reunión

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Envuelto en un calor que, sin realmente saberlo, necesitaba hace mucho tiempo, aquel tacto suave en el que añoraba perderse y embriagar sus sentidos en el olor natural de la piel calcinada, le parecía irreal despertar ante las mejillas levemente sonrojadas y el cabello rubio desordenado, ese hermoso rostro que por fin dejaba denotar su aspecto real, una tranquilidad que extendía sus facciones revelando un semblante quieto olvidándose casi por completo de su personalidad severa, dañada y sarcástica.

Como pudo tomó fuerza de voluntad y se separó de sus vistas perfectas para poder quitarse de encima ese cansancio matutino, bostezó varias veces y estiró sus brazos en silencio. No pudo evitar volver la mirada a su costado con la ceja levantada sonrió coqueto, cada segundo que pasaba se volvía más pesado en la habitación, miró a su alrededor buscando algo que le guiará, sabía que el rubio había dejado claro que no quería ayuda y que no la requería, pero también sabía que le dijo concretamente que no olvidaría lo sucedido. Aquella casa debía contener alguna información que le ayudara a llegar con una respuesta por más ridícula que fuera, después de todo era el lugar que la CIA le dejó a Gonzalo como tapadera y Gustabo estuvo viviendo allí por unas semanas, al menos sus pertenencias seguían en el cuarto.

Paseó lentamente por el cuarto, primero analizando y grabandose mentalmente cada rincón, suciedad y riqueza del lugar, era un espacio bastante diferente a su casa personal, lleno de cosas que estaba claro que él mismo puso allí, paredes blancas para no romper la estética de la mansión, una alfombra verde militar grande bajo la cama y un chifonier viejo cubierto en stickers aleatorios; Era un cuarto sin mucho sentido estético al contrario de su apartamento, organizado, pulcro sin ningún tono de vida dentro de él, con un mítico estilo minimalista nada compatible con su dueño, no era de extrañar que en ninguno de los dos lugares Gustabo se sintiera a gusto, aunque tenía más que suficiente para sobrevivir y por más habitaciones que le ofrecieran a pasar la noche siempre tenía una carga incómoda tras él que no le dejaba disfrutar de ser un residente común.

Freddy llegó a uno de los cajones de ropa del rubio y empezó a revisar sus abrigos y chaquetas, una de ellas, roja y acolchada, ya descolorida con parches que cubrían los daños que sufrió durante años, bolsillos profundos en ambas caras de la tela, contenía en uno de ellos una bolsa hermética mediana, al sacarla no pudo evitar fruncir el ceño mientras miraba a sus espaldas, una medicina que conocía de forma regular, nuevamente las pastillas redondas que el rubio le hizo alcanzar.

El aspecto deteriorado de la prenda le hizo dudar sobre la procedencia del medicamento, no era un plástico nuevo se notaban sus múltiples usos gracias a su grosor y movilidad, se alejó de la ropa en busca del recipiente actual del rubio, llegó a la mesita de noche a su costado con la plena esperanza de no despertarlo, hurgó por los cajones con los ojos puestos en el bulto de sabanas y los oídos atendiendo a cada pequeño sonido, hasta encontrarse con un envase también naranja como salido de una farmacia, sin pensarlo mucho lo abrió para terminar más confundido, estaba completamente vacío, revisó la etiqueta, una parte del papel estaba arrancado y tachado con tinta pero no era imposible divisar.

"GUSTABO GARCÍA
tratamiento oral - tomar si es necesario,
no exceder 4 dosis por día.
ANSIOLI--"

Una droga que él mismo recibió antes de ser medicado con antipsicóticos, pero era por su mismo diagnóstico, al parecer Gustabo estuvo teniendo el mismo problema para encontrar la pastilla perfecta para ser manipulado; Odiaba el sentimiento que se estaba acumulando en su garganta, pensar en cómo alguien al que le tenía tal aprecio pasase por lo mismo que él mismo vivió en carne propia, la ansiedad y el gran desconcierto que carcomía sus días, como su relación con su imagen, con su mente, con toro y el resto de su entorno se arruinó gracias a meterse en esto, como su mente lo mataba lentamente mientras sin poder expresarse las pastillas lo apagaban por completo, como estar preso y caminar en círculos simulando una rutina deportiva. Ahora solo se encontraba incluso fascinado por la extraña conducta de su amigo ¿Por qué ya no asistía con Castro por sus pastillas?

you treat me like a stray dog, be one with me  [FREDDYTABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora