III. Un momento.

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A la mañana siguiente, justo a las seis y media, el despertador del chico Grayson sonó. Levantó su celular y el potente brillo de su pantalla lo cegó por unos segundos. Bajó aquella intensidad y miró la cantidad de mensajes que tenía en su buzón. Algunos eran de chats pendientes, pláticas amenas con una que otra chica. El que encabezaba la lista era el de su mejor amigo, que no le paraba de mandar corazones y mensajes de buenos días. Kevin contestó igual, era divertido que ambos se expresarán de esa forma uno con el otro, pero sólo eran amigos.

Se levantó de su cama, se puso unos jeans y camisa limpios. Para complementar, su chaqueta de cuero, a la que le había costado limpiar para que no quedara pegajosa ni se estropeara. Frunció el ceño. Kevin recordó el incidente con el refresco; y sin intenciones de pensar en su vecino, aún así su figura se posó sobre sus pensamientos, recordando que hoy tenía que volver a quedarse hasta tarde limpiando con aquel tonto.

Salió de su casa y le mandó un mensaje a su mejor amigo, en este le decía que no era necesario pasar por él como en los días pasados, pues su motocicleta ya se encontraba funcionando. Se subió a esta y entonces soltó un potente rugido que llamó la atención de los presentes, que no eran muchos. A decir verdad, sólo uno. Eddward, aquel chico tonto estaba parado en su pórtico esperando a su mejor amigo que no tardaba en llegar. Vio de lejos y disimuladamente al pelirrojo, que se colocó su casco y arrancó hasta dejar únicamente un camino de humo tras él. Edd lo vio irse, su corazón latía tan fuerte cuando lo hacía. Él era como una fan más del capitán del equipo de fútbol, ese quien era su vecino.

El claxon sonó como unas tres veces, pues tres veces hicieron falta para que Edd regresara a la realidad. Era su amigo Eddy el que lo llamaba, que había llegado hace unos minutos y se cansó de esperar a que su amigo terminara de soñar despierto.

—Lo lamento tanto Eddy —se subió al auto.

—Otra vez baboseabas con nuestro amigo. Al parecer lo de ayer no fue suficiente.

—De eso te quería hablar. —Edd lo miró confundido—. Vamos por Ed para contarles mejor a los dos.

Eso hizo. Fue y recogió a su otro mejor amigo y cuando todos yacían en el auto en camino a su preparatoria, Edd habló.

—Ayer pasó algo sumamente sorprendente con Kevin.

—Que asco, no quiero saber —dijo su amigo el conductor.

—No es lo que tu piensas Eddy. Lo que pasó fue que Kevin se estaba comportando algo raro.

—¿Cómo raro Doble D? —preguntó el chico en los asientos de atrás.

—Diferente a como es él normalmente. Se comportó amable conmigo. Incluso quiso recibir el castigo del director el sólo, excluyéndome a mí de ello. Debieron verlo. Era un Kevin completamente diferente.

—Mmm, ¿y también estás enamorado de ese Kevin?

—¡Eddy por favor! No estoy enamorado, sólo pienso que Kevin es un chico apuesto. Aún le tengo miedo la mayoría del tiempo. Pero igual hoy tendré que volverlo a ver.

—Oh sí, los pusieron a limpiar esos viejos baños, ¿verdad Doble D?

—Exactamente Ed. Así que hoy también váyanse sin mí.

—En realidad Eddy se irá sólo, hoy tengo mi primer entrenamiento de lucha.

Los tres pasaron un buen rato en el auto. A decir verdad, siempre pasaban un buen rato juntos donde sea que fuera. Siempre fue así. No importa cuanto crecían o cuanto maduraran; eran inseparables. Los tres cambiaron mucho durante los últimos años, y más en las últimas vacaciones. Empecemos por el más pequeño de los tres, Eddy. Él había dejado de estafar, durante las vacaciones trabajó en una tienda y pudo conseguir el que ahora es su auto. Junto con su padre lo reparó. Había agarrado cierto encanto por el arte de los vehículos, así que realmente se sintió satisfecho con su trabajo. Aún así no dejaba de ser un chico divertido, algo egocéntrico y siempre preocupado por como lo veían. Eddy no había dejado de ser el chico al que le encantaba sobresalir de los tres. Después está Edd, Doble D. Es evidente que el pasó por muchos cambios en las vacaciones, pero dejando eso de lado, seguía siendo el mismo chico fascinado por la ciencia y los inventos. Leía y leía, estudiaba y estudiaba. No cambiaba. Al menos su apariencia física no era igual. Su cabello estaba un poco más largo que antes, empezó a vestir con chalecos y cómodas camisas de algodón debajo de ellos. Por último estaba el más grande, Ed. Él seguía irradiando ternura, no era el más listo de los tres, y eso le hacía sobresalir de su grupo. Pues era amable, sincero y gracioso. Se había puesto más fuerte y empezó a ver mucha lucha libre. Eso le dio a que dedicar sus ratos libres.

Un nuevo año. Nuevos sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora