Capítulo IV

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El canto de los gallos me despierta de mi sueño profundo. Ya amaneció. Escucho que tocan a mi puerta. ¿Qué ha pasado?

–Princesa Solash, ¿puedo pasar?

–Olethea, ¿eres tú? –pregunto dormitada.

–Sí pequeña mía, soy yo.

–Adelante, Olethea.

–Ya son las 5:00 de la mañana y tú aún no te levantas.

–Perdóname, es que me sentía muy exhausta, anoche tuve unas pesadillas muy feas. Soñé que una mujer llamada Agnes venía al reino para casarse con mi padre y se convertiría en mi madrastra y en la reina de Kángaba. 

Esta mujer era muy mala, engañaba a mi padre con su cara de buena, pero en realidad era todo lo contrario. Tenía dos hijos que, al igual que ella, eran muy malvados. Después me pasaban unas cosas muy extrañas como...

–Princesa, no quiero interrumpirte, pero eso no fue una pesadilla. Agnes está aquí junto a sus dos hijos, y los planes de que esa mujer se case con tu padre continúan.

–Entonces, no fue una pesadilla –digo afligida.

–No, no lo fue, todo es real. ¿Cuáles son las cosas extrañas que dices que te sucedieron?

–Olvídalo, no fue nada –Decido no contarle por ahora lo acontecido.

–¿Estás segura, princesa? ¿No me estas ocultando algo?

–No Olethea, no te oculto nada. Ya no me hagas más preguntas.

–Tienes que bañarte, desvístete mientras yo traigo el agua caliente.

–¿Bañarme de nuevo? Pero si ayer me bañé –reniego.

–Tu padre ordenó que te bañaras porque hay invitados en el castillo y todo tiene que verse y oler bien.

–Bien, como digas Olethea.

Una vez Olethea sale de mi habitación, observo mis manos detalladamente, no tuve ninguna pesadilla, todo fue real, pero entonces, ¿qué fue lo que me sucedió? 

Tengo miedo, no sé si debo contarle a Olethea lo que viví, no sé si vaya a creerme. Respiro profundamente. Espero que eso no me vuelva a suceder.

Entra Olethea con el agua para la tina.

– ¿Aún no te has desvestido?

–Estaba por hacerlo. –Termino de hablar y rápidamente quito mis ropas de dormir y me introduzco en la tina.

Olethea comienza a lavar mis brazos y luego pasa a mi espalda y, se detiene...

– ¿Hay algo que no me has dicho, Solash? –pregunta en tono serio.

–Ya te dije que no tengo nada que decirte, Olethea –respondo al darme la vuelta hacia ella dentro de la tina de bañar.

–Tu marca de nacimiento, el sol en tu espalda está brillando.

–¿Es una broma? ¡Olethea! –exclamo asustada.

–Princesa Solash, sabes que yo no hago bromas. Tu marca de nacimiento, la cual era de color marrón, ahora es naranja y brilla como el sol.

–¿Y ahora qué hago? –pregunto preocupada y angustiada

–No permitas que nadie vea tu marca, si no la muchedumbre enloquecerá de temor. Ya sabes que por todo se horrorizan. Pero no te angusties, todo estará bien –pronuncia en tono tranquilizador.

–Por supuesto que no dejaré que nadie la vea –digo mientras imagino cómo reaccionarían los demás al ver algo así. Tengo miedo. ¿Por qué Olethea no se asusta?

Una Princesa De FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora