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— Capitán, es urgente — Meredith entra corriendo a mi oficina

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— Capitán, es urgente — Meredith entra corriendo a mi oficina. Levanto la cabeza a punto de reclamar, pero ella niega — Su hermana... derribaron el jet de su hermana.

Mis oídos pitan. Mis puños se aprietan tanto que destrozo el lápiz que tenía en la mano.

La tensión en la sala es palpable. Las palabras de Meredith resuenan en mi mente, y la rabia se apodera de mí. ¿Quién se atrevería a atentar contra la princesa, mi hermana? La adrenalina fluye, y mi puño se cierra con fuerza.

Christopher, el maldito Morgan, está frente a mí en menos de nada. Sus ojos me desafían, y no puedo evitar lanzarle un puñetazo que lo hace chocar contra la pared. La pelea estalla, y Parker y Linguini nos separan antes de que la sangre llegue al río.

— ¡FUISTE TÚ! — le grito a Christopher, señalándolo con furia.

Sí, el orgullo herido duele, pero esto va más allá. Sabrina, mi hermana, mi heredero están en peligro e incluso muertos.

— Ella fue un daño colateral — dice Christopher con una media sonrisa.

¿Daño colateral? No puedo creerlo. Mi mente se llena de imágenes de Sabrina, su risa, su ternura. No puedo perderla.

Suelto una risa amarga. — Me las vas a pagar, Morgan. No sabes con quién te estás metiendo, maldito niño abandonado.

La venganza arde en mis venas. Pero ahora, más que nunca, debo encontrar a Sabrina. No importa lo que cueste. Y si Christopher Morgan se interpone en mi camino, no habrá piedad.

 Y si Christopher Morgan se interpone en mi camino, no habrá piedad

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— Quiero información precisa de todo relacionado a Sabrina. — Observo la pantalla de la computadora de mi despacho.

— El avión de Sabrina, volaba hacia Asia. Su jet, un modelo experimental de última generación, estaba equipado con tecnología de camuflaje y sistemas de defensa avanzados. Sin embargo, en algún lugar sobre el Mar de China Oriental, un enemigo desconocido logró derribar su avión.

— No es desconocido. Tengo al maldito responsable de la orden pero necesito todo, explota todo Ryanair — Cierro los ojos recargado en mi silla — Mátalos a todos, no dejes a ninguno vivo.

Bratt LewisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora