa, una de esas era tratar de olvidar todo esto con alcohol.

Lisa había incluido en su rutina diaria tomar al llegar a casa para tratar de dormir. Esa era la única forma que le ayuda a poder dormir un poco.

A principio las resacas al siguiente día eran fuertes y la pelinegra no soportaba. Pero después de unas semanas, las resacas minimizaron.

Era más de medianoche, cuando Jennie bajó por un poco de agua a la cocina. Iba a regresar a su habitación cuando escuchó un ruido que venía del despacho de Lisa. Asustada pensó en correr a su cuarto y encerrarse para después llamar a la policía diciéndoles que un intruso había entrado a su casa.

Pero la castaña se acercó al despacho al escuchar un grito de una voz familiar. Abrió la puerta cuidadosamente para ver que la oficina estaba echa un desastre. Jennie no pensó en ver a Lisa en casa. Tenía semanas que no la veía ya que cuando Lisa llegaba temprano Jennie no estaba en casa.

—¿Lisa, que fue lo que pasó? —Jennie se acercó a donde la pelinegra quien estaba bastante ebria.

—¿Donde está Roseanne? necesito verla. —Jennie no supo que decir al escuchar eso, así que se quedó en silencio.

—Necesitas descansar, ven vamos a tu habitación.

La castaña se acercó a Lisa y la tomó de la mano. Iba a comenzar a caminar con la pelinegra, pero esta se tambaleó casi perdiendo el equilibrio. La castaña la tomó de la cintura ayudándola a detenerse.

—¿Cuánto fue lo que tomaste Lisa? —Pregunto en un tono serio.

—No lo... lo suficiente... —Contesto la pelinegra arrastrando las palabras.

—Es hora de que duermas, no puedes seguir tomando, ven vamos. —La castaña ayudó a Lisa a caminar con un poco de dificultad ya que Lisa no podía dar ni un solo paso.

Iban caminado hacia la puerta cuando la pelinegra se tropezó un poco empujando a la castaña contra la pared. Jennie se quejó un poco al sentir un pequeño golpe en la espalda.

—¿¡Lisa que haces!?

—¿Tu qué haces? —Dijo la pelinegra pegándose a Jennie, pegando su cuerpo sobre el de la castaña. Jennie comenzó al sentir un pequeño calor por todo el cuerpo al tener a Lisa a sí de cerca. Tenía meses que no estaba cerca ni sentía su tacto.

Jennie quería quedarse ahí aún más, pero sabía que Lisa no podía estar en pie. Así que con un poco de dificultad salieron de ahí y subieron las escaleras.

Después de lo que pareció una eternidad, Jennie abrió la puerta de la habitación de Lisa con un poco de dificultad. Entraron lentamente, acercándose a la cama.

Jennie pensó en acostar a la Lisa suavemente en la cama, pero como la pelinegra ella más alta que ella, termino cayendo encima de ella sobre la cama.

—Lisa, tienes que descansar, estas bastante borracha. —La pelinegra dijo, tratando de zafarse del agarre de la pelinegra, la cual se estaba quedando dormida.

Por fin después de lo que había parecido una eternidad, Jennie llego a la puerta de la habitación de la pelinegra. Con un poco de dificultad, fue que pudo abrir la puerta.

Nuevamente con dificultad, se dirigió a la cama donde pensaba en acostar a la pelinegra. Pero Lisa tenia a Jennie abrazada de la cintura que termino jalándola a la cama junto a ella, la castaña cayendo encima de ella.

Jennie se quedó mirándola un poco, estaba tan cerca de sus labios. Decidió dejar ese tipo de pensamientos y se levantó de encima de Lisa.

Como pudo, le ayudo a quitarse la ropa hasta que quedo en el sujetador deportivo y en bóxer. La castaña dio un largo suspiro al ver a Lisa semi desnuda. 

Minutos después, Jennie tapo a Lisa con la cobija y la observo dormir un poco. Sabiendo que necesitaría algo en donde vomitar, fue y entro a su baño y saco un pequeño bote de basura, poniéndolo sobre la mesita de noche de la pelinegra.

Jennie dio un largo suspiro y después de apagar la luz, salió de ahí y regreso a su habitación para poder tratar de descansar.

Pocas horas después, Jennie se levantó y fue a la habitación de la pelinegra para asegurarse que la más alta siguiera respirando.

Al asegurarse que todo estaba bajo control, Jennie regreso a su habitación. Se despertó un par de veces más, hasta que por fin el sol salió. La castaña entro a la habitación nuevamente, esta vez quitando la cobija y sabana del cuerpo de la pelinegra.

—Lisa, levántate.... —Dijo la pelinegra, mientras abría las cortinas, dejando que el sol iluminara la habitación.

—¿Qué hora es? —La pelinegra pregunto dando un gruñido.

—Es hora de que te levantes, dante un baño y cuando termines, el desayuno te estará esperando.

—¿Que? ¿Pero por qué? —Pregunto la pelinegra, aun confundida.

—Porque no es justo que me la pase la mayoría de la noche despierta, asegurándome de que estuvieras respirando. Si yo no dormí bien, tú tampoco puedes hacerlo.

—Jennie, aun es muy temprano. —Lisa miro la hora en un pequeño reloj que tenía y gimió con cierto disgusto. —Es fin de semana, ¿por que tengo que estar despierta a esta hora?

—Ya te lo dije, si yo no dormí, no es justo que duermas tampoco. —Jennie la tomo de la mano haciendo que se levantara.

—¿Quién te crees que eres? ¿Mi mamá o mi esposa? —Pregunto Lisa un poco disgustada sentándose, arrepintiéndose de lo que dijo cuando la mas baja puso sus manos en su cintura, mirándola con mal humor. —Perdón, ya estoy despierta. Ahorita hago lo que me pidas, no te molestes.

La pelinegra se levanto y tomo el dobladillo de su bóxer para bajarlo, pero la castaña se tapo los ojos.

—¿¡Que haces!? Por lo menos espera a que salga de aquí. —Jennie dijo mientras sentía como sus mejillas se enrojecían.

—Me voy a dar un baño, esa es parte de mi rutina. —La pelinegra contesto sin mucho interés.

—Por lo menos espera a que salga de aquí. —Jennie reclamo para después salir de ahí, antes de que Lisa fuera a ser algo imprudente frente a ella. Aunque por supuesto, Jennie no le molestaría mirarla desnudarse.

La mas baja regreso a su propia habitación, donde se dio un baño rápido y se alisto un poco. No quería verse un poco desesperada, pero tenia semanas que no veía a la pelinegra, así que se puso un poco de maquillaje y algo lindo para verse un poco bonita para ella.

Lisa por otro lado, se puso algo cómodo, unos pantalones holgados y una playera un poco oversized. En fin, de cuenta, era domingo, así que no tenia por que arreglarse del todo. Solamente la iba a pasar en el hospital con la rubia.

Cuando Lisa bajo las escaleras y se dirigió a la cocina, la castaña ya estaba sentada en el comedor, esperando el desayuno. Lisa pensó en salir de ahí e irse al hospital, pero la nombrada fue detenida cuando la castaña llamo su atención.

—¿No piensas comer? —Pregunto Jennie, mientras le tomaba a su café un poco.

—No, tenia pensando irme directo al hospital y tal vez comer algo ahí. —Contesto la pelinegra.

—No creo que sea buena idea, si te vas sin desayunar, la que terminara en el hospital serás tú. Estas mas delgada de lo normal, deberías comer algo.

Lisa dio un suspiro, haciendo un pequeño puchero, comenzando a caminar al comedor como niña reganada.

Jennie tenia razón, cada que Lisa estaba en el hospital, a escasas veces probaba bocado. La mayoría del tiempo que estaba ahí, solamente se tomaba un café y de vez en cuando un sándwich.

Ella y Yo (JENLISA) (CHAELISA) G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora