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Escabullendose lentamente en el patio de una gran casa una pequeña niña, iba todos los días despues de terminar sus clases en la escuela, para contemplar el entrenamiento de espada que el padre impartía a sus dos hijos, mirando atentamente todos los movimientos que hacían.

En la escuela habia oido hablar de los hermanos Hoshina, pues su familia eran cazadores de kaijus desde generaciones atrás, los cuales dominaban de manera perfecta el arte de la espada y esa fue la razón principal de que ella desidiera seguirlos hasta su casa. Un dia saliendo de la escuela, pensó que al verlos entrenar y al imitar sus movimientos y técnicas con la espada, algún día ella lograría protegerse de los monstruos que acechaban en su casa.

Y asi lo habia estado haciendo, no se perdia ninguno de los entrenamientos que tenian, los miraba desde una distancia segura, escondida tras unos enormes arbustos, que se encontraban frente a las puertas corredizas del Dojo privado de la familia y para el momento en que terminaba el entrenamiento ella se retiraba de la manera más rápida y cuidadosamente posible, ya que sabia que entrar en una casa que no era suya sin permiso estaba mal. Y no queria conocer la ira del jefe de esa familia que apesar de verse amable , esto solo iba dirijido a su familia. Un padre amable pero estricto en los entrenamientos de esgrima.

Kai no entendía por qué los adultos solo demostraban amor y amabilidad a su familia cercana y no a los demás, escuchaba a sus compañeros de clases hablar y presumir de lo que para ellos era normal, comida caliente en sus mesas todos los días, juguetes, videojuegos, ropa nueva, dulces, etc. Y apesar de tener todo eso con lo que ella solo podria soñar en disfrutar algún día , los escuchaba quejarse de sus padres, por castigarlos al negarse a algo tan simple cómo recoger su cuarto. En ese punto algunos de los maestros eran extraños, sabía que casi la mayoría tenia familias, pero a pesar de eso algunos, no todos mostraban esos sentimientos cálidos hacia ellos que eran sus alumnos. Definitivamente no los entendía.

Al haberse alejado lo suficiente de la casa, continuó su camino hacia el siguiente lugar donde observaba otro entrenamiento más, en esta ocasión era de judo, y al terminar este su siguiente parada era una cabaña abandonada esta se encontraba en una colina cercana, estaba un poco dañada por el paso del tiempo y la naturaleza habia ganado territorio nuevamente con helechos, hongos, hiedras y musgo. Pero eso era solo la entrada pues en lo que parecia haber sido la cocina y la recamara con el baño se encontraban en buen estado, hay pasaba el resto de su día haciendo sus actividades escolares e imitando los movimientos que habia visto anteriormente, para los movimentos de esgrima se dirijia hacia la entrada que consistia en un pasillo largo, tomaba una rama de un árbol golpeaba un tronco seco que había logrado meter y recubierto de hierba seca, y cuando sentía que había tenido suficiente de eso, entraba al cuarto y seguía con el judo poniendo una colchoneta que había encontrado en el reciclaje sobre el piso duro y tomaba algunas almohadas que había hecho ella con restos de ropa vieja y repetida los movimientos vistos anteriormente tratando que fueran lo más parecido posible a lo que había visto.

La cabaña era su lugar seguro, tenia pocas cosas distribuidas entre los espacios de ella, pero eran útiles, tenía agua, unas pocas bolsas de galletas, sopas instantaneas y algunas semillas que lograba obtener con el poco dinero que sus padres dejaban perdido por la casa, con eso podria sobre llevar el hambre cuando se encontraba alli todo esto lo guardaba en la cocina con algunos vasos, platos una mesa armable y dos sillas, había libros sobre plantas, animales, geografía, cocina y kaijus que leía, colores, pinturas, pinceles y papel algunas mudas de ropa, zapatos, almohadas y cobijas que escondia y por ultimo en una la pared corrediza que separaba la cocina tenia un poster del Cuerpo de Defensa Anti-Kaiju, todo esto lo habia logrado conseguir de diferentes centros de reciclaje, este era su pequeño mundo que ella había creado

Antes de que el sol se ocultara bajaba de su escondite y se dirijia a su casa, esa era de la peor parte del día, regresar a ese horrible lugar donde con suerte puede que ese día no se encontrarán los monstruos a los que tenia que llamar papá y mamá. Esos serés que se suponía tenían que protegerla, no lo hacían, en cambio eran ellos los que más la hacían sufrir. Rasguños, moretones, cicatrices de algunas quemaduras o cortes, se escondían bajo la ropa que utilizaba pues, entre los momentos que su padre o madre llegaban alcoholizados a esa casa donde vivían, si la encontraban dormida o despierta, descarban su ira contrar ella pues en las palabras de ellos el llevar una tan miserable y pobre vida, era por su culpa, el que ella hubiera nacido les había arruinado su futuro, y ella tenia que pagarles por eso.

Al estar cerca de su casa, pudo divisar las luces apagadas, señal de que ellos todavía no se encontraban allí o que si lo estaban tendrían que estar dormidos y ella tendría que entrar sigilosamente (cosa en lo que se habia vuelto muy buena) para que no se dieran cuenta de su presencia.

Parada frente a la puerta de su casa tomó el pomo de la puerta, lo giro y empezó a abrir la puerta con mucho cuidado para no hacer ruido alguno, logrando entrar, se retiro los zapatos, para posteriormente acomodarlos y se adentro en la casa que se encontraba sumergida en silencio y obscuridad . Así que dio un recorrido rápido por todo el lugar para asegurarse que se encontraba solo y asi fue, no había peligro a la vista.

Dentro de la casa coloco su mochila cerca a la ventana y procedió a revisar la nevera, tal vez alguno de sus padres habría dejado olvidada una charola del konbini y asi fue, hoy la suerte estaba con ella, tomó la charola y se dirigió a la mesa, con las luces apagadas ceno, al terminar desecho su basura, para seguir su rutina de tomar un baño e irse a dormir. Tal parecia que esa noche sus padres no llegarían.

Meeting -Soshiro Hoshina-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora