4. EL ENCUENTRO

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Peaches se despertó al día siguiente con una sensación extraña, un zumbido de energía recorriéndole el cuerpo.

Se levantó sintiendo una ligereza en sus movimientos que no había sentido antes.

Sus nuevos reflejos felinos le permitieron esquivar un libro que cayó de la repisa sin esfuerzo alguno.

"Esto es asombroso", pensó, mirándose en el espejo y viendo sus ojos con un brillo dorado, casi hipnótico.

Ahora, más que nunca, estaba decidida a usar sus nuevas habilidades para acercarse a Max y ayudar a la ciudad.

Peaches, con sus habilidades de costurera igual de mágicas que sus habilidades como alquimista, fabricó un ajustado mono de latex que se ceñía perfectamente a su cuerpo y una mascara con orejas de gato que le cubría medio rostro.

Se vistió rápidamente con su nueva creación y comprobó que le permitía moverse con aún más facilidad.

Sabía que si iba a hacer algo significativo, debía hacerlo esa noche.

Agarró un frasco de su poción felina mejorada y se dirigió al lugar más infestado de ratas según las noticias: el metro de Nueva York.

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Al llegar, el bullicio habitual había sido reemplazado por un silencio inquietante, roto solo por los sonidos ocasionales de las ratas correteando.

Se adentró en las oscuras entrañas del metro, sintiendo cómo sus sentidos se agudizaban, permitiéndole ver y escuchar mejor en la penumbra.

En la primera estación, Peaches vertió un poco de la poción en varios rincones estratégicos.

Poco a poco, gatos de diversas partes del vecindario comenzaron a aparecer, atraídos por el aroma encantado de la poción.

Los felinos se movían con la misma gracia que Peaches ahora sentía en sus propios movimientos.

Mientras los gatos se dispersaban por el área, Peaches continuó su misión, deslizándose de estación en estación, vertiendo la poción y llamando a más gatos a la batalla.

La presencia de los cazadores naturales empezó a causar estragos en la población de ratas, disminuyendo su número rápidamente.

Justo cuando pensaba que su misión nocturna estaba a punto de terminar, escuchó un ruido inusual proveniente de un túnel cercano.

Siguiendo el sonido, descubrió un grupo de personas, vestidos de negro, manipulando extraños dispositivos.

Parecían estar liberando más ratas en el metro.

"¿Quiénes son estas personas? ¿Por qué están empeorando la situación?" se preguntó Peaches.

Decidió seguirlos discretamente, utilizando sus nuevas habilidades para no ser detectada.

Los siguió hasta una sala de mantenimiento abandonada. Dentro, el grupo discutía en voz baja pero frenética.

—El alcalde Starling no podrá controlar esto si seguimos así —dijo uno de ellos—. La ciudad estará en nuestras manos.

Peaches se estremeció al comprender la magnitud de la conspiración. No podía arriesgarse a enfrentarlos directamente, pero tampoco podía quedarse de brazos cruzados.

Debía informar a Max, y rápido.

"Necesito encontrar una manera de llegar a él sin levantar sospechas", pensó, y una idea se formó en su mente.

Si podía usar sus habilidades felinas para colarse en la casa de Max, podría hablar con él en privado.

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Esta noche era luna llena, y Peaches notó que eso le daba más poder y agilidad.

Esperó hasta la medianoche, cuando la ciudad estaba en su punto más tranquilo.

Con el brillo de la luna llena iluminando el cielo, Peaches se sintió más fuerte y rápida que nunca.

Se vistió con su ropa negra ajustada y su máscara de gato cubriendo la mitad de su rostro, salió silenciosamente hacia el ático de Max.

Al llegar, observó el ático desde las sombras.

La luz de una lámpara se filtraba por una de las ventanas del piso.

Con un salto ágil y silencioso, Peaches escaló la pared, usando sus garras para aferrarse a los ladrillos.

En cuestión de segundos, llegó a la ventana y la abrió con cuidado.

Se deslizó dentro de la casa sin hacer el menor ruido. La habitación estaba vacía, pero podía oír a Max hablando en otra habitación cercana.

Siguiendo los sonidos, llegó a su estudio.
Max estaba sentado en su escritorio, revisando algunos documentos.

Peaches respiró hondo y decidió que era ahora o nunca.

—Max —susurró, entrando en la habitación con gracia felina.

Max se sobresaltó, mirando hacia ella con sorpresa y desconfianza.

—¿Quién eres? ¿Cómo entraste aquí? —preguntó, poniéndose de pie.

THE BOY IS MINE - Ariana Grande x Pen BadgleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora