Daniela llevaba ya un buen rato despierta, observaba a Lara dormir tranquilamente, apoyada sobre su propio brazo para tener mejor perspectiva. Habían dormido abrazadas y había sido de las pocas noches en las que la pelirroja no se había despertado asustada.
A diferencia de lo que la mayor pensaba, Daniela sí escuchaba muchas noches la respiración agitada y desacompasada de la pelirroja. Notaba como se removía en la cama y se abrazaba a sí misma sollozando.
Las primeras noches que eso pasaba, Daniela se despertaba sobresaltada y se acercaba a Lara con cuidado intentando calmarla. Pero este acercamiento conseguía justamente lo contrario, así que dejó de hacerlo, comprobando que Lara conseguía relajarse mejor sola que con ella. Así que muchas noches en las que la pelirroja se despertaba, Daniela lo hacía también, pero fingía estar dormida para darle su espacio. Algunas noches no, ni siquiera la escuchaba levantarse.
Si hay algo peor que ver a alguien que quieres sufrir, es ser consciente de que no puedes hacer nada para evitarlo, o aún peor, que tú presencia lo empeore.
Daniela lloraba en silencio muchas noches escuchando a Lara también llorar, pero nunca le dijo nada. Lara supuso que la morena ya se había acostumbrado a ello y ya los mínimos ruidos que podía hacer, no la despertaban.
Pero hoy la pelirroja no se había despertado. Es más, eran las diez de la mañana y seguía durmiendo plácidamente. Daniela la observaba con cautela y con cariño. La luz que entraba por la cristalera iluminaba su silueta y hacía brillar su pelo rojizo. La morena sonrió con ternura. Se giró para ver la hora y sin querer golpeó con su brazo la lamparita que reposaba sobre la mesita de noche. Esta cayó al suelo haciendo un fuerte ruido, pero sin romperse, por suerte. Lara se removió en la cama y entreabrió los ojos. Se encontró con la morena que, girada hacia la lámpara, intentaba recogerla del suelo, maldiciendo en voz baja. La pelirroja sonrió y alargó un brazo para acariciar el torso de la menor. Daniela se giró despacio para observar a la pelirroja, que la miraba con una sonrisa en los labios y aún la cara de dormida.
-Lo siento-se disculpó por el ruido.-No quería despertarte.
-¿Qué hora es?-preguntó Lara restándole importancia a lo anterior.
Daniela volvió a girarse para ver, ahora sí, hacia el reloj digital y ver la hora-Las diez-dijo en un susurro.-Duerme un rato más-
-No, amor. Nos acostamos muy temprano.-abrió definitivamente los ojos.-Ya no tengo más sueño, de verdad.-
Daniela asintió aun sin estar convencida del todo.
-Además, tengo una comida con mis padres al mediodía y tengo que pasarme antes por el trabajo.-volvió a argumentar Lara.
-¿Y eso?-la pelirroja sonrió, Daniela usaba siempre las mismas muletillas al hablar, le parecía de lo más tierno.-Tampoco me habías dicho nada de lo de tus padres.-
-Si te lo dije, ayer.-rebatió la pelirroja-Y tengo que pasar por el curro a por unos documentos de un nuevo reportaje.
Daniela asintió, sabiendo a ciencia cierta que lo que había dicho la mayor sobre sus padres no era cierto. Si algo le encanta hacer a Daniela es escuchar a Lara; y en ningún momento de la comida había nombrado nada sobre visitar a sus padres. Decidió pasarlo por alto y sonreír. Ascendió su mirada hacia los ojos azules de la pelirroja y se quedó un rato absorta en ellos. Lara hizo lo mismo con el verde de Daniela.
La mirada de la morena fue bajando lentamente hacia los labios de Lara, sin que esta se percatara, y los observó con cautela. Acercó su mano a la mejilla de la mayor y acarició con cuidado su rostro apoyando su dedo pulgar sobre sus labios. Lara seguía mirando sus ojos; pero cerró los suyos propios al notar el tacto sobre su boca. Se estremeció ligeramente, pero Daniela no lo notó, o quizás no lo quiso notar.
