Ser llamado bastardo usualmente molestaba a las personas, pero no a Alyssa Targaryen.
Aunque Alyssa no vivía en desembarco del Rey, Viserys le tenía un amor profundo a su sobrina, el parecido con su difunta madre lo conmovía y era más querida que s...
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Lo único que Alyssa había querido en toda su vida era enorgullecer a su padre. Como bastarda estaba deseosa de aprobación y de amor de su progenitor, ella no era como sus hermanos y tales cosas debía ganarselas, por eso cuando su padre le pidió se que uniera a él en la guerra ella no lo dudo, ganándose así el apodo de "Alyssa la sanguinaria".
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Alyssa nunca había podido mantenerse enojada por mucho tiempo cuando se trataba de su familia. No especialmente cuándo se trataba de su padre. Pero nunca antes el le había ocultado una información tan valiosa como tenía más familia de la que tenía, que en Volantis existían personas que se preocupan por ella y que la amaban.
Daemon no fue perdonado por completo, pero las cosas se arreglaron por el momento. Alyssa sabía que también se había extralimitado, le había faltado el respeto y había dicho cosas de las que nunca debería de haber hablado, pero no se disculpo por eso. Tan orgullosa como su padre, decidió que no lo haría.
En su lugar, Baela de enojó con él, lo llamo todo tipo de cosas que una dama de su cuna no debería de saber, pero ella tampoco duro mucho tiempo enojada. Cuando Daemon y Alyssa partieron, su enojo ya se había esfumado y prometió visitarlos pronto en Rocadragón.
En el hogar ancestral de los Targaryen todo continuo con normalidad, a excepción de la entrada que parecía tan quemada como cuando ella la dejo. Sus hermanos se alegraron por su llegada y Rhaenyra la recibió con cariño, pero aún habia un tema que padre e hija debían de discutir.
Sin distracciones, ambos subieron las escaleras a el lugar del que Daemon se había apropiado como su salón.
—Quiero ver las cartas —Alyssa pidió cuando la puerta se cerró detrás de ella.
El saco un cajón de su lugar y lo apoyó con brusquedad en su escritorio. Estaba lleno de pergaminos enrollados, de todos los tamaños y variaciones de colores, algunos parecían más antiguos y otros terriblemente nuevos.
Alyssa optó por tomar uno que parecía nuevo y pequeño, lo desenrollo solo para leer:
¡Feliz día del nombre! ¡Recuerda que tienes una familia que te ama y espera que la visites pronto! Aún tenemos todos tus regalos guardados... Ven a visitarnos dulce Alys, nuestra madre... ya no vivirá por mucho tiempo más y es su último deseo volver a verte.
