Capítulo 13: Sombras

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Izuku abrió lentamente los ojos y se encontró en un espacio completamente oscuro, envuelto por una densa y opresiva niebla que se retorcía a su alrededor. La atmósfera era tan pesada que el aire parecía contener una energía indescriptible, como si cada partícula estuviera cargada con una fuerza sobrenatural. A su lado, Aguilar permanecía en una postura de meditación, con una expresión concentrada, como si también percibiera la magnitud de aquel extraño lugar.

A medida que Izuku se levantaba, una serie de murmullos empezó a rodearlo. No provenían de ningún lugar en particular, sino que parecían surgir del mismo ambiente, susurros incorpóreos que resonaban con una mezcla de temor y curiosidad.

"¿Es él el nuevo portador?"

"¿Será capaz de resistir el poder?"

"El ultimo solo obtuvo una parte..."

Izuku apretó los puños, tomando fuerzas del mismo nerviosismo que lo invadía. Sabía que había llegado el momento de enfrentar lo que había pedido, pero nada lo había preparado para aquella inquietante bienvenida.

Frente a él, emergió de la oscuridad una figura imponente. Era un hombre que emanaba una presencia abrumadora, y aunque estaba rodeado de sombras, parecía atraer y dominar a cada una de ellas. Estaba sentado en un trono, como un monarca que observaba a su súbdito, pero había algo en su mirada que mostraba respeto y una feroz determinación.

A un lado de este individuo, otra figura comenzó a materializarse: un guerrero alto y robusto, cubierto con una armadura que parecía brillar de manera espectral. Su rostro era serio, como el de alguien que había librado incontables batallas y sobrevivido para contarlas. Izuku sintió una mezcla de asombro y respeto ante su presencia, como si estuviera frente a un soldado que había trascendido el tiempo mismo.

Sin dar tiempo a que Izuku procesara la aparición del guerrero, una tercera figura, aún más imponente, se materializó a la derecha del trono. Esta silueta emanaba una luz dorada que atravesaba las sombras, y parecía resplandecer con un poder antiguo y absoluto. A su lado, una figura con un semblante afilado y rasgos insectoides lo observaba, como si le tomara las medidas a Izuku sin emitir palabra alguna. Ambos permanecían en completo silencio, pero la intensidad de sus miradas bastaba para comunicar la gravedad de la situación.

Izuku sentía cómo una presión inmensa se cernía sobre él. Las sombras parecían intensificarse, como si todas se dirigieran hacia su esencia misma. Fue entonces cuando el hombre en el trono habló, su voz resonante quebrando el silencio con una autoridad indiscutible.

Un nuevo portador ha llegado a nuestras puertas. —Sus palabras eran lentas, y cada una de ellas parecía cargar una tonelada de significado  — Dime, ¿qué te ha traído hasta aquí? ¿Qué crees que puedes lograr en este lugar?

Izuku tragó saliva, sintiendo cómo cada palabra reverberaba en su interior. Sabía que no podía permitirse dudar, no después de haber decidido caminar este camino. Alzando la vista, respondió con voz firme:

Estoy aquí porque quiero obtener el poder necesario para proteger a los demás. No me importa lo que cueste. Quiero ser fuerte... tan fuerte como sea posible —.

Un murmullo recorrió el ambiente oscuro, como si las sombras mismas estuvieran reaccionando a sus palabras. La figura dorada, que hasta ahora había permanecido en silencio, asintió lentamente, evaluando cada palabra de Izuku con un semblante inescrutable.

Ser fuerte... ¿Para qué? —La figura dorada finalmente rompió el silencio, con una voz que parecía atravesar la misma esencia de Izuku— Ser fuerte no es suficiente. Este poder no es simplemente un arma. Es un legado, un camino de sacrificio y dolor. ¿Realmente estás preparado para cargar con ese peso? —.

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