Capitulo 7: Del Héroe

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Izuku Midoriya se levantó temprano esa mañana, su corazón palpitando con anticipación y nerviosismo. Hoy era el día en que presentaría el examen que condensaba tres años de estudios de secundaria en un solo intento. Había trabajado arduamente para este momento, dividiendo su tiempo entre el entrenamiento físico y los estudios académicos. En su escritorio, los libros y cuadernos estaban alineados perfectamente, reflejando la meticulosidad y disciplina con la que había abordado su preparación.

Antes de enfrentarse al examen, Izuku decidió relajarse un poco. Se puso sus auriculares y dejó que la música lo envolviera, una mezcla de melodías tranquilas y motivacionales. La música siempre había sido su refugio, un lugar donde podía centrarse y calmar sus nervios. Después de unos minutos, sintiéndose más relajado, se trasladó a las instalaciones de Monarch Mercs para realizar su entrenamiento matutino.

En el gimnasio, el sol de la mañana se filtraba a través de las ventanas altas del gimnasio de Monarch Mercs, iluminando la figura de un Izuku que se movía con gracia y determinación. Sus músculos, antes apenas visibles, ahora se habían desarrollado notablemente. Los brazos y piernas que solían ser delgados y frágiles ahora estaban esculpidos con una musculatura definida, fruto de horas interminables de entrenamiento físico bajo la guía firme de Roberto.

Cada movimiento de Izuku era fluido y coordinado, mostrando una agilidad que no había estado presente en su infancia. Saltaba de plataforma en plataforma, corría distancias largas sin mostrar signos de fatiga prematura, y se movía con una confianza que antes le había faltado. Su postura, una vez encorvada por la timidez, ahora era erguida y segura, reflejando la fortaleza interior que había ganado a lo largo de los años.

El sudor perlaba su frente, pero su expresión facial era una mezcla de concentración y satisfacción. Sus ojos verdes, llenos de determinación, recorrían el gimnasio mientras se preparaba para el siguiente ejercicio. Su cabello oscuro, un poco más largo que antes, estaba sujeto hacia atrás para mantenerlo fuera de su rostro mientras entrenaba, revelando una mandíbula firme y decidida que antes había estado oculta detrás de mechones desordenados.

La piel de Izuku, bronceada ligeramente por las horas al aire libre y el ejercicio bajo el sol, lucía saludable y radiante. Había adquirido un tono de vida que reflejaba su bienestar físico general. Los músculos de sus piernas y abdomen se tensaban con cada movimiento, demostrando la resistencia física que había ganado a través de su persistencia y dedicación, su altura, que con todo el entrenamiento y buena nutrición, lo habían llevado a un notable 1.80, a sus apenas 12 años.

A medida que completaba su rutina de entrenamiento matutino, las miradas de respeto y admiración de algunos miembros del equipo que lo rodeaban no pasaban desapercibidas. Habían visto su progreso desde el primer día, cuando llegó como un niño pequeño y reservado, hasta convertirse en un joven con potencial y determinación para enfrentar cualquier desafío que el mundo de los héroes le presentara.

Roberto, observando desde una esquina del gimnasio, asintió con aprobación. Había sido testigo del viaje de transformación de Izuku, desde el día en que Aguilar lo presentó como su pupilo hasta ahora. Estaba orgulloso del joven que había crecido no solo en fuerza física, sino también en carácter y valentía.

Al finalizar su rutina, Izuku se tomó un momento para respirar profundamente y estirar sus músculos fatigados. A pesar del esfuerzo físico, una sonrisa de satisfacción se extendió por su rostro mientras contemplaba lo lejos que había llegado. Sabía que todavía tenía mucho por aprender y mejorar, pero cada día se acercaba más a su sueño de convertirse en un héroe.

Con paso decidido, Izuku se dirigió hacia Roberto, quien lo recibió con una palmada en el hombro.

Has hecho un buen trabajo, Izuku. Tu progreso es impresionante —dijo Roberto con una sonrisa amistosa.

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