Your life is not as hard as mine.

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Francesca sintió el miedo apoderarse de ella mientras recorría la sala, tratando de mantener la calma

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Francesca sintió el miedo apoderarse de ella mientras recorría la sala, tratando de mantener la calma. Sabía que no podía llamar demasiado la atención ni hacer un escándalo, y mucho menos quería que Alfred se diera cuenta de que había perdido de vista a Celeste, aunque solo fuera por unos minutos. Aún así, el pánico la asfixiaba.

Caminó rápidamente por la sala, revisando detrás de los muebles y debajo de las mesas.

—Celeste... —susurró, con la esperanza de que la niña respondiera desde algún rincón escondido—. Por favor, cariño, responde.

El silencio era ensordecedor.

Francesca trató de mantener la compostura y pensar con claridad. "Debe estar en algún lugar cercano. No puede haberse ido tan lejos," pensó, su mente luchando por encontrar una solución. Su instinto le decía que probablemente Celeste había decidido explorar la mansión. Francesca no podía culparla, para una niña pequeña aquel lugar debía parecer un laberinto fascinante. Apenas llegaron se notó la fascinación que Celeste tuvo con el lugar.

Respiró hondo y decidió subir al segundo piso. Si bien Alfred había dejado claro que Bruce no llegaría hasta la noche, Francesca sabía que debía revisar cada habitación. A paso rápido, subió las escaleras, manteniéndose en silencio mientras abría una puerta tras otra.

—Celeste... —volvió a susurrar, revisando cada habitación sin éxito.

Francesca se sentía cada vez más desesperada. Cada puerta que abría y encontraba vacía la llenaba de angustia. ¿Dónde podía estar? Sabía que no podía perder el control. Si Alfred o, peor aún, Bruce se enteraban, estaba segura de que perdería el trabajo.

Finalmente, al abrir la puerta del despacho de Bruce, el aire se le quedó atrapado en la garganta.

Allí, sentada en la gran silla de cuero detrás del imponente escritorio de Bruce, estaba Celeste. La pequeña estaba completamente ajena al caos que había causado, absorta en lo que parecía ser un cuaderno abierto frente a ella, en el que estaba dibujando con uno de los costosos bolígrafos que descansaban en la mesa.

Francesca entró de inmediato, cerrando la puerta suavemente detrás de ella, tratando de controlar la mezcla de alivio y terror que sentía.

—¡Celeste! —exclamó en un susurro urgente mientras se acercaba rápidamente a su hija—. ¿Qué rayos estás haciendo aquí?

Celeste levantó la mirada, con la inocencia pura brillando en sus ojos.

—Estoy dibujando, mami —respondió con una sonrisa—. Mira, esta soy yo y tú.

—Te dije que te quedarás en la sala, no puedes estar aquí y menos tomar las cosas que no son tuyas, ¡este no es un lugar para que juegues! —Francesca estaba desesperada y un poco enojada.

Afterglow (Bruce Wayne/The Batman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora