Capitulo 14: Volver a la Tierra

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Aguilar observó las paredes blancas y estériles del cuarto, un ambiente cargado de silencio y de la tenue luz que se filtraba por las persianas. Sentado en la camilla, intentó convocar su poder de sombras como había hecho incontables veces en el pasado, solo para sentir un vacío profundo donde alguna vez había habido una conexión vibrante. Cerró los ojos, concentrándose, pero no encontró nada. Su respiración se hizo lenta y pesada al aceptar finalmente lo que había sospechado desde el ritual: el poder ya no le pertenecía. Izuku era ahora su portador.

Francisco, su amigo y confidente, lo observaba desde el rincón de la habitación, con una mezcla de compasión y pragmatismo. Se acercó, cruzando los brazos, y dijo en un tono mesurado:

En efecto, empezó a progresar agresivamente ahora que no tienes ese poder  — Su voz era suave pero firme, como quien sabe que no hay forma sencilla de decir lo que estaba a punto de decir. Aguilar asintió, mirando hacia el suelo. Sabía a qué se refería Francisco, aunque no lo había querido aceptar.

Tras una pausa, Aguilar levantó la mirada, buscando respuestas en el rostro de su amigo —¿Cuánto tiempo? —.

Francisco tomó un respiro antes de responder —A lo mucho, dos años —. 

La respuesta quedó suspendida en el aire, cargada de una pesadez que parecía inundar la habitación. Aguilar, aunque estaba acostumbrado a enfrentar peligros y retos, sintió una mezcla de emociones difíciles de procesar. El silencio entre ambos se hizo largo, casi opresivo, mientras Aguilar trataba de asimilarlo. Sabía que su tiempo era limitado, pero escuchar esa cifra le dio un sentido de urgencia distinto al que había sentido antes.

Francisco, percibiendo la carga que su amigo llevaba, se acercó y le puso una mano en el hombro — No es el fin, viejo amigo. Aún tienes tiempo, y más que nunca tienes un propósito claro. Izuku tiene ahora tu legado, pero eso no significa que ya no tengas un papel que cumplir —.

Aguilar esbozó una sonrisa apenas perceptible y asintió — Tienes razón. Si esto es lo que me queda, me aseguraré de aprovecharlo al máximo. No dejaré que el tiempo se me escape sin dejar todo listo para lo que viene —.

Ambos hombres se quedaron en silencio, entendiendo que aunque la situación era incierta, no era insuperable. Aguilar sabía que aún tenía una misión, y que las sombras podían haber cambiado de portador, pero no su voluntad ni su determinación.

Después de su conversación con Francisco, Aguilar se puso manos a la obra. Sabía que, aunque todavía tenía tiempo, debía comenzar a tomar acciones para preparar el camino de Izuku y asegurarse de que todo estuviera en orden cuando él ya no estuviera. Si bien ya le había entregado el poder de las sombras, quedaba mucho por hacer para consolidar su legado y proporcionar a Izuku un futuro sólido y sustentable.

Su primera acción fue poner en marcha la transferencia de la dirección de todo Monarch Inc. Comenzó a trabajar con sus asesores para reestructurar la compañía, formalizando a Izuku como su heredero y asegurándose de que todo se pudiera llevar a cabo de manera fluida y efectiva. Estableció reuniones con sus abogados y financieros para garantizar que Izuku contara con todo el respaldo necesario para tomar el liderazgo. Aunque Izuku aún no sabía de sus planes, Aguilar se aseguraría de que tuviera un sólido equipo de apoyo cuando llegara el momento.

Al mismo tiempo, Aguilar pensaba en el entrenamiento de Izuku y en la importancia de ofrecerle un lugar donde pudiera desarrollarse y fortalecer su cuerpo y mente. Así, puso sus ojos en Japón, específicamente en un lugar que, aunque poco convencional, tenía un potencial único: Dagoba Beach. Sabía que aquella playa, abandonada y llena de basura, sería el lugar perfecto para construir una base de entrenamiento. Podía ver el potencial en convertir ese espacio en un santuario donde Izuku pudiera no solo entrenar sus poderes, sino también hallar un refugio para prepararse como líder.

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