Celeste?

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Era sábado por la tarde y Francesca finalmente había terminado su jornada en la mansión Wayne

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Era sábado por la tarde y Francesca finalmente había terminado su jornada en la mansión Wayne. Mientras caminaba por los pasillos con la mirada baja, pensaba en todo lo que tenía que hacer al llegar a casa. Lina ya no estaba para cuidar de Celeste, y el lunes se acercaba rápidamente. Francesca había pasado los últimos días debatiendo internamente sobre qué hacer, pero ahora sabía que no tenía más opción: tenía que hablar con Alfred.

Caminó hacia la oficina de Alfred, su corazón latiendo con fuerza. Había ensayado este momento en su mente una y otra vez, tratando de encontrar la manera más correcta de abordar el tema sin poner en riesgo su trabajo. Sabía que la mansión tenía reglas estrictas y que Bruce era un hombre reservado, pero estaba desesperada. No podía permitirse perder este empleo, ni tampoco dejar a Celeste sola. Necesitaba una solución temporal, solo hasta que recibiera su primer salario y pudiera contratar a alguien.

Al llegar a la oficina de Alfred, se detuvo frente a la puerta, respiró hondo y tocó con suavidad.

—Adelante —dijo la voz de Alfred desde adentro.

Francesca abrió la puerta y se asomó tímidamente.

—Disculpe, señor Pennyworth... ¿Podría hablar con usted un momento? —preguntó, tratando de sonar lo más calmada posible, aunque por dentro sentía que iba a desmoronarse.

Alfred la miró con su típica calma y sabiduría, asintiendo mientras cerraba el libro que tenía en sus manos.

—Por supuesto, señorita Francesca. ¿Qué es lo que te preocupa?

Francesca entró lentamente en la oficina y cerró la puerta tras de sí. Se quedó de pie por un segundo, tratando de encontrar las palabras correctas. Sentía que cada frase debía ser calculada, pues todo dependía de cómo planteara la situación.

—Bueno, esto... es algo personal —empezó, nerviosa—. Verá, no había mencionado esto antes porque... yo... no quería que pensaran que soy una irresponsable o algo así..., pero... hay algo que necesito decirle.

Alfred entrecerró los ojos, mostrando una leve curiosidad. Permaneció en silencio, dejándola continuar.

—Tengo una hija —soltó de golpe, sintiendo un peso liberarse de sus hombros al confesarlo.

Alfred no mostró sorpresa, pero su rostro se tornó más serio, esperando que Francesca le explicara el resto.

—Se llama Celeste, tiene cuatro años —continuó Francesca—. He estado tratando de equilibrar mi vida entre este trabajo y cuidarla, pero... el problema es que la persona que la cuidaba, que era mi mejor amiga..., ya no puede hacerlo. Ella tenía que regresar a la universidad, y yo... no tengo a nadie más.

Alfred asintió lentamente, comprendiendo la difícil situación en la que se encontraba.

—Entiendo. Debe ser complicado para usted manejarlo todo sin ayuda —comentó Alfred, manteniendo su tono tranquilo.

Afterglow (Bruce Wayne/The Batman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora