Happy birthday, Celeste.

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El día antes del cumpleaños de Celeste amaneció cálido y despejado, pero dentro de Francesca, la tensión era palpable

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El día antes del cumpleaños de Celeste amaneció cálido y despejado, pero dentro de Francesca, la tensión era palpable. Habían pasado cuatro días desde aquel beso con Bruce, y desde entonces, había hecho todo lo posible por evitarlo. Claro, vivían en la misma casa, lo que hacía su evasión algo complicado, pero se las arregló. Entre las tareas del hogar y el cuidado de Celeste, siempre encontraba una excusa para no estar cerca de él.

Sin embargo, hoy no tenía escapatoria. Era el cumpleaños de Celeste al día siguiente, y Bruce había insistido en llevarla a comprar los regalos que la pequeña tanto deseaba. Francesca había intentado negarse, sugiriendo que podía hacerlo sola, pero él había sido firme en su insistencia. Y ahora, aquí estaban, caminando por una tienda de juguetes, mientras la incomodidad de lo no dicho entre ellos colgaba como una nube pesada sobre sus cabezas.

Francesca se repitió a sí misma, una y otra vez, que el beso había sido un error. Él era su jefe, después de todo, y por mucho que Bruce estuviera involucrado en la vida de Celeste y un poco en la de ella, las cosas no podían ir más allá de eso. No debía permitirse caer en la trampa de confundir las cosas. Y, sin embargo, cada vez que lo veía, su corazón le decía lo contrario.

Mientras caminaban por el pasillo de muñecas, Bruce empujaba el carrito en silencio, observando de reojo a Francesca, quien deliberadamente se mantenía unos pasos por delante de él. La tensión entre ellos era innegable, y aunque no lo habían hablado, ambos sabían que el beso seguía flotando en el aire.

Francesca se detuvo frente a un estante lleno de muñecas, examinando las opciones con una concentración que claramente intentaba distraerla de la verdadera razón por la que estaba tan nerviosa. Había muchas opciones pero todas parecían tan caras, y lo eran. Solo le estaba permitiendo a Bruce que le comprara estas cosas a Celeste porque ella no podía, pero en su corazón deseaba poder darle todo a su hija por ella misma.

—Creo que a Celeste le gustará esta —dijo Francesca, levantando una muñeca con un vestido azul brillante y una pequeña corona. Intentó sonar casual, pero su voz traicionaba la incomodidad que sentía.

Bruce asintió lentamente, tomando la muñeca y observándola, aunque su atención estaba más en Francesca que en el juguete.

—Está... bien. Puedes elegir las que quieras, y no importa el precio. —dijo, pero luego hizo una pausa, claramente debatiéndose si debía mencionar lo que ambos estaban evitando—. Francesca... —comenzó, su voz baja y cautelosa.

Ella se tensó al escuchar su nombre en ese tono. Sabía lo que venía, pero no estaba lista para enfrentarlo. Dejó la muñeca en el carrito y continuó caminando por el pasillo.

—¿Qué tal algún peluche también? A Celeste siempre le han gustado los peluches —dijo rápidamente, cambiando de tema.

Bruce suspiró, siguiéndola con pasos largos. No iba a dejar que ella evitara la conversación que claramente necesitaban tener.

Afterglow (Bruce Wayne/The Batman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora