Capítulo dos: Tal vez.

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Cuando uno de los pocos empleados del hotel golpea la puerta a las 8:30 p.m con la cena, Lauren sigue sentada en el mismo sillón que está pegado a una de las ventanas que tiene la habitación. No tiene ni fuerzas ni ánimos de contestar, por lo que luego de unos segundos de espera, el joven solo se retira.

Ha pasado 24 horas lejos de su familia, y simplemente siente que está a punto de perder la cabeza. La soledad la abruma, la hace sentir desanimada. Pero, vamos, ¿Quién no se sentiría así en esta situación?

Ha mirado su teléfono en vano, lo sabe, pero, ¿Qué demonios se supone que haga? ¿Tirarse a llorar hasta deshidratarse en la cama? A pesar de que se vea muy cómoda, Lauren no quiero tener nada que ver con esa habitación, ese hotel, el país y toda la mierda que su estúpido error trajo.

Manor House Hotel, Jueves 9:50 a.m.

El salón-comedor está casi vacío cuando Lauren baja. Un rápido vistazo a su teléfono le hace notar que son casi las diez de la mañana y que, si es como en cada hotel, el desayuno finaliza en diez minutos. Sin embargo, necesita comer algo.

Dando un suspiro, cuenta hasta tres y decide avanzar hasta la mesa de las bebidas. Un té no le vendrá nada mal en este momento. Una vez que su infusión está preparada en un pequeño vaso descartable, toma uno de los alfajores artesanales que están sobre la mesa de dulces.

En su camino del primer al segundo piso del edificio, Lauren puede oír el rugido del viento exterior. Ni si quiera el clima ayuda a la nostalgia que la invade en este momento. Ni si quiera han pasado dos días y siente que ha estado lejos de su hogar un siglo.

–Lauren, querida–

Sinu intercepta en el final de la escalera. Tiene una bandeja con un desayuno muy apetitoso en las manos. Lauren supone que es para ella y aunque odie esto, se ve mucho mejor que su improvisado desayuno.

–Hola– murmura.
–Me alegra muchísimo que hayas decidido salir de tu habitación– sonríe la mujer.
–Solo fui a buscarme algo para desayunar–
–Justamente eso te he traído. Miles me dejo un listado con tus comidas favoritas y con las cosas que...–
–No quiero un trato especial– corta.
–No lo es– afirma Sinuhe. –Mi hija desayuna algo bastante parecido, asique...–
–Entiendo– interrumpe una vez más.
–En realidad– se aclara la garganta la mujer. –Este desayuno era para mi niña. Pero sigue durmiendo, y es mejor no despertarla, asique pensé que te gustaría–
–Intentaré... Voy a tratar de comer algo– se encoge de hombros. –Pero preferiría ducharme primero, y no encontré ninguna toalla en la habitación– señala su puerta.
–Camila debe de haber olvidado dejarlas– murmura.
– ¿Camila?–
–Mi hija, ese es su nombre– sonríe. –Te conseguiré algunas en recepción. Le diré a alguno de los empleados que las traigan. Ten–

Lauren acepta la bandeja en sus manos luego de colocar su alfajor y el improvisado té en ella. Sinuhe le sonríe y pasa por su lado, bajando las escaleras. Una vez que deja de verla, la ojiverde voltea a y se dirige a su habitación, pero ¿Cómo se supone que va a abrir la puerta si tiene una ban...?

–Déjame sostenerte eso–

Una morena la mira sonriente desde la habitación de la puerta blanca. "Debe ser la hija de Sinuhe... Camila". Antes de que Lauren pueda objetar o negarse, la chica avanza hasta ella y le quita la bandeja de las manos, haciendo un gesto hacia la puerta con la cabeza.

–Esta algo pesado– sonríe.

Lauren parpadea algo confundida y frunce el ceño, antes de voltearse hacia la puerta y abrirla. Vuelve a tomar la bandeja de las manos de la tal Camila y la deja sobre la mesa que está al costado de la puerta de la habitación.

Photograph || Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora