En el silencio de mi despacho(mi habitación) definido por cuatro paredes, una ventana, mi cama y una mesa con unos cuantos cachivaches encima, fluían lentamente las palabras mientras intentaba dar forma a un ensayo que parecía escaparse de mis pensamientos. La pluma se deslizaba sobre el papel, trazando ideas y conceptos que, en su conjunto, debían conformar algo coherente y significativo. Sin embargo, la tranquilidad aparente era solo eso: aparente. Dentro de mí, una tormenta de recuerdos y arrepentimientos rugía con fuerza, reclamando atención.Esa noche, el peso de mis decisiones pasadas se hacía sentir más que nunca. Cada vez que intentaba concentrarme, las imágenes del pasado me asaltaban sin piedad. Suspiré, dejando la pluma a un lado, y cerré los ojos, permitiéndome ser arrastrado por el torrente de memorias. Si iba a entender mi presente, debía empezar desde el principio.
Tenía 14 años cuando mis dones se manifestaron por primera vez. En aquel entonces, era solo un adolescente más, tratando de encontrar mi lugar en el mundo. Pero todo cambió de un día para otro. Recuerdo que fue durante un entrenamiento de artes marciales. Mi maestro, un hombre sabio y exigente, había decidido llevarme al límite ese día. La sesión se extendió por horas, empujando mi cuerpo y mente más allá de lo que creía posible.
Los ejercicios se volvieron más intensos, y el cansancio comenzó a nublar mis pensamientos. Cada músculo de mi cuerpo ardía, y mi respiración se volvía cada vez más pesada. Pero, como si no fuera suficiente, mi maestro aumento la intensidad con un combate de practica. Era yo, contra un chico más experimentado que yo, su rango era de cinturón rojo. (Que exagerado mi maestro, ¿no?)
No podía rendirme. Mi maestro insistía en que solo superando nuestros límites podríamos descubrir nuestro verdadero potencial. En un momento, mientras ejecutaba una serie de movimientos rápidos y precisos, sentí que mi cuerpo estaba a punto de colapsar. A parte, debía defenderme de los ataques de ese tipo.Pero, hubo un instante, un momento... justo al borde del desmayo, cuando una oleada de energía me atravesó. Una fuerza inexplicable surgió desde lo más profundo de mi ser, inundando cada célula de mi cuerpo. Mis sentidos se agudizaron y mi mente se despejó como si un velo se hubiera levantado. Vi todo en cámara lenta... Fue similar a eso que los deportistas de alto rendimiento llaman "la zona²".
Pude sentir el flujo de la energía a mi alrededor, conectándome con el entorno de una manera que nunca había experimentado antes. Era como si una nueva dimensión de la realidad se hubiera revelado ante mí. Termine dando un golpe tan preciso y fuerte a ese tipo en su tórax, que hasta por un momento me asusté y pensé que lo había herido de gravedad. El maestro y todos los que estaban observando quedaron boquiabiertos, pero el silencio fue interrumpido por el entrenador diciendo "ya ví suficiente". Después de esa frase, el maestro me miro con agrado y el entrenamiento finalizó por ese día.
Al principio, no entendía lo que estaba sucediendo. Solo sabía que veía el mundo de una manera diferente. Las personas a mi alrededor ya no eran solo figuras; podía percibir algo más profundo, algo que emanaba de ellas.
Comencé a investigar, buscando cualquier información que pudiera ayudarme a entender lo que me estaba pasando. Fue así como me topé con el concepto de la energía y la magia, no como elementos de fantasía, sino como fuerzas reales que podían ser comprendidas y manipuladas.Mi don, que entonces no tenía nombre, me permitió convertirme en una persona divergente y convergente. Ser divergente significaba poder ver más allá de lo evidente, percibir las múltiples posibilidades y caminos que se abrían frente a mí. Me otorgaba una visión expandida del mundo, permitiéndome detectar patrones y conexiones que otros no podían ver. Por otro lado, ser convergente implicaba la capacidad de enfocar y dirigir mi energía interna hacia un punto específico, amplificando mis habilidades y potencializando mi desempeño en diversas áreas. En pocas palabras, me parecía a Mahoraga³(General Divino de las Ocho Hojas Divergentes del Sila)
Con el tiempo, aprendí a manipular la energía dentro de mí. Esto no solo me permitió mejorar mis capacidades físicas, sino también entender y percibir el aura y el color del alma de las personas que me rodeaban. Cada individuo emanaba una energía única, un campo de fuerza que revelaba sus intenciones y sentimientos. El aura, con sus matices y fluctuaciones, se convertía en una guía para interpretar las emociones más profundas y ocultas.
