Capítulo#27 ¿Crees que no lo sé?

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Dohan me mira con una mezcla de preocupación y algo que parece... tristeza. Su expresión se endurece por un momento, como si estuviera tomando una decisión difícil. Respiro profundamente, tratando de calmar mi pecho opresivo, pero la confusión y la ansiedad solo empeoran.

—Si prefieres hacerte la desentendida, adelante. Significa que no estás lista —su frialdad vuelva a aparecer, reflejada en el tono de su voz.

Una sonrisa de ironía surge de lo más profundo de mi ser. Relamo mis labios con fastidio y lo miro con seriedad.

—No estoy lista para escucharlo, ¿pero si estaba lista para tenerte encima? —escupo con rencor, sin importarme la presencia de Ariel.

La dureza de mis palabras parecen golpear a Dohan, pero él se mantiene firme. Su mirada se oscurece, como si intentara contener una tormenta interior. Ariel, que hasta ahora había estado observando en silencio, suspira profundamente, mientras yo lo miro de reojo.

—Confió en que sabes más de lo que aparentas, pajarita —mientras me habla, me da una mirada inquebrantable—. Puedo llegar hacer todo lo que te puedas imaginar.

Sus pies se comienzan a mover en mi dirección. Mi cuerpo se paraliza y no responde a las órdenes que mi cerebro le envía para que se mueva. Subo la mirada para poder míralo a los ojos, ya que me saca una cabeza entera. Él agacha su cabeza y su aliento resopla contra mi piel.

—Pero jamás te obligaría a estar conmigo. No cuando no sabes lo que quieres —espeta con determinación y firmeza.

Dohan se aparta, dejando una sensación de vacío a su paso. Me quedo helada, su declaración resuena en mi mente, clavándose como una espina. Puede que sí, que tenga razón y simplemente me quiera hacerme la tonta, negándome a aceptar la dura realidad. La habitación parece más fría y silenciosa de lo que debería, y el aire se siente pesado, casi opresivo. Ariel, aún de pie junto a la puerta, me observa con una mezcla de preocupación y compasión.

Dohan se dirige hacia la salida, su espalda recta y sus pasos firmes. Justo antes de cruzar el umbral, se detiene un momento y gira la cabeza ligeramente, sin mirarme directamente.

—Cuando decidas aceptar tu realidad, encontrarás las respuestas que buscas.

Con eso, sale de la habitación, dejándome con más preguntas que respuestas. Miro a Ariel, buscando algún tipo de consuelo o explicación, pero él solo baja la mirada, como si no supiera qué decir.

—¿Qué significa todo esto, Ariel? —pregunto, tratando de mantener la voz firme a pesar del nudo en mi garganta.

Ariel suspira y se pasa una mano por el cabello, claramente incómodo.

—No me mires así. Solo quería asegurarme de que estuvieras bien —dice con voz cautelosa, mientras retrocede un paso —. Y me encuentro con tremenda escena.

No estoy segura si es mi mente la que me está jugando una mala pasada, o si son las emociones que me atormenta en este momento. Pero lo que no logro entender es cómo Ariel Abramov acaba de dejar ir al hombre que estaba besando y manoseando a su hermana, y no me está arrastrando por los pelos a un altar para casarme por haberlo permitido.

—Explícame por qué no me estás obligando a casarme ahora mismo —insisto, mi tono es más acusador de lo que pretendía.

Ariel se cruza de brazos y me mira con una mezcla de exasperación y compasión.

—Créeme que eso es lo que quiero hacer ahora mismo —coloca sus manos en su cintura y posa sus dedos entre medio de su nariz con una clara frustración.

Pero antes de que pueda decir algo más, lo interrumpo.

—Estoy cansada —digo, sintiendo cómo las emociones se apoderan nuevamente de mí—. Cansada de las mentiras y de que todos a mi alrededor me oculten la verdad. ¿Qué más tiene que pasar para que me hablen con la verdad? Nos están amenazando Ariel, y ustedes prefieren callar.

El Reino OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora