ℭ𝔞𝔭 7. 𝔠𝔬𝔫𝔣𝔢𝔰𝔦𝔬́𝔫 𝔢𝔫 𝔩𝔞 𝔫𝔬𝔠𝔥𝔢 ゞ 🍃

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El trío de amigos regresa a casa con la cantidad de leña adecuada.

─Buen trabajo, chicos. Vamos a prender la estufa y a merendar...─ Liesel se da cuenta de que Deuter parece carecer de ánimo en su rostro─¿Pasó algo, Deuter?

─Yo...─ carraspea─me encontré con el maestro en el bosque.

─¡¿CÓMO?!

─Pero nosotras le dimos su merecido─ dice Ichika con orgullo─. Le arrojamos rocas y huyó como un cobarde.

─Yo hubiera hecho eso también, ¡por haberme robado la bicicleta y por habérmela dejado hecha pedazos!

─Ya, tía, ya pasó─ Erika le acaricia la espalda a su tía.

─Por cierto, ¿cómo se ve ese tipo?

─No es tan alto, pero como yo soy muy chiquita parece un gigante─ responde Ichika, y luego añade información más crucial─: Tiene el cabello blanco, del largo de Müller, ojos azules, arrugado, viejo y feo.

─Eso último lo suponía desde hace tiempo─ ríe la cuarentona─. ¿Pero qué hizo?

─Me empezó a gritar, se dio cuenta de que yo estuve con ustedes e intentó llevarme con él de nuevo a las montañas, hasta que las chicas me encontraron, porque nos habíamos separado para buscar la leña más rápido.

─Entiendo. Ese viejo tiene que irse. Tenemos que buscar pruebas de que ha sido él el responsable de todos los problemas que ha habido en el pueblo.

Müller sigue manteniendo ese semblante serio.

─Ya, tesoro, no te preocupes. No va a pasar nada malo. Ese tipo no va a hacerte nada malo.

─Lo sé, pero me preocupa que les haga algo a cualquiera de ustedes...

─Eso no va a pasar, le tiraremos más rocas si es necesa... ¡Aaaaaah, hablando de rocas, acabo de recordar algo!─ exclama la germana─¡Nunca más pintamos las rocas que nos guardamos ayer!

─Es verdad... ¿Tienes pinturas, Liesel?─ le pregunta la nipona.

─No. Yo no suelo pintar.

─A.

─Ni modo, habrá que ir a comprar.

─Hubiésemos aprovechado hoy que fuimos al centro comercial, ahí hay una papelería─ les comenta Liesel─. Ni modo. ¿Van a ir ahora?

─... Nah─ las dos hacen un ademán con la mano─. Ya es tarde, además está comenzando a hacer frío. Vamos mañana temprano.

─Ah, bien. De paso me hacen las compras, jeje.

─Ahora solo quiero prender la estufa y merendar algo rico─ Ichika se masajea la panza.

─Sí, vamos a relajarnos los cuatro. Deuter está preocupado, así que vamos a hacer que se sienta cómodo y tranquilo.

El alemán sonríe con calidez, reflejando el alivio que le da tener a esas chicas en su vida.

─Gracias... No puedo decir más que eso.

─No tienes que decir nada, cariño. Te lo mereces.

Sí, claro que se lo merece. Lo han visto como al monstruo de Renania solo por ser alto, serio y por tener una voz intimidante, pero fue juzgado incorrecta e injustamente, porque el verdadero monstruo es Günter, no solo por atemorizar a los habitantes del pueblo, sino también por quitarle la paz y la libertad a Müller.


Liesel acaba de prender la estufa. Erika, Ichika y Deuter están sentados en el sillón frente al fuego, tapados con una mantita fina, y mirando el televisor.

𝗘𝗟 𝗠𝗢𝗡𝗦𝗧𝗥𝗨𝗢 𝗗𝗘 𝗥𝗘𝗡𝗔𝗡𝗜𝗔 ཻུ۪۪ capitán tsubasa ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora