Capítulo (4) parte 2

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Jade West

Todo me daba vueltas y aquella sensación me agradaba. Me gustaba no sentir que algo me faltaba. Una sensación que no me permitía recordar más allá de lo que hago ahora.

Volví a ver a Tori en cuánto se tropezó, ya qué por desgracia se aferró a mí al tenerme cerca.
Sabía que estaba ebria y aquello me molestaba, no tengo porqué tratar con personas que no piensan lo que hacen o dicen. Menos cuando no sé muy bien que hacer al estar casi en su mismo estado.

- Hueles tan bien que podría vomitar- sentí un escalofrío al sentir su aliento chocando en mi oído.

Su cercanía me ponía alerta. No quería tenerla tan cerca, me incomodaba y que dijera aquello me desagrado totalmente.

La oí respirar de forma pesada y me dio miedo que se fuera a vomitar sobre mí. Cosa que nuevamente me estaba molestando, al tener que poner empeñó en cuidarla.
Al no poder tomarla por los hombros opté por apartarla de mí tomandola por la cintura.

La miré por unos segundos sintiendome confundida, no la entendía. ¿Quién se centra tanto en tratar de arreglar las cosas? ¿Porqué confiaba en mí en estos momentos?. No me refiero a creer que me tiene plena confianza pero, el estar aquí bebiendo conmigo hasta el punto de verse tan borracha me dejaba pensando.

No sabía que pensaba de mí y eso me enojaba. Sólo la veía como alguien que ama la atención y odia saber que yo no la tomó en cuenta como mi amiga.

Sople un poco su rostro acercandome para ver cómo reaccionaba. Me miró de manera extraña por unos segundos hasta que simplemente se encogió de hombros.
Suspiré tratando de no sentirme tan mareada y poder actuar mejor.

- ¿Vas a vomitar?- pregunté y la vi sonreír un poco.

Asumí que ninguna de las dos estaban en las mejores condiciones. Estaba empezando a frustrarme.

La miré a los ojos tratando de que se diera cuenta de que estaba empezando a enojarme. Pero ver que tenía la mirada algo pérdida me hizo tomarla del rostro para saber si realmente se encontraba bien.

Lo que menos quería era que empezará a perder la consciencia y sería mi culpa después de todo, yo la había incitado a beber tragos demasiado cargados. A lo mejor ella no solía tomar.

Me humedecí los labios dandome cuenta de cuánto necesitaba algo refrescante.
Tori me miró la boca haciendo que me sintiera extraña, ¿porqué me miraba así?. Sus ojos volvieron a cruzarse con los míos y la vi abrir los ojos, se veía asustada y no la comprendía. ¿Ahora que le pasaba?.

Pero regresé a la realidad en cuanto sentí su mano en mi rostro, y de manera para nada gentil.

Me había dado una cachetada.

La vi alejarse de mí con miedo. ¿Miedo? Ella acababa de golpearme. Llevé mi mano a mi mejilla sin saber que hacer, me sentía demasiado confundida para pensar con claridad. Pero en cuanto la vi ahí parada como una estúpida, me empezo a hervir la sangre.

- ¿Qué mierda te pasa?- dije molesta y la vi asustarse más.

Es claro que ella es muy consciente de lo que soy capaz cuando estoy molesta. Me acerque a ella tratando de controlarme, esforzandome por no hacerle lo mismo de vuelta, no gritarle.

- Iba a vomitar si seguía cerca de ti.

Aquello me hizo sentir... ¿mal? ¿Cómo iba a sentirme así? Ella ni siquiera era mi amiga como para que me afectará, pero de verdad creí que está vez estabamos tratando de lograr algo.

Estaba demasiado confundida, ni siquiera era yo la que se moría de ganas por tener esta amistad.

- ¿Qué acabas de decir?.

Estaba demasiado enojada conmigo por permitirme sentirme mal. Más cuando ella se veía tan ebria como para que le importará.

La empuje sin intención de que se cayera pero estaba en tan mal estado que se tropezó. Ni siquiera aquello me hizo sentir mejor.
Me sentí demasiado observada. Era humillante.

No pude evitar rodar los ojos al verla ahí tirada como una completa imbécil. No necesitaba escucharla ahora.

- Vete al diablo Vega.

Me marché rápidamente de ahí sin avisarle a nadie. Ni siquiera a nadie le importaría si desaparecía.
Aquello me hizo recordar de nuevo lo sola que estaba.

Me subí al auto totalmente furiosa. Golpeando el volante porque estaba demasiado frustrada.
Me sentía como una idiota por haber tratado de dar brazo a torcer, por tratar de ser comprensiva sólo por culpa de mi profesor.

Busqué en la guantera la pequeña caja que escondía detrás de lo que fingia realmente guardar ahí.

¿Qué tal si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora