Capítulo 4: Cobarde

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ALEC KNIGHT

La furia me consumía mientras me dirigía al centro médico para hablar con Mark. Apenas lo vi, estallé:

—¿Quién se cree que es para exponerme de ese modo enfrente del Consejo? ¡Cree que porque su padre en algún momento de la historia fue un héroe, tiene la potestad de hablarle a los demás como si fuéramos sus empleados! —grité, incapaz de contenerme.

—Relájate, Alec. No creo que haya dicho algo malo, nadie en la sala lo tomó de ese modo, solo tú —dijo Mark, intentando calmarme.

—¡Un mes! ¡Un mes! Estuve afuera y ya ella cree que estamos en el mismo nivel como para que me hable así. Pero ese aire de grandeza se le va a acabar en este mismo momento —dije, saliendo de la habitación.

—¡Alec, a dónde vas? ¿Qué vas a hacer? ¡Déjala tranquila! —escuché a Mark detrás de mí, pero no me detuve y caminé a paso acelerado hacia la sala de armas.

Al entrar, vi a los reclutas, pero no encontré a Nova. Pregunté por ella, pero nadie sabía dónde estaba hasta que alguien mencionó que la vio entrar al simulador. Con la rabia recorriendo mis venas, me dirigí hacia allá sin pensarlo dos veces. Llegué sin tocar la puerta y suspendí su prueba de simulación. Ella se quitó el casco y me miró, enojada.

—¿Pero qué...?

—Que sea la última vez que me vuelves a exponer de ese modo enfrente del Consejo. ¿Me escuchaste? —dije, mirándola fijamente a los ojos.

Ella me miró al principio sorprendida, pero luego arrugó el entrecejo y me miró seria.

—No dije nada malo y...

No la dejé terminar y la interrumpí—. Soy tu oficial en jefe y por ende me debes respeto. Lo que hiciste allá adentro me dejó como si fuera un idiota. ¿Crees que soy idiota? —le pregunté, furioso.

—Pues...

Su cinismo me hizo enojar aún más. Corté la distancia entre nosotros, casi podía oler su aliento. Estábamos a centímetros de sus labios, pero me concentré en sus ojos.

—No vas a ir a la misión —dije mientras intentaba alejarme.

—¡Claro que sí! —me dijo ella, tomándome del brazo haciendo que la mirara.

—¡Alec, no! —previno Mark desde la puerta.

Su agarre era débil, así que le apliqué una maniobra y la dejé en el suelo. Ella se levantó de inmediato y se puso en guardia.

—No voy a pelear contigo.

—¿Por qué no? Tal vez eso es lo que necesitas para quitarte todo ese odio que sientes por mi. Vamos, no seas cobarde —me dijo, desafiándome con la mirada.

Suelto una sonrisa de medio lado. Tal vez era la primera en mucho tiempo, pero su comentario impertinente me hizo reír.

—Eres igual de irreverente que tu padre—dije. Ella se abalanzó sobre mi, dándome un golpe en la cara con su puño derecho.

—No tienen que hacer esto —escuché a Mark hablarme desde la espalda.

Me quité la chaqueta y me preparé para entrar en la arena de combate frente a Nova. Ella se movía con precisión y la noté nerviosa, pero no me importaba. Me había retado y tendría que sufrir las consecuencias.

La rabia me impulsaba a atacar con más fuerza de lo que debía. No quería lastimarla de verdad, pero mi orgullo estaba en juego. Estábamos en medio del combate cuerpo a cuerpo, y ella se movía con una agilidad que no esperaba. Bloqueé uno de sus golpes y, en un movimiento rápido, la tomé del brazo y lo torcí para derribarla.

El Enclave de los ValientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora