09. El Destino de los Amantes

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No era su mejor cumpleaños y tampoco había recibido una sola felicitación, pero hasta el momento todo estaba resultando como lo había planeado.

Terry dormía a su lado, pero aún era temprano.

Sin embargo; sonrió al recordar la forma en que por la noche le dijo que no había imaginado una cena tan especial como esa, y aunque al principio no estuvo segura, poco después comprendió que se refería a ella.

Intentó cerrar los ojos y volver a dormir, pero no podía y comenzaba a sentirse un poco frustrada, lo cual ocasionó que intentará acomodarse mejor, momento en que él volvió a abrazarla, haciéndole saber que lo había despertado.

Sin embargo; no le dijo nada, solo se acercó lo suficiente como para sentir el roce de su espalda contra su pecho y le dió un suave beso en el hombro.

Le gustaba dormir así, sintiéndose apreciada y protegida, lo único que no le gustaba era tener esa necesidad que tenía de querer escuchar y decirle palabras cariñosas, pero solo era porque sabía que no eran del todo sinceras.

Ella había confesado su amor, él solo había admitido apreciarla. Ella había asegurado que con eso era suficiente, pero no lograba nada solo con amarlo.

Una traviesa risita se le escapó haciendo que su cuerpo temblara con ligereza.

Ya no tenía miedo.

—¿Qué es tan gracioso? —lo escuchó balbucear, creyó que se había vuelto a dormir.

—Solo es algo que tengo que hacer mañana.

—¿Mañana? ¿De qué se trata?

—Es una sorpresa —no supo de qué otra forma describirlo.

—¿Otra? —le agradó lo que escuchaba.

—Sí.

—Siendo así, creo que esperaré. Hay algo que quisiera decirte.

—Dime ahora —pidió.

—No, Cariño. Tendrás que esperar —la besó—. Por ahora, aunque me encantaría seguir en la cama, disfrutando de esta mañana contigo; tengo demasiada hambre —la hizo reír.

—Tal vez deberías aprovechar la ocasión.

—¿A qué te refieres? —frunció el ceño—. Desde anoche has estado muy misteriosa.

—No me hagas caso —se levantó y estiró—. Tengo el presentimiento de que será un maravilloso día.

El desayuno estuvo listo casi en seguida y le agradó darse cuenta de que tenía suficiente comida para la cena.

Después se metió a la ducha con él, se puso el último vestido floreado que había comprado en Chicago y que aún no estrenaba, volvió a usar un maquillaje ligero y a hacerse un peinado sencillo y, salió del departamento junto con Terry.

—¿Cuándo es tu cumpleaños?

Seguía sintiendo curiosidad por las acciones de la rubia, y mientras bajaban las escaleras recordó que años atrás, en el colegio, ella iba a participar en el evento, junto con las chicas cuyo cumpleaños era en mayo. Por eso preguntó.

—Eso es algo que nunca podré responder con exactitud —se detuvo un momento para contestarle con una sonrisa, luego siguió bajando y tarareando hasta que llegó a la salida del edificio—. Te veo por la noche —dando un brinquito, lo besó sin importarle quien los viera y trató de irse de inmediato.

—Espera —ella se detuvo, pero no volvió—. No recuerdo qué día es, pero si recuerdo que tu cumpleaños es en Mayo —la vió sonreír—. Dime cuando es, tal vez podamos hacer algo especial.

Ni Romeo, Ni JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora