Capítulo XVIII

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"Por mucho tiempo anheló su amor y afecto, cuando logró obtenerlos se sintió como la persona más afortunada en todo el mundo."
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La semana transcurrió demasiado lento, al menos así lo sentía Satoru qué moría de ganas por ir a buscar a Yuuji.

Suguru aprovechó al máximo la motivación de Satoru y lo yizo trabajar horas extras, necesitaba que dejara todo en orden antes de irse al extranjero. El albino trabajó como nunca antes, realmente se esperaba para tener todo en orden y poder marcharse sin ninguna preocupación.

–Finalmente es el día, ¿estás listo?- Preguntó el pelinegro mientras revisaba los documentos que acababa de firmar su jefe.

–Si, ya organicé todo para ir a buscarlo.- Respondió mientras confirmaba la reservacion de su hotel.

–Recuerda comunicarte si necesitas algo, Shoko y yo nos preocupamos mucho por ti.

–Lo sé, pero estit seguro que todo saldrá bien.

–Eso espero.

–¿Hay algo más por hacer o ya puedo ir a casa?

–Creo que hemos finalizado todo en tu agenda, puedes descansar antes de que salga tu vuelo.

–Bien, iré a preparar las últimas cosas.- Decía mientras se preparaba para salir.

Pero antes de que pudiera hacerlo, su asistente entró urgentemente a su oficina. Parecía que la chica esta a un poco nerviosa y no coordinaba bien sus palabras.

–Señor, tenemos un pequeño imprevisto.- Sabía que al presidente Gojo no le gustaban las sorpresas.

–¿Qué sucede?

–El fundador de la empresa "Mute" ha venido en persona a verlo y exige discutir con usted unos asuntos acerca del último proyecto.

La expresión de Satoru se oscureció al escuchar esto, no le desagradaba el presidente de esa compañía, en realidad siempre habían sido buenos socios y se llevaban bien, pero le molestaba el hecho de que hubiera decidido visitarlo sin avisarle antes.

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Mute era una empresa automotriz extranjera qué empleaba la tecnología de la familia Gojo en sus vehículos. Relativamente eran nuevos en el marcado, pero su crecimiento había sido a pasos agigantados y su popularidad se disparó inmediatamente.

Muchas empresas querían trabajar en conjunto con Mute, pero parecían ser muy reservados y rechazaban prácticamente cualquier ayuda externa. Fue una gran sorpresa para Satoru cuando se enteró qué habían aceptado asociarse con la compañía Gojo.

Llevaban trabajando juntos alrededor de un año y los CEOS nunca se habían reunido en persona, sus ideas las debatian a través de correos electrónicos o a través de intermediarios, pero nunca de forma directa.

Este punto también desconcertó al albino, el CEO de "Mute" nunca había mostrado interés en verlo, pero de repente viajaba a Japón solo para encontrarse cara a cara, algo sonaba muy sospechoso.

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–¿Estás segura que es él? -Tal vez se trataba de un farsante o algo similar.

–Bueno... eso creo.- La joven asistente estaba entrando en pánico.

–¿A qué te refieres? -Esta vez fue Geto quien preguntó.

–Es que no estoy completamente segura si entendí bien sus frases, pero me mostró su identificación de la empresa y una copia del contrato qué aún están discutiendo, estoy casi segura que no miente.

–¿Por qué no le entendiste? ¿Es muy difícil su inglés? -Tal vez al ser extranjero su asistente no pudo seguirle el ritmo apropiadamente.

–No es eso...- La chica comenzó a jugar con sus manos.- Él es sordo.

Como actual presidente, Satoru implementó nuevas normativas para el personal. Una de ellas consistía en la inclusión, así que todos pos trabajadores debían poseer cierto nivel básico de conocimientos sobre lenguaje de señas e inclusive del sistema braille.

Desde que esta regla fu impuesta, muchos rumores comenzaron a surgir en la empresa. El que mayor fuerza tomó, era uno que decía que el nuevo jefe, Gojo Satoru, tenía una relación con una señorita sorda y como en el futuro se iban a casar, el albino quería crear un ambiente donde su futura esposa pudiera sentirse a gusto. 

Ese chisme tenía muchos errores, pero la esencia central era cierta. Satoru había hecho todo mientras pensaba en Yuuji, tenía esperanza de algún día volver a estar juntos y que su adorable novio pudiera trabajar con él.

–No domino a la perfección el lenguaje de señas y el joven no se pudo comunicar de ninguna otra forma, pero estoy casi segura que no se trata de una mentira.- Se sentía un poco avergonzada por no poder cumplir a la perfección su trabajo.

Satoru y Suguru voltearon a verse inmediatamente, jamás pasó por su mente la idea de que el fundador de aquella compañía pareciera de alguna discapacidad auditiva.

–Disculpa, ¿viste cual es su nombre?- Algo en su interior le gritaba qué ya no haría falta que realizara aquel viaje.

–Si no mal recuerdo, se llama Itadori Yuuji.

Al escuchar aquel nombre todo lo demás pasó a un plano secundario, los papeles que tenía en sus manos terminaron en el suelo y sin importarle los gritos de Suguru y su secretaria, fue en busca del dueño de todos sus sueños.

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Se dirigió directamente a la sala de conferencias, lugar donde siempre se reunía con todos sus socios para discutir los términos y condiciones de los contratos, así que estaba seguro que su asistente había llevado ahí a Yuuji.

Al abrir la puerta pudo verlo claramente. Sentado en la silla del puesto principal, se encontraba un joven de 23 años, con un brillante cabello rosa, ojos ámbar y una sutil sonrisa.

Sus facciones habían cambiado un poco a lo largo de los años, pero a pesar de tener una apariencia más madura, Satoru podía reconocer inmediatamente qué ese hombre frente a él era Yuuji, su amado Yuuji.

–Yuuji...-Susurró para si mismo mientras lágrimas de alegría brotaban de sus ojos.

"He vuelto, Satoru." Aquel par de orbes dorados también se encontraban llorosos, resultado de todas las emociones y sentimientos qué reprimió durante tantos años y ahora finalmente dejaba salir.

Gojo no lo dudo ni un segundo más y corrió al lado del menor, lo abrazó con mucha fuerza.

Quería asegurarse que eso era real, que no se trataba de solo un sueño como tantos más que había tenido. Quería asegurarse que finalmente podía volver a tener a su preciado Yuuji en sus brazos, esta vez se aferraría y no lo dejaría ir.

–No me vuelvas a abandonar, por favor.- Pedía casi en una súplica de dolor.

Itadori solo lo abrazó con más fuerza, no lo sabía con certeza, pero podía darse una idea de cuan grande fue la agonía qué vivió el albino en el tiempo que pasaron separados.

Lo podía saber porque él mismo lo experimentó.

"Esta vez me quedaré para siempre, te lo juro."

             

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