4. examenes

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—¿Por qué me cambié de escuela justo para los exámenes? —preguntó exhausto un mes después, recostándose sobre su cuaderno encima del escritorio—

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—¿Por qué me cambié de escuela justo para los exámenes? —preguntó exhausto un mes después, recostándose sobre su cuaderno encima del escritorio—. Debería estar jugando basket en Tokio, pero no, estoy en Miyagi intentando entender literatura.

Yamaguchi rió: —Vuelve a intentarlo.

Hinata por su parte, se le iluminaron los ojos cuando el platinado mencionó el deporte que hasta hacía un mes practicaba: —¡Enséñame Basketball, Haruto! Tal vez me ayude a mejorar mis técnicas de salto.

Kageyama le golpeó en la cabeza: —Cállate y estudia, que si no pasamos estos exámenes no iremos a Tokio.

Un rubio, que hasta entonces tenia los audífonos puestos, rió por lo bajo: —En Tokio también estarías estudiando para exámenes, no seas idiota. Además, te tienes mucha fe si crees que vas a aprobar algún examen.

Haruto chasqueó la lengua en molestia de su presencia.

Él no estaba ahí porque fuera idiota y no supiera nada. Estaba ahí porque, desafortunadamente, se había perdido gran parte de las clases, lo que le había dejado con mucho contenido pendiente y un considerable vacío de conocimiento que, inevitablemente, le preguntarían en el examen. Su presencia no era una cuestión de falta de inteligencia, sino una consecuencia de circunstancias desafortunadas que lo habían dejado en desventaja —cof, cof, mudarse de ciudad, cof, cof—. Así que, además de que ese rubio hablaba incesantemente, algo que por sí solo ya lo irritaba profundamente, también hablaba sin tener la más mínima idea de lo que estaba diciendo, lo que hacía que su molestia creciera aún más con cada palabra.

Amarga-shima —murmuró por lo bajo Haruto, recordando que desde hacía unas semanas, el peli naranja enano lo llamaba así.

—¿Cómo me llamaste? —preguntó el aludido haciendo una mueca de fastidio y quitándose uno de sus audífonos por unos segundos.

—Nada. Vuelve a tu mundo, Tonto-shima —sonrió falsamente, para después volver a su texto de literatura.

En el transcurso de ese mes, habían tenido un partido amistoso contra la preparatoria Ouginishi. Fue la primera vez que portó el uniforme del club de voleibol del Karasuno "oficialmente", llevando el número 14 tanto en su espalda como en su pecho. La lógica sugeriría que debía usar el número 13, pero la fama de mala suerte asociada a ese número fue suficiente para que se decidiera saltarlo, prefiriendo así un número que no trajera consigo supersticiones negativas.

Para él, este detalle, aunque aparentemente menor, tenía un gran significado, pues era la primera vez desde sus cinco años que no portaba un uniforme característico del baloncesto y por primera vez, jugaba un partido de voleibol —aunque jugó terrible, cabe aclarar. Entró en el segundo set y la mayoría de sus recepciones en el poco tiempo que jugó se le iban para donde no debía y solo pudo rematar dos de las cuatro colocaciones que Kageyama le dio—.

Los exámenes de pronto estaban a la vuelta de la esquina, y más de uno de los estudiantes comenzaba a sentir una creciente ansiedad al respecto. La presión por obtener buenos resultados gigante, y muchos se encontraban estresados por la posibilidad de no aprobar alguna de las materias. La preocupación era especialmente grande para los chicos de los clubes, ya que si reprobaban alguna asignatura, se verían obligados a tomar clases extras para recuperar el tiempo perdido y esto significaba que tendrían que sacrificar otras actividades importantes, como el esperado campamento en Tokio, que había sido planeado con tanta ilusión. El campamento estaba programado para el mismo fin de semana en el que se llevarían a cabo las clases de recuperación, lo que convertía el temor a reprobar en una preocupación aún mayor.

Sabía que estaría bien, quería creerlo cuando presentó el ultimo examen y salió del salón camino a almorzar junto a Yamaguchi y Tsukishima —no, él iba a almorzar con Yamaguchi, él sí era su amigo... El otro que se joda—.

¡Además, tenían nueva manager! Yachi desde ahora se iba a unir a ellos como manager secundaria.

Para su suerte, todos sus exámenes los aprobó con facilidad, y no le quedó de otra que restregarle en la cara a Kei como el platinado había obtenido un 98/100 en inglés y el rubio solo un 95/100. Puso su dedo indice sobre la bolsa de debajo de su ojo, y comenzó a llamarle idiota hasta que este casi le pega una cachetada que fue retenida por Yamaguchi.

El pobre chico de cabellos con tonalidades verdes y pecas era el puente para que los dos muchachos no se mataran entre sí.

—El día que esos dos dejen de pelear, tendremos una gran fiesta acá dentro del Karasuno —Haruto escuchó como Tadashi le decía un día a Daichi antes de que un "balón perdido" lanzado por Tsukishima le golpeara en la cabeza.

—¡Pedazo de idiota!

—Mira quien habla —rió por lo bajo el de lentes y se alejó—. Fue un balón perdido, una disculpa —en sus ojos se podía notar como no lo había sido.

—¡Idiota!

—Primero Hinata y Kageyama, y ahora este par. ¿Que tienen los de primero para odiarse entre ellos? —escuchó a Sugawara, dirigiéndose a Kinoshita.

Al finalizar su entrenamiento, Haruto decidió regresar caminando a su casa ya que, excepcionalmente, ese día no había llevado su bicicleta consigo. El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados mientras él avanzaba colina abajo. Apenas habían pasado unos minutos desde que inició su caminata cuando empezó a percibir unos pasos sigilosos resonando a sus espaldas. Ante el ruido, Haruto se giró lentamente para descubrir quién lo seguía. Para su sorpresa y alivio, se encontró cara a cara con Sugawara, quien sonreía amigablemente.

—Hola, Sugawara-san.

—Hola, Haruto —sonrió este caminando a su lado—. Vas mejorando, que bueno —le afirmó dándole unas pequeñas palmadas en la espalda.

—Gracias, Sugawara-san —afirmó este.

—¿Cómo te está yendo con Tsukishima y los bloqueos? —le preguntó.

Haruto hizo una mueca: —Excepto por la parte donde lo odio, sí, todo va bien.

Sugawara soltó una suave risa: —Necesito preguntarte... ¿Por qué se llevan mal? O sea, tú acabas de llegar y están en la misma clase y desde el primer día en el club se llevaron mal.

—Pues... Resulta que como al segundo día de yo llegar acá, me fui a un seven eleven a comprar un refresco... ¡Era el último! Y yo lo quería, pero él apareció de la nada y lo quería también y lo terminamos rompiendo porque era de enfrasque de vidrio —Haruto lo vio haciendo una mueca.

Sugawara se le quedó viendo unos segundos en silencio antes de estallar en carcajadas: —¿Es por eso? ¡Cállate! ¡Que chistoso! ¡¿Se odian por un refresco de vidrio?!

—Lo haces ver como si no hubiese sido nada...

—¡Pues es que no fue nada! —el mayor siguió riendo, con sus brazos alrededor de su estomago que empezaba a doler—, ¡por un refresco! Agradece que Daichi no los ha expulsado del club como hizo con Hinata y Kageyama a inicio de año.

—¿Los expulsó?

—Ah, sí. Resulta que se pelearon y le quitaron el peluquín al subdirector —intentó calmarse, pero pequeñas risas seguían saliendo—. Como sea, al menos tenían razones validas para llevarse mal... ¿Pero un refresco?

—Aun me lo debe —murmuró el platinado haciendo una mueca y cruzándose de brazos, sonrojado.

—Y te lo deberá toda la vida, estoy seguro —afirmó Kōshi—. Bien, yo me voy por allí. Nos vemos mañana, Haruto.

—Hasta pronto, Sugawara-san —sonrió él, separándose por fin y siguiendo su camino a su propia casa.

Bufó, ¿es que acaso nadie entendía que Tsukishima merecía todo el odio del mundo por haber desperdiciado un delicioso refresco frío y perfecto?

haters ; tsukishima keiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora