Capítulo 7: Estrategias

253 59 24
                                    



Cassandra aparecía sin descanso últimamente, y siempre que lo hacía era para fastidiarte con alguna tarea, asegurándose de que no disfrutaras de tu estadía en el castillo como sirvienta. Tenías mucho para decir en contra de esa idea, pero debías mantenerte callada. Su familia te vigilaba y para colmo no podías desahogarte con nadie, porque toda sirvienta que era vista contigo podía ser asociada como una aliada en tu lucha contra Cassandra. Nadie quería ganarse su rivalidad por ti, así que estabas sola.

Una mañana en particular, te adelantaste a Cassandra poniendo en marcha una pequeña estrategia para poder pasar tiempo con tu hija, puesto que parecía que querían apartarte de ella a toda costa sin respetar el convenio que tenías con la Dama. Las hijas eran obedientes, no desafiaban a su madre ni en tu presencia ni en tu ausencia, aunque alguna que otra ya te había demostrado que no sería neutral en el conflicto. Temías que intervinieran de forma directa en tu contra.

Retomando aquel día, Lady Cassandra andaba con prisa por el pasillo, molesta como siempre al tener que lidiar contigo. En esa ocasión se enfureció al no verte trabajar donde acostumbrabas, y pensó que seguirías durmiendo como si tuvieses derecho a eso en su propia casa. Como sea, ideó un itinerario muy entretenido donde asearías un par de lugares en el castillo hasta que te sangraran las manos, y mientras tanto tomaría té con algún familiar o presumiría de sus lujos un buen rato.

Sin embargo, no estabas en la habitación cuando pateó la puerta. Tu cama estaba arreglada, tu uniforme no estaba por ningún lado y lo único que tenía claro era que te habías adelantado a ella. Tú ya la esperabas, y para evadirla te levantaste mucho antes, trabajaste en lugares donde no estuviera cerca, y te aseguraste de poder restregárselo en la cara con una nota que dejaste sobre tu cama. Cassandra la tomó y leyó tan molesta como intrigada.

«Buenos días alegría.

Si estás leyendo esto, asumo que no estás al tanto de lo ocupada que estuve adelantando tareas para así tener el escaso tiempo libre que no me permitiste gozar en los días anteriores a este mientras me hacías trabajar como a una esclava. Bueno, te comparto esta noticia entonces: Dispongo de tiempo libre ahora, por fin. Así que si te preguntas dónde puedes encontrarme para fastidiarme, te informo que... No te lo pienso decir. Mátate averiguándolo, querida.

Pero lo más seguro es que, mientras tú lees esto y pierdes tiempo imaginando cómo me destripas, yo estoy pasándolo genial con mi querida hija. A ver si esto es de tu talla, señora mía.

Besitos y abrazos.»

No estabas muy lejos de lo que imaginó Cassandra al describir qué era lo que estaba pensando mientras leía la carta. La mujer arrugó el papel, imaginando cómo te abría la garganta con una hoz al atreverte a adelantarte a ella y encima restregárselo en la cara. Estuvo tan ocupada pasando tiempo con su familia, fastidiándote y haciendo algunas tareas, que se le pasó totalmente la idea de que te ibas a avivar tarde o temprano. Ella no quería verte cerca de Eleanor, hacía todo lo posible por alejarte al mantenerte ocupada. De solo imaginar que lo habías conseguido y tenías a su hija en tus brazos, quería destruirte como desde el inicio expresó. ¿Y dónde iba a encontrarte ahora? El castillo era inmenso.

Comenzó su búsqueda en sitios donde esperó que te resguardaras queriendo relajarte a solas, te buscó en el auditorio, el salón de vinos, la biblioteca, el comedor, y en cientos de lugares más no haciendo otra cosa que enjambrar, abrir de forma abrupta una puerta, buscarte en algún lado y salir furiosa. Las sirvientas se aterraron al verla pasar, algunas fueron interrogadas por Cassandra con respecto a si te habían visto y sabían tu actual ubicación. ¿Qué era mejor? ¿Darle una respuesta poco certera y saber que lo pagarían caro? ¿O decir que no lo sabían y quedar como unas incompetentes?

«¡¿Qué le has hecho a mi hija?!» || ᶜᵃˢˢᵃⁿᵈʳᵃ ᴰⁱᵐⁱᵗʳᵉˢᶜᵘ ˣ ᴸᵉᶜᵗᵒʳᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora