Capítulo 27

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——— Ambar ———


Los primeros rayos de sol que inauguran un nuevo día se filtran a través de las delicadas cortinas, iluminando la habitación con suavidad. Voy despertándome lentamente, sintiendo el peso de la noche anterior todavía sobre mis hombros. Cuando al fin abro los ojos, me fijo en que Chloe sigue descansando apaciblemente a mi lado. Su expresión tranquila me transmite algo de esperanza para el día que apenas comienza. Me deslizo fuera de la cama cuidadosamente, tratando de hacer el mínimo ruido posible para dejar que ella pueda seguir durmiendo un poco más. Salgo del dormitorio silenciosamente y entorno la puerta al salir para dirigirme hacia el baño. Una vez dentro, me acerco al lavamanos y miro mi reflejo en el espejo suspendido justo encima de él. El color levemente rojizo de mis ojos y la hinchazón por el llanto de anoche todavía son bastante visibles.

Después de lavarme la cara y de recoger mi despeinado cabello rubio en una coleta alta, bajo a la cocina para preparar algo para desayunar. Rebusco en el frigorífico de Chloe y encuentro algunas frutas en uno de los múltiples estantes, suficientes para las dos. Las corto cuidadosamente en pequeños pedazos y preparo también unas cuantas tostadas y algo de café. El agradable aroma del pan cocinándose inunda la sala en poco tiempo, brindándome a su paso un apetito cada vez mayor. Mientras las tostadas terminan de dorarse, escucho pasos ligeros que suenan detrás de mí. Cuando me doy la vuelta, encuentro a la pelirroja con el cabello totalmente alborotado y una sonrisa adormilada plasmada en su rostro.

—Buenos días —dice con la voz ronca.

—Buenos días, Chloe —la saludo de vuelta, tratando de sonar lo más serena posible—. Espero que tengas hambre; he preparado tostadas y un poco de fruta.

—Suena delicioso —se sienta en uno de los taburetes de la isla central de la cocina—. ¿Has podido dormir?

—Sí, un poco. Gracias por quedarte conmigo —le agradezco mientras sirvo las tostadas en un plato y le alcanzo una taza de café—. Quizá todavía estaría intentando conciliar el sueño si no llega a ser por eso —sonrío.

—No tienes por qué agradecerme nada. Siempre voy a estar a tu lado —me sonríe cariñosamente, de vuelta—. Oye, sobre lo del entrenamiento de hoy, ¿Ryan va a venir a buscarte?

—Supongo que sí. Por cierto, he pensado en que cuando terminemos podríamos pasar un momento por el apartamento de Diego. Sky está sola y... quién sabe cuánto tiempo tardaremos en encontrarlo —menciono, tratando de ocultar mi aflicción—. ¿Te importa si la recojo y la traigo aquí, conmigo?

—Claro, no hay problema.

—¿Estás segura? ¿Y Marlena? —pregunto, dudosa.

—No te preocupes por ella. Ya ha visto a otros gatos y no le haría daño ni a una mosca.

—Perfecto, entonces. Gracias —le sonrío de nuevo.

—Bueno, ¿estás lista para empezar a entrenar?

—¡Sí! Aunque estoy un poco nerviosa, a decir verdad. No sé con qué sorpresas pueda salir Carter para instruirme. Sea lo que sea, esto es necesario para poder defenderme mejor.

—Lo harás bien. Eres más fuerte de lo que crees, Ambar.

Seguimos charlando hasta que ambas nos terminamos nuestros platos y nos levantamos perezosamente para lavarlos. Cuando termino de ayudar a Chloe, subo a mi habitación en busca de mi teléfono para comprobar si Ryan me ha dicho ya cuál es el plan para hoy. Recuerdo que no contesté a su último mensaje; supongo que pensará que ya estaba dormida. Alcanzo mi móvil, que estaba posado sobre la mesita de noche, y reviso las nuevas notificaciones. Como esperaba, Ryan me ha escrito de nuevo.

Corazón de aceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora