La noche había caído en todo su esplendor, había luna llena y el aullido de los lobos resonaba con fuerza. Era curioso, que un linage como ese aún existiera en estas tierra tan oscuras, siempre he querido ver uno. Dicen que son enormes y su pelaje brilla al igual que sus feroces ojos. Pero se, que si me encuentro con uno, no será tan amable como me lo imagino.Así que me abstengo.
Adela había sufrido una dislocación, el hueso se le había salido de la cavidad ahuecada que forma parte del omoplato. El sanador al menos fue amable ofreciéndole un medicamento que la ayudó a relajarse y pudo dormir. Pero durante la sección de sanidad sufrió bastante. La pierna me saltaba en desespero y no podía mantenerme sentada mucho tiempo, me movía de un lado y para el otro.
Hasta que el anciano, de cabello grisáceo apareció.
—¿Aún sigues aquí?—preguntó el anciano.
Si en algún momento me dijo su nombre, no lo recordaba, cuando llegue mi cabeza solo podía pensar en mi hermana. Y también me había puesto a discutir con mi capitán, malditas reglas, maldita academia. Esta academia es de locos, esto era peor que la plaza donde ejecutaba a los ladrones y a los traicioneros. Y todo era mi culpa, pero a hora solo tocaba sobrevivir.
—Si, no soy capaz de abandonarla. No cuando aún ni siquiera a despertado.—mi vista se posa sobre ella, acostada sobre la camilla, sus ojos cerrados y con su brazo inmovilizado.
—Deberías descansar mi niña, ella estará bien, yo me quedaré con ella. Después de todo soy el más viejo y el mejor que sabe hacer su trabajo.—su sonrisa es de orgullo por su labor y en sus palabras no hay motivo de desprecio hacia los demás.
Me limito a sonreír, la verdad estaba cansada. Pero necesitaba estar con ella, ella estuvo para mí en los tiempos más difíciles que viví yo, no puedo ser tan descortés dejándola sola.
—Te recuerdo como si fuera ayer—lo miro confundida y trato de recordar su rostro, pero estoy en blanco.
—¿Perdona?—lo sigo con la mirada, ya que el anciano se mueve hacia unas puertas de madera que parecen estar incrustadas a la pared.
—Oh, me escuchaste bien,—me sonríe y vuelve su vista al frente—han pasado exactamente doce años desde la última vez que las vi.
Mientras hablaba abrió las puertas de maderas, mostrando un montón de frascos llenos, sabrán los dioses de que. Pero recuerdo exactamente esas fechas, nos encontrábamos bajo la plaga de los hechiceros, fueron días de mucho pesar para todos.
—Si, se que recuerdas—comienza a buscar algo—la enfermedad había toca las puertas del reino, Esmeralda luchó con todas su fuerzas para salvar la vida de todos, pero una, se le escapaba de las manos.
Mientras él relata los hechos, mi cuerpo se estremece ante aquellas oscuras noches que pasamos. Mis brazos se aferran a mi cuerpo y busco calor, debido al escalofrío que me invade, miro a mi hermana y miro al anciano. Su túnica de color negra me parece asfixiante y me remuevo en mi lugar.
—Yo estuve ahí, tratando de ayudar. Mientras que la pequeña princesa convalecía y agonizaba—toma un frasco que contiene un líquido verde y se acerca a Adela.
Abre sus labios y con cuidado derrama el líquido en su boca, sin derramar una sola gota.
—Se intentó hasta con el poder más fuerte que pudimos convocar, pero nada la hacía reaccionar,—se detiene la examina y vuelve a mirarme—hasta que, en un desespero, su madre clamó a los dioses, pidiéndole una oportunidad para la pequeña princesa que aún no había escrito su destino. Pero lo que su madre no sabía, era que su destino ya estaba escrito, mucho antes de que ella naciera.
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El Reino Oscuro
FantasyEl reino de Helgala fue reducido a cenizas; ningún ser viviente pudo escapar. El fuego de dragón arrasó con todo a su paso, dejando una nueva amenaza que se cierne sobre el reino. Los dragones, unidos de por vida a sus jinetes, harían cualquier cosa...