Buenos momentos.

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Necesito de ti, tal y como necesito algo de calma cuando una situación me supera con creces, necesito de ti, eso nunca cambiará.

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Recapitulemos por favor ¿Quieren?.

Evite a mi médico, mi psicóloga me regaño prácticamente hablando, tuve un ataque en frente del medico con el que por cierto, no olvidemos, tuve un sueño húmedo, le confesé cosas que no debería haberle confesado en medio de llanto y me di cuenta de que efectivamente, me gusta...

Diosito, suéltame, no soy tu mejor guerrero.

Mejor toma a itadori, el segurito es un mejor guerrero que yo.

Ahora me quiero matar, definitivamente fue un completo error, es deprimente saber que el acetaminofén en exceso no mata. La única que medicina que me gusta no es capaz de acabar con mi vida, fantástico.

Sugu─ El doctor Geto se había ido hace unos minutos, yo había parado de llorar hace media hora atrás y esperaba con total ansias no volverlo a verlo hasta mañana a las menos once y cincuenta y nueve de la noche.

Hechado en mi cama abrace mi almohada con fuerza, viendo el techo como si pudiera contestar las preguntas del universo entero, darme la respuesta a la cura del cáncer, resolver mis traumas de la infancia y de paso solucionar mis problemas emocionales atascados en mi garganta deseosos de salir y explotar todo. Curiosamente ver el techo como si fuera la novena maravilla del mundo si sirvo, mi cabeza relució con una idea agradable a mis sentidos.

Me levanté de la cama con el ánimo renovado a tope por las nubes, tomé una chaqueta, un pequeño conejo de peluche escondido entre mi armario y dulces que metí en el bolsillo de mi chaqueta.

Si lo pensamos bien,no debería estar feliz por ir al ala infantil de un hospital especializado en el cáncer... Pero, ese pensamiento negativo lo dejaría para mí ducha de dos horas y media llenas de reflexión.

El camino era algo que conocía de memoria por completo, la habitación 507 al igual que todas las habitaciones en esa sección era llamativa y bonita, una placa con el nombre era lo único serio que tenía.

"Megumi Fushiguro"

Sin preguntar entre a la habitación rápidamente, si antes había tenido la leve sensación de tristeza inmediatamente la olvide ante la maravillosa vista.

El antipático, cara de ojete y poco agraciado de Ryomen Sukuna estaba sentado en la alfombra con una corona de flores falsas en su cabeza, pintando en un librito para niños al lado del pequeño Megumi con tal calma que juraría es Itadori.

Nunca en mi vida me permitiré olvidar la expresión que puso cuando se dio cuenta de mi presencia, su cabeza girando hacia la puerta de forma casual hasta que me vio parado al frente de ella, sus ojos abriéndose con una sorpresa inimaginable.

─ ¡Papá Satoru! ─ el pequeño Megumi llego hasta mi, extendiendo sus bracitos deseoso por ser cargado.

No puedo culparlo, hace demasiado tiempo no venia a visitarlo. Deje el pequeño conejo en sus manos y lo cargue con rapidez, su cuerpo liviano entre mis brazos no fue una sorpresa, pero inevitablemente se convirtió en una creciente preocupación.

─ ¡Gumi! ¿Cómo estas? ¡el amargado de Sukuna te esta tratando bien! ¿Verdad?

Asintió con entusiasmo, su sonrisa generando pequeños hoyuelos en su delicado rostro. Por momentos olvido el contexto en el que estamos, la clase de situación de todos los demás pacientes de este hospital afrontan, todos menos yo.

Cuando Hace FrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora