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Ya era fin de semana y los chicos ya habían terminado una parte del proyecto; ahora solo les faltaba decorar la cartelera. Ellos no tenían pensado encontrarse este fin de semana por lo cual todos se encontraban en sus casas ahora mismo, Sunoo quien se encontraba desayunando algunas frutas, recibió una llamada de su madre que estaba en la casa de su abuela visitándola, el algo sorprendido decidió contestar, pues rara vez su madre lo llamaba cuando estaba en su «tiempo libre» como decía ella.

— Mamá, ¿qué sucede? — preguntó Sunoo con cautela, anticipando lo peor.

— Sunoo, necesito que escuches con atención — comenzó su madre, y con su voz tensa y distante al otro lado de la línea. Sunoo apretó involuntariamente la fruta en su mano, sintiendo el corazón latir más rápido.

— El tumor de la abuela está empeorando. Los doctores dicen que necesitamos buscar tratamiento fuera del país.  — explicó su madre, las palabras saliendo fríamente.

— ¿Y va a estar bien? — preguntó con la voz temblorosa.

— No lo sé. Estamos haciendo todo lo posible. Tu padre se unirá a nosotros después de su viaje de negocios, así que te quedarás solo en casa por un tiempo — respondió su madre, sin mostrar mucha empatía.

— ¿Voy a estar solo? — preguntó Sunoo, sintiendo una mezcla de miedo y tristeza.

— Sí, así que cuida de la casa y no te metas en problemas. No podemos preocuparnos también por ti ahora mismo — dijo su madre, casi como una reprimenda.

— Pero mamá, ¿qué pasa si... — Sunoo intentó hablar, pero su madre lo interrumpió.

— No empieces, Sunoo. Solo haz lo que te digo. Cuida la casa y no te preocupes por tu abuela. Ella es fuerte. — Su tono era frío, casi distante.

— Está bien, mamá... Cuida bien de la abuela, por favor — pidió Sunoo, con lágrimas en los ojos.

— Lo haré. Mantente en línea y enfócate en tus estudios. Te llamaremos cuando tengamos novedades. Ten en cuenta que aun no sabemos cuando vamos a volver. Adiós — dijo su madre antes de colgar sin esperar una respuesta.

Sunoo sintió un nudo en la garganta. Su abuela era su todo; ella había sido su principal apoyo desde pequeño, especialmente cuando sus padres, casi siempre ausentes, apenas estaban presentes. Recordaba con cariño los días de infancia cocinando, dibujando y cantando con ella. Sin embargo, la distancia después de mudarse había limitado sus visitas, a pesar de las frecuentes llamadas para mantener el contacto.

Después de colgar, Sunoo se derrumbó en la barra de la cocina, las lágrimas brotando sin control. La figura de su abuela, su caja de recuerdos y el dolor de no haber podido estar más cerca de ella lo abrumaron. Tras un rato, se dirigió a su habitación y tomó una pequeña caja de colores pasteles del armario. La abrió cuidadosamente, encontrando fotos, juguetes y, en el fondo, una caja azul oscuro que su abuela le había dicho que no abriera hasta los 18 años.

Al abrir la caja, encontró un hermoso collar de oro con una llave de pequeños diamantes rosados. Recordó cómo su abuela había ganado un concurso de pastelería y le había prometido uno igual. Ahora entendía por qué ella no tenía el suyo; se lo había regalado. Sunoo se secó las lágrimas con una sonrisa, colocándose el collar y repitiéndose que todo estaría bien.

Sunoo tenía dos hermanos menores y una hermana mayor. Sus dos hermanos pequeños eran de parte de su padre, quien había tenido hijos antes de casarse con su madre. La madre de sus hermanos no le había dicho a su padre que estaba embarazada, por lo que cuando los bebés nacieron, su madre había fallecido y sus padres se vieron obligados a hacerse cargo de ellos.

⋆୨୧˚Cupid ⋅˚₊‧ ୨୧ ‧₊˚ ⋅ Sunki˚୨୧⋆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora