XIII

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Los suspiros no se hacían esperar, Tony se sentía ansioso por lo que pasaría, su esposo era un hombre de experiencia esperaba poder complacerlo, sus piernas temblaron en el momento que la lengua del rubio rozó su cuello y sus manos apretaron su trasero, empezó a ser desnudado con delicadeza, para luego ser recostado sobre la cama.

— Steve... —Suspiró al sentir los dientes rozar su piel.

— Eres tan hermoso... —El rubio se relamio los labios.

Tony arqueo su espalda al sentir los dientes apretar uno de sus pezones, la mano de Steve bajó hasta su abdomen luego dirigiéndose a su entrepierna, el rubio se exitó más al sentir la humedad entre las piernas del menor, los donceles eran una maravilla, fue bajando besando y mordisqueando toda la piel a su alcance.

— Agh... Steve! —Tony lloriqueo de placer al sentir el rostro del rubio entre sus piernas.

El objetivo del capitán era que su esposo se retorciera de placer y lo estaba logrando, los gemidos del menor no cesaban, arqueo su espalda teniendo su primer orgasmo solo con la lengua y labios del mayor, quien se enderezo y observó el rostro sonrojado del doncel, luego lo hizo girar y besó su espalda, le dio un par de nalgadas, para después empezar a estimularlo usando uno de sus dedos.

— Steve por favor...

— Aun no cariño, debo prepararte.

Tony gimió con más fuerza al sentir el segundo dedo, el rubio quería ya hacerlo suyo como se debe pero se tomaría el tiempo necesario para que él lo disfrutara, al sentir el tercer dedo el menor tuvo su segundo orgasmo, volvió a ser girado sus somnolientos ojos se conectaron con los carmesí llenos de deseo del capitán, quien separó sus piernas besando su boca con lujuria, Tony se afianzó a los anchos hombros al sentir
como su interior se abría más ante la intromisión, el beso se rompió en el momento que soltó un fuerte quejido.

— Relajate amor... —Mencionó depositando varios besos en las mejillas del castaño.— Te amo...

Steve estaba fascinado, cada gesto, cada jadeo y gemido que salía del menor era una maravilla, aumentó el vaivén de su cuerpo, el sonido de sus pieles chocando era música para sus oídos, observó el cuerpo del menor temblar otra vez anunciado su orgasmo, subió sus piernas a sus hombros para embestirlo más profundo, mirando con morbosidad como su pene se perdía en aquel dilatado agujero, el cosquilleo en su vientre anunció su clímax, se dejó caer sobre el pequeño cuerpo besándolo con ternura mientras sus cuerpos se recuperaban para empezar nuevamente.

— Steve... —Murmuró un somnoliento Tony tratando de alejar al rubio que acariciaba su abdomen.

— Solo quiero atender a mi esposo... —Contestó Steve empezando a masturbarlo.

El castaño se sacudió por los leves espasmos, mientras su esposo dejaba leves mordidas en sus hombros, no pudo más y se corrió en la mano del rubio.

— ¿Quieres ducharte? —Preguntó Steve, Tony solo asintió.

Steve se levantó y luego cargó a su esposo, ambos se ducharon juntos, el genio estaba encantado de ser consentido y mimado por el rubio, fue el mejor baño de su vida, luego se vistieron y desayunaron, para empezar su viaje, el menor parecía un niño pequeño queriendo probar de todo y comprar algunas cosas, la última vez que viajó fue cuando era niño, visitaron Grecia, Roma y ya para culminar París, habían hecho el amor tantas veces que era un milagro que pudiera caminar bien, incluso se sorprendió de la flexibilidad de su cuerpo.

— Volvemos mañana por la tarde. —Mencionó Steve.

— No quiero. —Dijo Tony dándole una mordida a una dona.

— Tienes que presentarte en tu empresa. —Contestó el rubio pero el menor solo rodó los ojos entonces se acercó y lo sujetó de la cintura.— Si por mi fuera te tendría en mi cama todo el día amor, pero...

— Entiendo, tienes responsabilidades yo también y...

— Mi madre dijo que nos estaba esperando.

— Cierto, aún quiero comprar algo más para mami Sara.

— Ya es tarde...

— Pero...

— Vamos a la cama...

— Tú solo quieres follar. —Dijo Tony cruzandose de brazos y haciendo un puchero.

— ¿Tú no? —Preguntó Steve arqueando una ceja.

Tony resopló y se sentó sobre las piernas de su esposo quien sonrió con picardía y empezó a estrujar su trasero haciéndolo gemir, tomó sus labios con lujuria, iniciando así la primera ronda de la noche, justo ahí en el sofá, para luego pasar a la habitación donde el rubio lo hizo suyo contra la pared, la alfombra y por último la cama.

— Siempre te sales con la tuya esposo mio... —Murmuró Tony, mientras estaba recostado en el pecho de su esposo.

— Y tú encantado amor...

Tony solo sonrió y lo besó para luego ser abrazado con fuerza, amaba a ese hombre.
Al despertar Steve empezó a buscar a Tony frunció el ceño al no encontrarlo, siempre le gustaba un mañanero antes de comenzar el día y ahora su esposo no estaba en la cama, se levantó y lo buscó por el cuarto de hotel, el cual según Tony solo eran huéspedes, cuando en realidad pertenecía al capitán.

— ¿Donde esta mi esposo? —Preguntó después de llamar a la recepción.

— Salió señor. —Dijo la recepcionista un poco nerviosa.

— ¿A que hora salió? ¿Y cuantos lo acompañaron?

— Bueno señor... Él–él...

Steve solo bufó molesto al escuchar que Tony había salido solo, se puso una chaqueta de cuero para después salir, si algo le sucedía a su esposo rodarian cabezas.

Tony no era de levantarse temprano, pero quería comprar algo para Sara, así que le llevaba un hermoso reloj marca Omega, al principio en la tienda se habían opuesto a dejarlo pasar para al ver sus tarjetas lo dejaron, “idiotas" había dicho Tony, ahora se encontraba enfrente de una cafetería tenía hambre, al dirigirse a la puerta chocó con alguien y cayó sentado en la acera.

— Lo siento. —Mencionó el sujeto extendiendo su mano enguantada y le ayudó a levantarse, Tony levantó la vista y pudo notar que aquel sujeto traía capucha, gorra, lentes oscuros y mascarilla, pudo notar algunas cicatrices de quemadura.

— Ten más cuidado a la próxima. —Dijo el castaño frunciendo el seño.

— Lo tendré.

El menor pasó al lado de aquel sujeto para entrar, su voz se le hacía familiar y lo ponía nervioso, entró a la cafetería y se sentó en una de las mesas vacías, un mesero se acercó a pedir su orden, Tony ignoraba que desde afuera era observado.

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