El proyecto final

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Todos esperaban congelados la reacción del castaño quien simplemente levantó el cuaderno observando la página, los colores y su nombre escrito adornado con corazones y frases de amor, su rostro se mantenía tan inexpresivo como de costumbre, impávido a lo que podría ser el momento más bochornoso para su compañero quien solo lo observaba desde abajo esperando cualquier reacción de su parte

-Kaiba... lo lamento yo...- Confesó con la mirada cristalizandose, Yugi hacía su mejor esfuerzo por encontrar algo que decir, aunque sin mucho éxito, enseguida sintió un escalofrío recorriendo su espalda al encontrarse con la mirada fría y fulminante del ojiazul posada fijamente sobre la suya. Los segundos parecían ser eternos pero el castaño no decía una palabra. Seguramente estaba furioso, seguramente lo odiaba, el menor se sentía por primera vez realmente estúpido, por años estuvo guardando aquel sentimiento que terminó por descubrir de la peor manera posible.

Al no recibir respuesta, agachó la mirada ocultándola detrás de sus mechones rubios a la vez que, alzaba ambas manos para recuperar su cuaderno, el ojiazul no puso ninguna resistencia, finalmente lo había recuperado, abrazándolo a su pecho con fuerza salió corriendo hacia el pasillo al sentir que las lágrimas amenazaban con escapar de sus ojos, no podía permitir que Kaiba lo viera así, había sido rechazado pero ¿Qué esperaba? Se preguntó a sí mismo.

Detrás de él, el ojiazul lo había seguido con la mirada hasta desaparecer de su vista, tan insufrible e inmutable. Las risas de todos en el aula no se hicieron esperar, incluyendo la del mismo Kaiba con una sonrisa cínica y burlona, -Eres un idiota Jonouchi- afirmó con sarcasmo dirigiéndose al rubio al pasar por su lado.

Jonouchi lo retó apretando los puños dispuesto a lanzarse sobre el ojiazul, Kaiba simplemente lo ignoró sentándose en su asiento, mantenía su sonrisa burlona, mientras que, Honda y otro estudiante contenían al rubio sacándolo del salón entre una vuya de insultos y provocaciones que seguía ladrando.

Las clases continuaron como de costumbre, pero no había rastro de Yugi Mutou, corrió tan aprisa como sus cortas piernas le permitían hasta desaparecer, ocultándose detrás de los edificios de la antigua facultad. Finalmente cuando se sintió por un momento a salvo dejó caer la espalda sobre un árbol cercano y abrazó sus rodillas con los brazos, esperando a que la tarde cayera para volver por sus cosas una vez que todos se habían ido, incluyendo, desde luego a Kaiba.

Al día siguiente, Yugi solo deseaba desaparecer, que se lo tragara la tierra o poder adelantar el tiempo, era una tortura cada paso que daba camino a la escuela, solo faltaban algunas semanas para graduarse y olvidar, de una vez por todas lo que había ocurrido. Dio un largo suspiro antes de abrir la puerta del aula, resignado a recibir las burlas de sus compañeros, eso no le importaba tanto pero si le importaba lo que pensara de él el ojiazul, había pasado una terrible noche imaginando tantos escenarios posibles sobre lo que iba a suceder pero al final... no ocurrió nada.

Al ojiazul no parecía importarle lo más mínimo lo acontecido, eso en parte lo hacía sentir aliviado, pero a la vez, su indiferencia dolía como una daga clavándose en su pecho, confirmando lo que desde hace tiempo venía pensando...

Era invisible a los ojos de Seto Kaiba.

-Olvídalo Anzu, seguro cree que fue una broma y es mejor así-

Suspiró tratando de cambiar el tema como cada vez que Anzu intentaba animarlo a confesarle sus sentimientos al castaño.

Todo había vuelto a la normalidad salvo que no había visto a Kaiba desde hace varios días, era normal que Kaiba se ausentara de vez en cuando pues, aún a su corta edad ya había heredado una de las compañías más importantes en la industria de la tecnología y la escuela le concedía ciertos "privilegios" a fin de que continuara con sus estudios, esto no le impedía ser un estudiante ejemplar.

Los días transcurrían sin novedad hasta que, una mañana al llegar a la escuela, una multitud de estudiantes llamó su atención, se amontonaban frente a una pizarra donde recién se habían publicado los equipos para presentar el proyecto final del año. Yugi no entendía qué les parecía tan divertido a sus compañeros ni el cuchicheo a medida que se acercaba esforzándose por alcanzar a ver quién sería su compañero, finalmente encontró su nombre en la tabla, Yugi Mutou junto al nombre del chico que había escrito en aquella libreta... Seto Kaiba.

El final del veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora