El día había llegado más rápido de lo que Francesca hubiera imaginado. Después de varios días de dudas, largas conversaciones con Bruce y noches sin dormir, había aceptado la oferta de mudarse a la mansión Wayne. Aunque todavía tenía muchas reservas y una sensación de incomodidad constante, sabía que sería lo mejor para Celeste. No solo tendrían un lugar seguro donde quedarse, sino que su hija estaría más cerca de su jardín de niños, y con la situación financiera aliviada, Francesca podría concentrarse en darle un futuro mejor.La mudanza fue rápida. No tenían muchas pertenencias, solo algunas maletas con ropa y los juguetes favoritos de Celeste. Alfred, como siempre impecablemente organizado, había hecho que todo fuera sin contratiempos. Les había asignado dos habitaciones adyacentes, amplias y lujosas, algo que Francesca nunca hubiera imaginado para sí misma. La habitación de Celeste estaba decorada con colores cálidos, y había un pequeño rincón lleno de libros de cuentos de hadas que Francesca sabía que Bruce había seleccionado personalmente. Era un gesto que no podía ignorar, pero que, al mismo tiempo, la hacía sentir aún más abrumada.
Después de que Alfred las ayudó a instalarse, las dejó solas para que pudieran acomodar sus cosas. Celeste corría emocionada de un lado a otro, asombrada por lo grande que era todo. Había pasado tanto tiempo en espacios pequeños que esto era como un castillo para ella. Francesca la observaba desde la puerta, con una sonrisa en los labios, pero con una sensación de inquietud en el pecho. Aunque todo parecía perfecto, había algo que no terminaba de encajar en su mente. No podía permitir que Celeste pensara que todo esto era permanente, que de repente la mansión Wayne era su hogar.
Cuando terminaron de desempacar las maletas, Francesca se acercó a su hija, que ahora estaba sentada en la alfombra con su muñeca favorita en brazos. Celeste levantó la vista, con una sonrisa de oreja a oreja.
—Mamá, ¿vamos a vivir aquí para siempre? —preguntó con la inocencia típica de una niña pequeña, sus ojos brillando de emoción.
Francesca tragó saliva y se sentó junto a ella, acariciando su cabello pelirrojo con suavidad.
—Celeste... cariño, necesito que me escuches un momento, ¿sí? —dijo, intentando que su voz sonara calmada, aunque por dentro sentía un nudo en el estómago.
Celeste asintió, su expresión curiosa mientras jugaba con las manos de su muñeca. Francesca respiró hondo, buscando las palabras correctas.
—Sé que todo esto es muy bonito y que parece un lugar de cuentos de hadas —comenzó—. Pero quiero que entiendas algo muy importante, mi amor. Aunque ahora estamos viviendo aquí, esta no es nuestra casa, ¿okay?
Los ojos de Celeste se arrugaron con confusión.
—¿No es nuestra casa? —repitió lentamente, como si intentara procesar la idea—. ¿Entonces, de quién es?
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Afterglow (Bruce Wayne/The Batman)
Fanfiction"Dime que no es mi culpa Dime que soy todo lo que quieres Incluso si rompí tu corazón"