Capítulo 11

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Desperté antes del amanecer después de menos de dos horas de sueño, con mi brazo alrededor de Jimin. Me quedé así por unos momentos, disfrutando de él relajado en mi abrazo mientras dormía. Me retiré al final, y alcancé mi celular en la mesita de noche. Le escribí un mensaje a Hoseok rápidamente, diciéndole que tendría que hablar solo con el gerente de uno de nuestros burdeles, luego le escribí a Yoongi. No tendría que cuidar a Jimin hoy.

—¿Negocios? —preguntó Jimin con voz adormilada.

Le eché un vistazo y sacudí la cabeza.

—Cancelé mis planes para el día de modo que podamos pasar un tiempo juntos y conocernos.

Jimin parpadeó, poniéndose más alerta a la vez.

—¿En serio?

—En serio —contesté. Resistiendo el impulso de besarlo, balanceé mis piernas fuera de la cama—. Me prepararé y luego pensaré en algo que podamos hacer hoy.

—Está bien —dijo Jimin con una pequeña sonrisa.

[...]

Treinta minutos más tarde, estaba mirando la nevera, intentando averiguar qué podíamos hacer para desayunar.
Marianna había abastecido muy bien la nevera, pero no vendría a cocinar hoy. Jimin bajó la escalera en pantalones cortos, mostrando esas piernas suyas.

—¿Sabes cocinar?

Jimin resopló a medida que se dirigía hacia mí.

—¿No me digas que nunca has hecho el desayuno por tu cuenta?

—Por lo general agarro algo en mi camino al trabajo, a excepción de los días en que Marianna está aquí y prepara algo para mí.— No podía dejar de evaluarlo—. Amo tus piernas.

Jimin ignoró mi comentario y miró dentro de la nevera. Su brazo tocó el mío y tuve que mirarlo fijamente, a la corona dorada de su cabeza y la forma en que su nariz se arrugó al pensar.

Jimin metió la mano en la nevera, sacando los huevos y los pimientos rojos. Parecía que sabía lo que estaba haciendo. Al menos uno de los dos sabía. Retrocedí un paso atrás y me apoyé en la encimera para verlo cocinar, pero Jimin no lo hacía. Arqueó las cejas.

—¿No me ayudarás? Puedes picar los pimientos. Por lo que he oído, sabes cómo usar un cuchillo —dijo burlón.

Tomé un cuchillo y me acerqué a él. Jimin me miró fijamente. Alcanzó mi pecho y otra vez una oleada protectora me inundó. Jimin me entregó el pimiento y señaló hacia una tabla de madera. Había visto a Marianna usarla antes para cortar. Mientras cortaba los pimientos, Jimin revolvió los huevos, luego los vertió en una sartén caliente.

—¿Qué hay de estos?— Le mostré los pimientos que había picado.

—Mierda —dijo Jimin con una mueca, mirando entre los huevos chisporroteando y los pimientos.

—¿Alguna vez has cocinado? —pregunté.

Jimin tomó los pimientos y los arrojó en los huevos cocinándose. Dudaba que estuvieran listos antes de los huevos. Apoyándome contra la encimera una vez más, disfruté viendo a Jimin intentando despegar los huevos de la sartén. Su expresión se tornaba cada vez más frustrada.

—¿Por qué no preparas café para nosotros? —preguntó con una mirada aguda.

En serio era muy lindo cuando estaba intentando parecer enojado. Lo complací y fui a la cafetera mientras Jimin murmuraba maldiciones en voz baja, intentando salvar los huevos.

Cuando finalmente puse dos tazas de café en la barra, Jimin sirvió los huevos quemados en dos platos. Mi estómago podía soportar muchas cosas, pero esto sería un nuevo desafío. Me hundí en un taburete y Jimin se sentó en el que estaba a mi lado, mirándome expectante. A pesar del olor a quemado llegando hasta mi nariz, levanté el tenedor y metí un trozo de los huevos en mi boca. Fue, con mucho, la peor tortilla que he probado. Jimin también tomó un bocado y arrugó la cara, luego escupió los huevos inmediatamente antes de tomar un gran trago de café. Me miró con ojos llorosos.

Jeon Jungkook - | Kookmin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora