Daniela escuchó el chirrido de la puerta y abrió los ojos, no estaba dormida. Se quitó las sábanas de encima y salió de la cama. Caminó hacia el baño, desnudándose por el camino y adentrándose en la ducha ya completamente desnuda. Abrió esta vez el agua caliente y dejó que el calor se adentrara en sus poros.
Cogió el bote de gel y se echó un poco en la mano, comenzó a frotar sus brazos, sus hombros, su cuello y su torso. Bajó de igual manera hacia su abdomen y lo acarició con cuidado, subió despacio, tanteando su propia piel. Acarició esta vez sus pechos con ambas manos, ejerciendo un poco más de presión. Repitió la acción varias veces más. Apretó uno de los pezones entre sus dedos y soltó un suspiro ante la acción. Hizo lo mismo con el otro. Bajó esta vez sus manos de vuelta al abdomen e hizo círculos en él, bajando cada vez más. Se desvió acariciando sus propios muslos y acercándose delicadamente a su ingle. Para este momento ya no tenía nada de jabón en sus manos, pero el agua seguía corriendo sobre su piel.
Posó una de sus manos sobre su intimidad e hizo algo de presión, suspiró. Volvió a subir la otra mano al pecho y siguió masajeando ahí. Escondió la primera mano entre las piernas y las cerró apretando, buscando el roce. Jadeó. Comenzó a moverla entre sus pliegues, adentrándose cada vez más en ellos, rozando cada vez más directamente su centro. Gimió despacio. Paró rápidamente las caricias sobre su pecho para, con esa mano, cerrar la ducha. La constante agua cayendo sobre su cuerpo no dejaba que a lubricación natural permaneciera demasiado tiempo en ella. Su otra mano siguió con su labor, ahora se empapaba cada vez más de sus propios fluidos, esto la excitaba.
Su mano volvió al pecho y con la otra se penetró despacio. Primero con un dedo, y después de un par de estocadas, añadió un segundo. Se encorvó sobre sí misma sintiendo cerca el orgasmo. Mientras que el dedo índice y corazón entraban en ella, con el pulgar hacía pequeños círculos sobre su centro. Cuando se sintió aún más cerca, abrió un poco más sus piernas, dejando más paso a los dedos y volvió a cesar las caricias en el pecho, usando esa mano para apoyarse contra la pared de la ducha. No aceleró sus movimientos, pero sí los intensificó. Gemía desacompasadamente, alternando esto con suspiros que se le escapaban. Se dobló más sobre sí misma y pronunció unos últimos gemidos, más agudos que los anteriores, corriéndose.
Sacó con cuidado sus dedos de ella, sintiéndose aún sensible. Dejó de apoyarse en la pared. Se quedó unos segundos quieta recuperándose y repasando lo que acababa de suceder.
Abrió nuevamente la ducha y comenzó a llorar bajo el agua. Comenzó con pequeños sollozos que fueron aumentando de volumen y de intensidad, llorando sin contenerse al recordar que estaba sola en casa. Se desahogó durante unos minutos más, sintiendo caer el agua sobre ella. Volvió a coger el gel y se lo pasó por todo su cuerpo con rabia.
Ya no era la primera vez que se sentía así, sucia, impotente y egoísta. Se sentía fatal por sentirse como se sentía, por lo que provocaban ciertas cosas en su cuerpo, por cómo la persona que lo provocaba rehuía de ello y por cómo no podía reclamarle nada; pues seguramente ella se sentía mucho peor.
En la habitación, a solo una puerta de distancia, estaba Lara sentada en la cama. Había vuelto a entrar en casa para coger una carpeta del trabajo, que antes se le había olvidado. Lloraba desconsoladamente, pero en silencio, ya era costumbre.
Había escuchado los últimos gemidos y sobre todo el llanto de la morena. Sentía un enorme nudo en el pecho y no encontraba aire en la habitación que lograra llenar sus pulmones. El sentimiento de culpabilidad no había dejado su cuerpo nunca durante los últimos meses, desde que apartó a Daniela por primera vez y vio la confusión y el miedo en sus ojos. Miedo, siempre el miedo. Y fue también el miedo lo que la hizo levantarse inmediatamente de la cama, cuando dejó de escuchar el agua de la ducha correr, saliendo apresuradamente de la habitación y, posteriormente, del apartamento. No quería verla, ni que la viese así.
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Ojalá un nosotras, pero prefiero un yo
Romantizm¿Qué haces cuando lo que piensas que nunca te pasará a ti, te pasa? Lara lleva meses intentando responder a esta pregunta. Los sucesos pasan rápido por su cabeza y han empantanado toda su vida, incluída su relación. ¿Qué haces cuando tu relación, a...