La clave de esta percepción era el contacto visual. Los ojos, las puertas del alma, me permitían acceder a esta información con solo una mirada. Bastaba con un instante, menos de un segundo, para que pudiera leer el alma de alguien y comprender sus verdaderas intenciones. Esta habilidad, aunque poderosa, también resultaba abrumadora. Ver las emociones desnudas de las personas, sus miedos y deseos, me hizo consciente de la complejidad y la oscuridad que habita en cada ser humano.
A medida que profundizaba en mis habilidades, descubrí que la energía espiritual y la capacidad mental estaban intrínsecamente ligadas. La energía espiritual es la fuerza vital que fluye a través de todos los seres vivos, una corriente de poder que puede ser canalizada y dirigida. Sin embargo, para manejar esta energía de manera efectiva, es crucial tener una mente fuerte y una voluntad férrea ⁴. Así que la mente actúa como un filtro y una guía para la energía espiritual; sin la estabilidad mental y emocional adecuada, esta energía puede volverse caótica y peligrosa.
Alguien con una mente y voluntad débil puede perder el control fácilmente. La energía espiritual es poderosa y, si no se maneja correctamente, puede consumir al individuo, llevándolo a la desesperación o incluso a la locura. Recuerdo casos de personas que, al intentar manipular fuerzas que no comprendían completamente, terminaron siendo víctimas de sus propios inventos(es un decir, para no dar detalles desgarradores). La falta de disciplina mental y emocional puede hacer que la energía espiritual se vuelva destructiva, afectando no solo al individuo, sino también a quienes lo rodean. Llamemosle "posesión".
Para evitar estos peligros, me di cuenta de que debía fortalecer mi mente tanto como mi espíritu. La meditación y la introspección se convirtieron en parte fundamental de mi entrenamiento diario. Aprendí a calmar mi mente, a enfocar mis pensamientos y a mantener un equilibrio emocional. La fortaleza mental me permitía dirigir mi energía con precisión, evitando el caos y el descontrol. Entendí que el dominio de la energía espiritual no era solo una cuestión de poder, sino de equilibrio y armonía.
Además de la meditación, estudié diversas disciplinas que combinaban el cuerpo y la mente, como las artes marciales(Karate, Kung Fu y Wing Chun). Estas prácticas no solo fortalecían mi cuerpo, sino que también me enseñaban a canalizar mi energía de manera efectiva. Cada movimiento, cada respiración, estaba diseñado para alinear mi energía espiritual con mi capacidad mental, creando una sinergia que potenciaba mis habilidades. En resumen, asistía a los entrenamientos y entrenaba yo solo los fines de semana en casa.
En mi búsqueda de conocimiento, también estudié la historia y las tradiciones de diversas culturas que comprendían y respetaban la energía espiritual. Desde los chamanes indígenas hasta los monjes budistas, aprendí que, aunque las prácticas y creencias variaban, el principio fundamental era el mismo: la energía espiritual y la capacidad mental deben trabajar en conjunto. Solo así se puede alcanzar un verdadero dominio de las fuerzas que nos rodean.
Ahora, sentado en mi despacho y reflexionando sobre mi pasado, entiendo que cada paso dado, cada decisión tomada, me ha llevado hasta aquí. El conocimiento adquirido, las experiencias vividas, todas forman parte de un camino que aún no ha terminado. La batalla contra las fuerzas oscuras continúa, y mi misión sigue siendo clara. Pero para avanzar, debo seguir aprendiendo, seguir evolucionando. Porque en el fondo, sé que este es solo el principio de una historia mucho más grande.
La transición de un adolescente común a un cazador de lo paranormal no fue fácil. A menudo, me encontraba en situaciones que desafiaban mi comprensión y me obligaban a enfrentar mis propios temores. Pero cada desafío superado fortalecía mi determinación. Sabía que mi misión en la vida iba más allá de lo ordinario. Mi don era una herramienta poderosa, y tenía la responsabilidad de usarlo para un propósito mayor.
Después hablaremos de los precios y sacrificios del desgaste o abuso de esta técnica. La llamé "Visión Arcana", pues se refiere a la capacidad de percibir o entender aspectos ocultos, secretos o misteriosos relacionados con lo esotérico, lo mágico o lo sobrenatural. El término "arcano" significa "oculto" o "secreto".
En el contexto de habilidades como las mías, tener una "visión arcana" implica una percepción más allá de lo ordinario, donde se puede discernir conocimientos o realidades que están más allá de la comprensión común.
------------------------------
Próximo capítulo: Tao y Tándem. El ensayo que explica a profundidad
ESTÁS LEYENDO
Cómo Vencer A yMa: El Último Cazador
Non-FictionComo vencer a yMa: El Último Cazador Autor: Charly Género: misterio (y algo de romance :P) En "Como vencer a yMa: El Último Cazador", Charly documenta su travesía como cazador de lo paranormal. A través de su bitácora, el autor nos introduce en un...