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Capítulo V

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La figura de Kanjii ya se había perdido entre la extensa vegetación del bosque.

Sabía que era momento de regresar al campamento, pero sus pies se habían quedado anclados en donde estaban, con la mirada perdida en el sendero que ella ya había cruzado.

Observo sus manos, en la cuál tan solo unos instantes atrás habían sostenido otro par, solo que más pequeñas, no eran tan ásperas como las suyas, pero... lo que más le había cautivado era lo perfectas que éstas habían encajado entre las suyas.

Nunca había conocido a alguien que encajara con él, había tenido una que otra novia, solo había sido algo fugaz, sin embargo la sensación que Kanjii le había hecho sentir en el corto tiempo que se habían conocido, era algo nuevo.

Algo desconocido.

No estaba muy seguro de que era.

Pero... era algo que sin duda no quería perder.

Sus pies se movieron hacia delante, lo más rápido que pudieron, intentando alcanzarla.

Llego justo en el momento en que el puño mugriento del ladrón se estrello contra parte de su cabeza. Solo pudo pronunciar su nombre con miedo, cuando la vio caer inconsciente y el miserable apuntar una flecha para asesinarla, antes que el infierno en su interior se desatará.

Se abalanzó contra ellos sin contenerse en lo más mínimo. No fue hasta que aquellos miserables  habían optado por huir cobardemente, algunos gritando del dolor por las quemaduras, que la furia se calmo y pudo fijarse en la figura que yacía inmóvil a las raíces de un árbol.

Kanjii.

Se acercó rápidamente a ella, hablándole suavemente a la vez que
la zarandeaba con cuidado, al no tener respuesta había buscado su pulso con miedo a que algo más le hubiesen hecho.

Sus dedos tuvieron. que desatar ligeramente el vestido hasta llegar a la altura del cuello.

Un suspiro de alivio se le escapo al encontrar el débil pulso.

Estaba viva.

La tomó entonces entre sus brazos, rodeando su cabeza y su cintura con cuidado, llevándola de vuelta al campamento, no había rastros de la yegua,  por lo que tuvo que seguir el camino a pie, apretandola contra su pecho de manera inconsciente y casi se sorprendió de ver como sus brazos respondían bien ante su agarre.

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P.o.v Lu Ten

—Hemos localizado a un grupo de maestros tierra muy cerca del perímetro del cuartel....–Sus dedos tamborileaban encima del escritorio mientras escuchaba a Lang dar su informe.

Pero la realidad era que aquel sutil movimiento solo era un pobre intentó de anclarse a la realidad.

No dejaba de pensar en lo que había dicho Kanjii y la desconfianza que pudo percibir en el brillo de su mirada.

Le dolía pensar que ella lo odiara y aquello solo le hacía sentir un remordimiento interno.

¿En verdad era tan terrible?

Cuando era pequeño y Padre solía tomarlo en sus brazos, solía contarle sobre el sueño de su bisabuelo:

Un mundo unificado.

Cuando creció, siguieron adoctrinadolo con aquella idea, ahora argumentado que para hacer su deseo realidad tendría que luchar al frente de la guerra para traer la unión y la paz.