Mi mente estaba empañada por la oscuridad y la desesperación. El eco de la reciente lucha con Malphas aún resonaba en mi interior, dejando huellas que se mezclaban con la niebla de mis pensamientos. Estaba en mi refugio temporal, un lugar tan sombrío como mi estado de ánimo, cuando un ruido me sacó de mi ensimismamiento.Al levantar la vista, vi a Annie, de pie frente a mí. Su rostro reflejaba una preocupación profunda, un reflejo de la inquietud que sentía por mi bienestar físico y mental.
—Charly —susurró con voz suave, casi como si temiera romperme—, ¿cómo te sientes? Pareces un alma perdida.
No pude evitar una sonrisa, aunque débil, ante su preocupación. Annie era una de las pocas personas que realmente comprendían la magnitud de lo que enfrentaba.
—No es nada grave, Annie —respondí, esforzándome por sonar optimista—. Solo estoy lidiando con el peso del mundo.
Ella se acercó más, su mano cálida sobre mi brazo.
—Hay cosas más grandes que tú, Charly. A veces creo que no puedes manejarlo todo por ti solo.
Sentía que las palabras de Annie penetraban en mi mente como una advertencia, pero antes de que pudiera responder, un cambio en el ambiente me alertó. Una presencia abrumadora invadió el lugar, una energía que reconocí al instante. Abaddon había llegado. Después de todo, Malphas me dió cierta información —a la fuerza— sobre algunos secuaces y los investigué un poco.
Sus ojos verdes, con pupilas rasgadas como las de un gato, brillaban con una furia contenida, y su energía oscura se extendía a mi alrededor, oprimiendo el aire mismo. No estaba preparado para enfrentar a un enemigo tan poderoso. Mi cuerpo, aún debilitado por la batalla con Malphas, no estaba en condiciones de soportar otro enfrentamiento de tal magnitud. Pero no tenía opción.
Abaddon avanzó hacia mí con una sonrisa que auguraba muerte. En sus manos, una espada de obsidiana resplandecía con un brillo maldito. Sabía que me enfrentaba a un ser más allá de lo humano, un inmortal cuyas intenciones estaban impregnadas de un odio milenario.
—Necesito que te vayas lo más pronto posible— le dije a Annie mientras me puse en guardia.No dijo nada, solo asintió con preocupación (aunque confiando en mi) y salió muy rápido del refugio.
El primer intercambio de golpes fue brutal. Cada movimiento que hacía era calculado, cada técnica desplegada con una precisión nacida del instinto y la necesidad de sobrevivir. Pero Abaddon no era un enemigo común; su cuerpo parecía absorber cada impacto, como si mi fuerza simplemente desapareciera en su carne.
Mientras luchábamos, mis pensamientos volaban al abismo de la existencia. "A veces lo que más deseamos es lo que más nos niega la vida. Es la ironía de la existencia y la esencia de lo efímero. Después de todo, el ser humano no está a gusto y satisfecho con lo que tiene, sino que quiere algo más siempre... Por eso se vuelve irónico que el que menos tiempo tiene de vida, es quien más anhela tener vida, y quién más quiere morir, parece ser inmortal...".
En un intento desesperado, comencé a desplegar técnicas que había perfeccionado a lo largo de mi vida. Cerré mis ojos, concentrando mi energía en mi oído, agudizándolo para percibir hasta el más mínimo sonido de los movimientos de Abaddon. La técnica que me permitía renunciar a otros sentidos para agudizar uno solo me daba una pequeña ventaja, pero requería una concentración extrema. El mundo se volvió un sonido, y cada paso de Abaddon retumbaba como un trueno en mi mente.
La lucha continuó, con ambos intercambiando golpes devastadores. Abaddon era una bestia imparable, y cada vez que lograba conectarle un ataque, su cuerpo absorbía el impacto como si estuviera alimentándose de mi esfuerzo. Pero entonces, en medio del caos, lo noté. Un sutil cambio en su postura, una ligera vacilación. Sus heridas no se cerraban tan rápido como antes, y su respiración, aunque controlada, se volvía más pesada.
"Hay un límite", pensé. Su capacidad para absorber los golpes no era infinita. Aposté todo a esta revelación. Si podía superar ese límite, podría acabar con él.
Decidí arriesgarlo todo. Retrocedí unos pasos, creando un pequeño espacio entre nosotros, y concentré mi energía en un solo punto. Coloqué la punta de mi dedo índice sobre mi pecho y giré mi mano hacia la derecha, como si estuviera destapando algo oculto en mi interior. Los puntos de presión en mis vasos sanguíneos se liberaron, y una oleada de calor recorrió mi cuerpo, evaporando incluso el sudor en mi piel.
—Ven aquí —dije, mi voz firme a pesar del dolor que sentía—, te mostraré lo que es la determinación.
En un movimiento rápido, ejecuté la técnica "Enton: Llama Oscura Lunar". Mi dedo índice, ahora imbuido con una energía concentrada, tocó el pecho de Abaddon. Fue un toque sutil, casi imperceptible, pero resonó en su interior como un trueno. Abaddon se tambaleó, sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa y el dolor. La energía que había almacenado dentro de él comenzó a desbordarse, incapaz de contenerse más.
El rostro de Abaddon se contorsionó en una mezcla de rabia y asombro. Sangre negra comenzó a fluir de su nariz, sus ojos verdes perdieron algo de su brillo, y su cuerpo, que había absorbido cada uno de mis ataques, ahora mostraba signos de debilidad. Pero yo también estaba al límite. El esfuerzo de la técnica me había cobrado un precio, y sentí la sangre subir por mi garganta antes de escupirla violentamente.
La batalla alcanzó su clímax. Con un último esfuerzo, lancé un golpe directo al corazón de Abaddon. Esta vez, mi puño atravesó sus defensas, y él soltó un grito de agonía mientras caía de rodillas.
Abaddon, al borde de la derrota, levantó la vista hacia mí con una extraña mezcla de respeto y resignación. —"Por fin..."— murmuró, con voz rasposa. —"Por fin alguien me ha llevado al límite. Ahora lo entiendo... La belleza de la vida está en los límites, en la lucha por sobrevivir, no en la inmortalidad..."
Sus palabras quedaron flotando en el aire mientras él se derrumbaba, su cuerpo desvaneciéndose lentamente en la oscuridad que lo rodeaba. Pero antes de desaparecer por completo, me dejó una última advertencia, una pieza crucial de información.
—yMa... ella busca el Corazón del Abismo... Un poder que podría destruir todo lo que conoces. Si lo obtiene, no habrá salvación para este mundo... ni para ti...
Me quedé allí, de pie, en medio de los escombros, con el cuerpo al borde del colapso y la mente embotada por la fatiga. Pero algo dentro de mí se encendió. Un propósito claro emergió de las sombras de mi alma. Mi vida, hasta ahora una serie de combates y supervivencia, había encontrado una nueva razón para seguir adelante: detener a yMa antes de que obtenga el Corazón del Abismo.
Con esa resolución, caí de rodillas, exhausto y herido, pero no derrotado. Sabía que mi viaje estaba lejos de terminar, pero por primera vez en mucho tiempo, sentí que había encontrado un camino, un propósito que iba más allá de la venganza o la supervivencia. Este era el comienzo de algo nuevo, y estaba dispuesto a enfrentar lo que fuera para cumplir con mi destino... O eso pensé mientras estaba quedándome dormido y sin una pizca de fuerza en mi....
—Entonces, ¿Este es el fin?. Tengo tantas cosas por terminar... Que irónico es todo esto... —me quejé.
—Debes levantarte, porque eres el más fuerte, Gabymaru... — decían voces que se escuchaban a lo lejos. Parecía que los recuerdos se estaban mezclando con lo que estaba sucediendo en mi momento de agonía...—Tal vez necesito descansar — respondí a esas voces que escuchaba a lo lejos mientras observaba a alguien acercarse con desesperación y preocupación.
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Próximo capítulo: No quiero perderte.
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Cómo Vencer A yMa: El Último Cazador
No FicciónComo vencer a yMa: El Último Cazador Autor: Charly Género: misterio (y algo de romance :P) En "Como vencer a yMa: El Último Cazador", Charly documenta su travesía como cazador de lo paranormal. A través de su bitácora, el autor nos introduce en un...