Capítulo#2 Corre, corre

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La brisa fría azota todo el lugar, provocándome escalofríos y me abrazo a mi cuerpo para entrar en calor. El bosque prohibido, no se veía tan prohibido, como dicen. Los altos pinos y sus árboles frondosos eran dignos de admirar, mis pies descalzos podían sentir la grama mojada y esbozó una gran sonrisa, a pesar de que los dientes me castañeaban.

La luz del sol penetraba el gran bosque y sus rayos me calientan la piel, por un momento cierro mis ojos y dejó que aquel agradable calor me llene. Pero escucho como una tormenta eléctrica que se va acercando, y abro mis ojos de golpe y al abrirlos, estoy bajo una espesa nube negra. Los rayos se esparcen por todas partes, amenazando con calcinar cualquier cosa que esté cerca.

Mi respiración se dispara, mi pecho sube y baja descontroladamente y buscando una salida para evitar que los rayos me golpeen y la nube me asfixié. Le exijo a mi cerebro que corra, que mueva los pies, pero estoy paralizada y el miedo me bloquea. La nube negra se comienza a esparcir, cubriendo el bosque en su totalidad provocando que los árboles se muevan de un lado y para el otro y todo va perdiendo vida. Observo todo con desesperación, las hojas comienzan a caer, los grandes troncos rugen amenazando con partirse y el ruido de unas pisadas que se comienzan acercar.

Miro detrás de mí, no hay nada, miro al frente y tampoco hay nada, miro ambos lados y unas sombras corriendo a una velocidad sobre humana se distingue en lo profundo, el grito de una mujer me saca de mi parálisis mental y entonces puedo correr. No tengo un rumbo fijo, solo quiero escapar, pero nuevamente escucho el grito desesperado, y logro distinguir aquella voz.

—¡Adela!—me detengo en seco y gritó con todas mis fuerzas, y responde a mi llamado, gritando nuevamente. Corro hacia donde escucho su súplica atravesando el bosque, rebasando los palos caídos y los rayos que me comienzan a perseguir.

Me detengo abruptamente, observando lo que está frente a mi. Un animal con cuerpo de dragón, pero más pequeño y sin escamas, con dos patas y unas garras enormes, con la capacidad de destrozarme con bastante facilidad, un oscuro, me dice mi cerebro. Y en su gran hocico, ya hace el cuerpo de mi hermana injerto, la sangre se es escurre a chorros por su boca y sus enormes ojos se fijan en los míos, abre su boca y Adela cae al suelo y cuando se abalanza sobre mi, retrocedo, pero me tropiezo y caigo.

Toco mi cuerpo con desesperación, buscando alguna herida o mordida, pero no hay nada. Subo mi cabeza y veo el castillo frente a mi, sonrío viendo que todo acabó, que ganamos la batalla, y que aquella tormenta solo fue una de mis tantas pesadillas. Veo el lugar tal y como lo recuerdo, sus pastos verdes, las flores floreciendo y los niños jugando. A lo lejos veo a mis padres y Adela conversando y ella me hace seña para que me acerque.

Corro con una gran sonrisa dibujada en mi rostro y cuando llego busco sus ojos, pero estos, ya no están, fueron remplazados por dos huecos profundos y una inmensa oscuridad.

"Corre, corre princesa. No te podrás escapar, no importa donde pises allí te voy a encontrar"

La voz de aquel hombre, retumba en mi cabeza, causándome un dolor agudo.

—Axael, despierta—cuando al fin abro mis ojos la luz del sol me golpea y me dificulta la visión. Trago saliva, pero me es imposible, duele, me llevo la mano a la garganta y trato de esforzarme.

—Ten, un poco de agua.—mis ojos se acostumbran a la brillante luz y distingo la silueta de una mujer robusta y mayor.

Tomó el vaso y lo llevó a mis labios y mi cuerpo lo agradece, mis labios se moja y mi garganta se refresca y se lo extiendo nuevamente.

—¿Cuanto tiempo llevo dormida?—las palabras al fin me salen.
—Tres días.—tres días, digo para mí misma, me levanto de aquella cama y me siento.
—Gracias, por el agua.—asiente con la cabeza.

El Reino OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora