New job.

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Francesca se encontraba sentada en una banca de madera en el parque, con la mirada perdida

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Francesca se encontraba sentada en una banca de madera en el parque, con la mirada perdida. El viento era fresco, pero no lo suficiente como para disipar el peso de sus pensamientos. Observaba de reojo a su hija, Celeste, una niña de tres, casi cuatro años de cabello pelirrojo al igual que ella, que jugaba alegremente en los columpios, sin la menor preocupación en el mundo.

Frunció el ceño, tratando de ahogar la frustración que crecía en su pecho. Su vida en Gotham se estaba volviendo cada vez más complicada. Sin empleo, las oportunidades parecían escapársele de las manos. No tenía apoyo, y la renta vencía en pocos días. El trabajo escaseaba, y con la ciudad llena de corrupción y caos, conseguir algo digno parecía imposible. Las cuentas se acumulaban, cada vez que intentaba hacer una lista mental de todo lo que necesitaba, la angustia la consumía. La comida, la ropa, la renta... Y, lo más importante, lo necesario para cuidar de Celeste. La sonrisa inocente de su hija no sabía de dificultades, y Francesca estaba decidida a mantenerla así. Pero las noches largas y los días inciertos la hacían preguntarse cuánto más podría resistir.

El chirrido de los columpios la devolvió al presente. Vio a Celeste balanceándose suavemente, riendo, y por un instante, una pequeña sonrisa apareció en su rostro. No podía permitir que su hija viera sus preocupaciones, eso era lo único claro. Mientras sus pensamientos seguían vagando, un hombre mayor pasó cerca de la banca empujando un carrito de periódicos, su voz ronca anunciando las noticias del día. Francesca lo miró un momento, con curiosidad, y luego bajó la mirada a su bolso. Tenía algunas monedas.

—Celeste —llamó suavemente, y la niña se bajó del columpio con entusiasmo, corriendo hacia ella.

—¿Sí, Mami? —preguntó con los ojos brillantes.

—¿Ves a ese señor allá? ¿El que está vendiendo periódicos? —Francesca señaló al hombre.

Celeste asintió. —Quiero que vayas y compres uno. Aquí tienes unas monedas.

Celeste tomó las monedas en su mano pequeña y corrió hacia el hombre. Francesca la observó de cerca, asegurándose de que estuviera bien, aunque el parque estaba bastante vacío. No podía evitar ser protectora, Gotham no era una ciudad donde bajar la guardia fuera una opción.

Unos minutos después, Celeste regresó con el periódico en la mano, y con orgullo se lo entregó a su madre. —Aquí está, mami.

—Gracias, amor —le dijo Francesca, dándole un beso en la frente antes de volver a sumergirse en sus pensamientos. Abrió el periódico y empezó a leer, pasando rápidamente las secciones de noticias que, como siempre, estaban llenas de crímenes, corrupción y caos. No necesitaba que le recordaran el estado de la ciudad. Llegó a la sección de clasificados, buscando algún anuncio que pudiera darle un rayo de esperanza.

De repente, un pequeño recuadro captó su atención: "Se busca empleada doméstica. No se requiere experiencia previa. Contactar al número..."

Francesca parpadeó, sorprendida por lo que acababa de leer. No era el tipo de trabajo que imaginaba para sí misma, pero las opciones eran pocas.

Afterglow (Bruce Wayne/The Batman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora