𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 ٣٠

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Léa

Hoy no estoy de humor para socializar. Voy a buscar alguna bebida con la que entretenerme mientras regresan y así fingir que estoy ocupada y evitar a cualquiera. A ver, sé que todo esto de aislarme en mi misma no es sano para mi, pero ya dejaré el rollo de la salud mental y salir de la zona de confort para otro día. 

— A mi también me agobia tanta gente — una voz grave suena detrás de mi.

— ¿Perdona? — me giro sorprendida y a la vez en alerta. Es un hombre joven.

Creo que lo he visto alguna que otra vez mientras entrenaba en el cuartel.

— He visto que te has alejado de la gente. A mi tampoco me gustan las multitudes.

Lo miro fijamente. No parece mala persona. Solo quiere sacarme tema de conversación. Tiene los ojos marrones y un pelo del mismo color, unos mechones ondulados que no llegan a ser rizos  le tocan las orejas. 

— Bueno, en realidad estoy esperando a mis amigos. 

— Ahh, bien. Pues puedo hacerte compañía mientras tanto. 

Aunque mi parte antipática me está gritando que lo eche de allí, otra parte de mi me dice que no quiero tener fama de borde y que sino quedaría muy misteriosa, lo cuál no me conviene porque no quiero llamar la atención. Intento relajarme y aclaro la voz antes de hablar.

— Si tú dices...

— Soy Marcus. Y el nombre de esta bella dama es...? — Juraría que le está poniendo mucho empeño en hacer la voz más grave possible.

Un intento muy cutre de tu parte Marcus para sonsacarme información de mi. Decido darle el placer de saber mi nombre de todas formas, porque para que mentirme.. Soy conocida en este pueblo desde que soy la pareja del comandante. Realmente puede preguntarle a cualquiera y le dirán.

— Léa. Y esta bella dama te advierte que sea la ultima vez que le llames bella dama. Advertido quedas. — Le hago mi mirada más asesina para que le quede claro que no voy de broma.

—Uggg, de acuerdo Léa — Al parecer le ha sorprendido mi respuesta— Yo que ya me había llevado una imagen de ti más dulce... En realidad yo solo quería establecer contigo una conversación, a las chicas les gusta que les llamen así, pensé que te gustaría. En fin, mejor para mi porque ya estoy cansada de repetir el mismo juego de palabras para todas. 

No respondo a eso. 

— En vista que no pareces muy entusiasmada de de seguir la conversación te dejo en paz. Antes, pero, acepta de mi esta rosa. — Se abre la gabardina y saca una rosa roja del interior. — Se las damos a todas las damas del baile. Incluso las no bellas — Dice aquello ultimo en voz baja y con una sonrisa en un intento de bromear.

Antes de que pueda responder o siquiera coger la rosa, una mano interfiere en mi visión y arrebata la rosa de las manos de Marcos.

jIHÂD:

Dejo a Janna y Ziyad escogiendo bebidas y voy a buscar a Léa. En un momento nos reuniremos. Al final resulta que estaban en el baño porque Janna se mancho una parte del vestido. Mientras me acerco a Léa, puedo ver que hay algún tipo hablando con ella. Sabía que no debí dejarla sola. 

Espera... ¿Qué es eso? Lo estoy viendo bien o el chico le esta ofreciendo una rosa. Y encima sonriendo el muy imbécil.  Ya sé quien es. Es MarcUs. Lo conozco y conozco la fama que tiene con las chicas. ¿Qué hace intentando acercarse a Léa? Una oleada de rabia me sacude. De repente soy un torbellino de emociones y no diferencio de lo que es razonable a lo que no. Solo tengo la imagen de él casi inclinado ofreciéndole una rosa grabada en mi retina. Siento una mezcla de enfado y rabia... y celos en mi, como un ola que va creciendo a medida que se acerca a la orilla. Apresuro el paso hasta que estoy a su lado y le arrebato la rosa a Marcus con furia.

— ¿Qué está pasando aquí? — digo con la voz más pausada que puedo emitir. Realmente me está costando controlarme, porque ahora todo mi cuerpo grita que le rompa dedo por dedo de esa mano con la que ofrecía la rosa.

—Jihâd, no es nada. —Noto la mano de Léa entrelazándose con la mía para tranquilizarme mientras intenta darme una explicación. — Solo me estaba dando una rosa porque se las dan a todas las mujeres del baile. 

La cosa es que yo no quiero que ella se explique. Quiero que lo haga él. Porque sé que ella no ha hecho nada. Pero en cambio Marcus, sí. Sé las intenciones que tenía porque lo conozco desde hace tiempo y sé el tipo de persona que es.

— Comandante, me ha malinterpretado. Esto no es lo que parece. Mire, todas las damas tienen una rosa, se las regalo a todas.

— Mira Marcus. A mi no me engañas, me da igual que se las des a todas. ¡A MI MUJER, NO! —No puedo controlarme más y le grito sacándo todo lo que acúmulaba.

Para mal del desgraciado, encima me hace sus sonrisillas nerviosas. 

— Comandante, le digo que no era esa mi intención con Léa . Debe escuch...

— Y encima se atreve a llamarla por su nombre. Dios me de paciencia — me pasó la mano por la cara mirando el techo— ¿Con que familiaridad, eh?— Me acerco a él para dejarle claro que voy enserio— Escúchame bien, Marcus. Te conozco, sé quien eres, sé lo que dicen de ti y sé el tipo de chicas que te llevas a tu habitación. Veo a cada una que entra y cada una quesale. No te digo nada porque estás en mi cartel. PERO A ELLA...— digo haciendo enfásis a Léa señalandola— Ni te acerques. Quizás la has podido engañar ahora, porque no te conoce, pero a mi no. Ahora lárgate.

— Comandante. Deberías probar la meditación. Dicen que va bien para controlar la ira y los celos, ya sab... — El desgraciado realmente esta atentando contra su vida.

— ¡LÁRGATE!

Marcos se va corriendo y me giro hacia Léa que se ha estado callada todo este momento. Cuando la miro observo enfado en sus ojos.

— ¿Qué? — digo con mi voz de innocente.

—Encima dices "qué"... Mira que escena nos has montado. — Se cruza de brazos— El chico no pretendía nada malo.

— ¿Y tú como lo sabes, eh? Te digo que no es lo que parece. Conozco a Marcus desde hace tiempo y ahora le he dejado claro que acercarse a ti es arriesgar contra su vida. Hasta te apuesto que al principio debió preguntar tu nombre e intentó piropearte, como si no supiese bien quién eres y que estás casada conmigo.

Ella se queda muda indicándome que estoy en lo correcto

— Aún así lo que has hecho es demasiado.

— Querida esposa mía... solo me estaba ahorrando que no tuvieras que socializar porque sé que ahora mismo no te apetecía—Con cada palabra me acerco más a ella hasta casi tocarnos las narices. 

Sé que la estoy poniendo nerviosa acercándome tanto y eso mismo es lo que quiero conseguir. Quiero ver que hago efecto en ella tanto como ella hace en mi. Quiero ver que siente algo por mi y no soy el único que por poco parecía un fuego ardiente con solo imaginarme que alguien más que no sea yo pudiera estar intentando ligar con ella.

— No creas que tus celos son adorables. Son inmaduros e infantiles. Hasta serías capaz de ponerte celoso de tu propia sombra.

— Pues sí. ¡Si mi sombra está cortejándote tampoco lo aguantaría! ¿Y que si soy infantil? Tu eres la que no me deja ser razonable.

Aunque luce enfadado, algo me dice que mis palabras la están removiendo por dentro. Noto sus mejillas más sonrojadas. Ella realmente es una maestra en esconderse detrás de su coraza y ocultar sus sentimientos. Suerte para mi que también se me da ver a través de ella y poco a poco estoy aprendiendo a descifrar sus reacciones.

Janna y Ziyad aparecen en el momento perfecto, justo antes de que empiecen a tocar para que las parejas salgan a bailar. Decido aprovechar y ofrecerle mi mano a Léa. 

A ver que nos depara esta noche...

Sé que aún está cabreada pero rezo internamente para que no me rechace el baile.

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⏰ Última actualización: Sep 11 ⏰

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