La morena se acercó lentamente hasta que Lara advirtió la respiración suave de la menor sobre ella. Su corazón comenzó a latir cada vez más rápido. Daniela dejó un suave pico sobre sus labios y se separó escasos centímetros para mirarla a los ojos. La pelirroja seguía con los ojos cerrados. Daniela volvió a acercarse, esta vez dejando un beso más prolongado pero cuidadoso. Volvió a separarse para observar el rostro de la otra. Lara mantenía los ojos cerrados y el ceño casi imperceptiblemente fruncido, pero sus labios estaban ligeramente más abiertos que antes. La menor se tomó esto como una invitación a volver a besarla.
Esta vez lo hizo con más ganas, succionando con cuidado el labio inferior de la pelirroja y alargando el encuentro entre sus bocas. Volvió a separarse. Al observar a Lara, esta vez sí tenía los ojos abiertos. No supo descifrar su mirada, así que volvió a acercarse. Esta vez fue la pelirroja quien inició en beso. Daniela se sintió invitada y lo profundizó aún más, introduciendo su lengua en ella y haciendo que ambas se acariciaran en el interior de sus bocas. Las manos de la morena viajaron a los hombros de la mayor, mientras que los de esta última aún se mantenían inmóviles sobre el colchón.
Lara se incorporó y se sentó sobre la cama, Daniela hizo lo mismo y se volvió a acercar para besarla, esta vez tomando ambos lados de su cara en sus manos. Dio ligeras caricias con ellas sobre los costados de su rostro y bajó cautelosamente por su cuello, hasta sus hombros. Lara permanecía con los ojos cerrados y soltando leves suspiros cuando la boca de la morena no estaba sobre la suya para acallarlos.
Dejaron de besarse por unos segundos en los que se vieron a la cara. Daniela la miraba con amor y notaba un leve brillo en los ojos de la pelirroja. Siguió descendiendo las caricias por sus brazos y su torso, hasta llegar a su abdomen. Se volvió a acercar para besarla, pero Lara cerró los ojos con fuerza. Daniela se retractó y, en su lugar, dejó un pequeño beso en su mejilla. Descendió con otro por su cuello y dejó uno más en él. Sus manos se dirigieron a la espalda de Lara. Primero sobre la camisa que aún llevaba puesta y luego bajo ella, adentrándose en la desnudez de la pelirroja. Los besos que iba dejando sobre su cuello bajaron un poco más hasta su clavícula y comenzaron a hacerse cada vez más húmedos. Lara se tensó aún más y cerró los ojos con más fuerza si era posible. Pero una de sus manos acarició con cuidado y temblorosa el costado de Daniela. La morena sonrió sobre su piel y continuó dejando besos, esta vez subiendo hasta su hombro y, una vez satisfecha, cambiando de lado. Lara subió la cabeza dejándole espacio y la morena volvió a sonreír. Sus manos dejaron de acariciar la espalda alta y bajaron un poco más, haciendo movimientos más amplios sobre su piel. Lara apretó sus labios con fuerza y frunció el ceño. Su cuerpo le pedía más, pero había algo en ella que no le dejaba. Fue cuando Daniela hizo el amago de levantar el extremo de su camisa que no pudo aguantar más y la apartó con brusquedad.
La morena la miró sorprendida. Lara abrió los ojos y Daniela pudo ver un par de lágrimas retenidas en ellos. Suspiró pesadamente y se alejó de Lara despacio.
-Voy a llegar tarde.-dijo Lara sin apartar la vista de la menor. Daniela asintió y se volvió a meter entre las sábanas.
Lara se levantó de la cama, se dirigió al armario y cogió algo de ropa. Abrió la puerta del baño y se adentró en él, cerrando tras de sí. Se duchó pasando varias veces el jabón por su cuerpo. No sabía por qué, pero se sentía especialmente sucia. Lavó de igual manera su cabello y se enjuagó con rapidez. Se vistió rehuyendo más que nunca el reflejo del espejo y salió del baño. Se acercó a la cama, donde parecía que Daniela había vuelto a dormirse y dejó un delicado beso sobre su cabeza.-Buenos días-dijo antes de salir apresuradamente por la puerta de la habitación y segundos después por la puerta del apartamento, no sin antes haber cogido el móvil del sofá, ya había aprendido la lección.
ESTÁS LEYENDO
Ojalá un nosotras, pero prefiero un yo
Romance¿Qué haces cuando lo que piensas que nunca te pasará a ti, te pasa? Lara lleva meses intentando responder a esta pregunta. Los sucesos pasan rápido por su cabeza y han empantanado toda su vida, incluída su relación. ¿Qué haces cuando tu relación, a...