Capítulo Dieciocho: "Lauren"

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Capítulo narrado desde el punto de vista de Camila.

"Un hueco en el pecho", creo que esa es la expresión. Ese era el sentimiento que me abatía ahora. El mismo sentimiento que tuve cuando me enteré de mi enfermedad. El mismo que tuve el día que oí a mi mamá llorando porque le dijeron que iba a morir. El mismo sentimiento cuando papá me dijo Rebecca se había ido. El mismo sentimiento que sacudió mi cuerpo y me dejó en depresión cuando admití que Lauren me gustaba. Porque ella me gustaba, y me gustaba mucho. Pero ella iba a irse...

Quiero irme a casa.

Lauren solloza entre mis brazos, mojando levemente mi pecho desnudo. Ella solloza y es el sonido más agobiante que he escuchado jamás. Sigo acariciando su pelo, conteniendo mis lágrimas, fingiendo que soy fuerte, pretendiendo que sus palabras no me han afectado.

Quiero irme a casa.

Me siento una completa idiota. Me siento como si fuera la persona más idiota del mundo. ¿Acaso no aprendiste nada con Rebecca? ¿Acaso no te juraste a ti misma que esto seria solo un romance para no estar tan sola unos cuantos meses? ¡Prometiste no enamorarte de ella, Camila!

Quiero irme a casa.

Y ella se irá ahora...

Quiero irme a casa.

Va a dejarme sola, con este agujero que se ha formado en mi pecho...

Quiero irme a casa.

Siento que me hundo, me cuesta respirar...

Quiero irme a casa...

– ¿Camz? ¿Camila, que sucede?– escucho a Lauren.

Cierro los ojos con fuerza, maldiciéndome de sobre manera, insultándome en cada idioma que recuerdo. ¿Un ataque justo ahora, Camila? ¿Es en serio? ¡Lucha, demonios! ¡Lauren necesita que estés con ella, no en un hospital a miles de kilómetros!

Lucha, lucha. Respira, vamos.

– ¡Sinuhe!– la voz de Lauren resuena en mis oídos una vez más.

Siento el cuerpo frío, sé que pronto comenzarán las puntadas por el cuerpo, que mi boca se pondrá azul y que sentiré que me estoy ahogando continuamente, sentiré que todo el aire se va, y voy a intentar guardarlo para mí en un intento fallido. Me duele el pecho. ¿Por qué me duele el pecho? Auch, mi corazón está pinchando. ¿Qué esto? ¡Lauren, Lauren, por favor ven! ¿Mamá? ¿Papá? ¡Por favor, me duele! ¡Alguien que me diga que es esto!

– ¡Camila!–

Lauren solloza a mi lado mientras siento que papá levanta mi cuerpo de la cama. Estoy temblando, muero de frío, estoy desnuda ¿Qué es esto? Siento el ruido del ascensor y oigo una discusión de fondo, con voces distorsionadas, pero femeninas.

No puedes dejar a Lauren sola otra vez. Debes hacer algo, debes luchar por quedarme. Ella te necesita, Camila.

–Lauren– murmuro.

La verdad es que mi voz da lástima, pero sé que mi papá ha oído ese pequeño sonido, y se ha detenido. Y puedo jurar que ahora él está mirándome algo confundido y consternado. Por favor, papá, debes hacer que Lauren venga conmigo.

Por favor, por favor, por favor...

–Creo que está despertando, Alejandro–

¿Mamá? ¿Eres tú? Tu voz suena cansada...

–Mila, hija. Tranquila, despacio– pide mi madre.
–Agua– mi voz da lástima una vez más.

Papá me sonríe desde el otro lado de la habitación mientras mamá me acerca una botella de agua con un sorbete a la boca. Doy un trago muy lento, intentando esconder el dolor que me provoca tragar.

–Fue un susto de los grandes– me sonríe.
–Alejandro, no le digas esas cosas– mamá frunce el ceño y me hace sonreír.
– ¿Cómo te sientes, Camzi?– se sienta al lado mío.

Levanto la mano levemente con mi pulgar en alto para decirles que me encuentro bien. Por supuesto que es una mentira, me duele la cabeza como si tuviera un elefante parado en ella, y tengo la espalda totalmente dura.

–Nos preocupamos tanto– suspira mi madre, acariciando mi mano.
–Cada vez que iba al hotel todos saltaban sobre nosotros a preguntarnos cómo estabas o si habías despertado– asiente mi papá.

Mi ceño se frunce enseguida en cuanto mencionan al hotel. ¿Cuánto tiempo fue esta vez? ¿Cuánto tiempo pasé inconsciente? ¿Cuánto tiempo dejé sola a Lauren?

–Mila, relaja esa cara– regaña mi madre. –Te dará un dolor de cabeza horrible– ruedo los ojos sabiendo que el dolor ya lo tengo.
– ¿Quieres preguntar algo?– dice mi papá.

Mamá me acerca la botella de agua una vez más en cuanto asiento con la cabeza. Doy un sorbo y trago, apretando los labios por el líquido frío. El segundo trago se escurre con facilidad por mi garganta. Suspiro y pienso, sabiendo que podré decir unas pocas palabras.

–Lauren– murmuro.

Mi voz es ronca. Demasiado ronca, y raspa en mi garganta. Mamá y papá se miran entre ellos y vuelven a mirarme. Mamá acaricia mi mano y veo la sonrisa de lástima que ambos tienen en su rostro.

¿Qué está pasando?

–Papá... Lauren...– murmuro.

En mi cabeza se repite mi último momento de lucidez. Papá llevándome en brazos, mirándome fijamente después de que le susurré el nombre de Lauren. ¿Qué estarán pensando? ¿Estarán enfadados? Me sonrojo al recordar que tanto Lauren como yo estábamos desnudas en la habitación cuando el ataque ocurrió.

–Si, mi niña, entiendo– asiente mi papá.
– ¿Dónde...?–

Intento incorporarme en la camilla y siseo del dolor que siento en las piernas. Papá salta a mi ayuda mientras escucho los regaños de mamá de fondo diciendo que no debería esforzarme si acabo de despertarme.

Miro a mi papá a los ojos y uso mi mejor arma contra él: mis ojos de súplica. Papá frunce el ceño molesto, pero segundos después suspira y se frota el puente de la nariz. Sonrío, tomándole las manos, disfrutando mi victoria.

– ¿Dónde esta Lauren?– logro formular.
–Camila, esto no es...–
–Sinuhe, por favor– interviene mi papá. –Ella es grande y decide por si misma–
–Hija, estuviste internada casi por dos semanas– suelta papá, acariciando mi mejilla.
–Lauren– logro murmurar de nuevo.
–Alejandro, por favor–la voz de mi mamá suena con súplica.
–Sinuhe, déjamelo a mi– insiste.

Mis manos tiemblan, pero intento disimularlo. Tengo el pulso acelerado por sé perfectamente que papá va a decirme algo malo. Y no quiero tener otro ataque. Debo dejar de hacer eso, debo tomar las riendas de mi enfermedad y dominarla, no dejar que ella me domine a mí.

–Dónde... Es... Dónde está... Lauren– insisto.
–Por dios, Camila. ¡Ella se fue!– dice mi madre.
– ¡Sinuhe!– mi padre suena enojado.
–Dile la verdad, Alejandro. Quisiste decírsela, ahora hazlo– papá niega.
–Lauren...– insisto.
–Lauren se marchó, hija. Ella regresó con su familia– susurra papá.

Y mi mundo se viene abajo.


Photograph || Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora