Capitulo 16: El Examen

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Izuku se bajó del avión, inhalando el aire familiar del aeropuerto de Narita. Habían pasado cinco largos años desde la última vez que estuvo en Japón, y aunque la emoción de volver a su país natal era palpable, su mente estaba concentrada en lo que venía. Al lado de él, Tanaka-San, su nuevo asistente personal, lo observaba con una sonrisa apenas perceptible.

El traslado a Dagobah Beach fue rápido. Al llegar, Izuku se quedó de pie, observando la playa que había sido transformada. La basura y el descuido de antaño se habían reemplazado por un entorno limpio y ordenado. Frente a la orilla, se alzaba una moderna casa construida especialmente para él, un lugar donde podría concentrarse en su entrenamiento sin interrupciones. La arquitectura era minimalista, pero los detalles y las comodidades estaban diseñados para adaptarse a sus necesidades de entrenamiento, y Tanaka-San se aseguró de que todo estuviera listo para recibirlo.

Al entrar, Izuku recorrió el lugar en silencio, apreciando cada espacio. Había una gran sala de entrenamiento equipada con tecnología de última generación, un laboratorio pequeño para investigar y estudiar, y un área de descanso con vistas directas al mar. Al observar todo lo que Aguilar y los demás habían preparado, sintió una mezcla de gratitud y responsabilidad.

La rutina de los primeros días fue rigurosa. Tanaka-San, que no solo era su asistente, sino también un excelente estratega, le ayudaba a diseñar un plan de entrenamiento específico para el examen de ingreso a la U.A. Por las mañanas, Izuku corría por la playa, seguido de ejercicios de resistencia y fuerza. Después, entrenaba con las sombras, afianzando el control sobre sus invocaciones y practicando movimientos de combate con su fiel caballero Igris. Tanaka-San lo acompañaba en cada sesión, ofreciendo observaciones y corrigiendo detalles.

Durante las tardes, el entrenamiento se volvía más específico. Izuku se sentaba con Tanaka-San para estudiar perfiles de héroes y aspirantes que podrían ser sus compañeros o rivales. Era un recordatorio constante de que la U.A. no sería fácil; debía estar preparado para enfrentar lo mejor de lo mejor.

El primer día que terminó su rutina, Izuku caminó hasta la orilla del mar y se dejó caer en la arena. Miró el horizonte mientras el sol comenzaba a ponerse. Este era un momento que había imaginado muchas veces, pero la realidad superaba sus expectativas. En Japón, en este lugar que Aguilar había preparado para él, se sentía más decidido que nunca a cumplir con su misión.

Tanaka-San se acercó y, de pie a su lado, habló — Midoriya-San, mañana comenzamos con una nueva fase de entrenamiento. He preparado una serie de ejercicios para ayudarte a integrar todo lo que has aprendido —.

Izuku asintió, pero no apartó la vista del horizonte. Aunque se había transformado, y sus habilidades habían crecido, el peso de la responsabilidad que sentía por quienes lo habían apoyado era profundo. La playa era tranquila, pero en su interior, sentía una tormenta de emociones, una mezcla de nostalgia, determinación y una pizca de temor por lo que vendría.

Al día siguiente, su entrenamiento comenzó de nuevo, esta vez con un enfoque en técnicas de rescate y tácticas de combate en situaciones de alto riesgo. Tanaka-San lo retaba a pensar rápidamente, a adaptarse a entornos cambiantes, y a planificar como un estratega en medio de una batalla.

Izuku pasó los días previos al examen finalizando los últimos aspectos de su preparación. Entrenó con una intensidad que sorprendió incluso a Tanaka-San, quien no dejó de ajustarle el plan para maximizar sus habilidades. La determinación de Izuku era evidente: su objetivo no solo era ingresar a la U.A., sino destacar desde el primer momento.

Finalmente, llegó el día del examen. Izuku se dirigió a la U.A. y, aunque el edificio le era familiar por los años de anhelo, verlo en persona tenía un impacto completamente distinto. Caminó con confianza, respirando profundo y recordando todas las enseñanzas que Aguilar y sus compañeros le habían dado. A su alrededor, aspirantes de todas partes se agrupaban, con miradas que reflejaban sus propios sueños y miedos.

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