-¿Lara Gregor?-el secretario de la clínica preguntó por su nombre mientras tecleaba rápidamente en el ordenador, sentado tras un escritorio.
-Sí, soy yo-la pelirroja, nerviosa, asintió.
-Seis y media, ¿puede ser?-el chico no sacaba su mirada de la pantalla.
-Sí-dijo segura.
-Perfecto. Pues puedes sentarte en esos sofás de ahí. En nada saldrá Claudia a atenderte-despegó por fin los ojos del ordenador para proporcionarle a la chica una sonrisa amable.
-Gracias-Lara ni si quiera podía fingir la sonrisa. Estaba excesivamente nerviosa.
Daniela la había ido a recoger a la parada del autobús. Apenas habían hablado en el trayecto a casa. Se había dado una ducha rápida para despejarse, mientras la morena la esperaba en el salón, y habían vuelto a coger el coche para dirigirse a la clínica. En el camino, las palabras volvieron a brillar por su ausencia. Lara no había tenido ganas de decir nada, y Daniela sabía lo nerviosa que se debía de estar sintiendo, así que tampoco pretendió hablarle en exceso. Solo susurró un "te quiero" cuando la pelirroja bajaba del coche, antes de mirarla, forzar una sonrisa y cerrar la puerta despacio.
Y ahora Lara se encontraba ahí. El edificio por fuera no era excesivamente grande. Pero por dentro parecía mucho más amplio. Las paredes eran completamente blancas, al igual que los altos techos y los muebles que decoraban las estancias. Solo resaltaba el verde de algunas plantas que rellenaban los huecos de las esquinas.
Esperaba la llamada sentada en un sillón negro. El cuero de este la hacía sudar y, lo que en un primer momento había interpretado como comodidad, la estaba haciendo hundirse. Además, hacía pequeños ruidos cada vez que la pelirroja se movía de posición en él, lo cual era muy a menudo.
Llevaba esperando unos diez minutos, con la mirada perdida en el brillante suelo, cuando una voz llamó su atención.-¿Lara Gregor?-una mujer alta, vestida con una blusa floreada se encontraba frente a ella. Tenía el pelo canoso, pero elegantemente estilizado, y la sonrisa más genuina que Lara había visto hoy. Debía rondar los cincuenta años, desprendía una energía tranquila y sosegada.
-Sí, soy yo-la pelirroja se levantó de un salto del incómodo sillón, encontrándose quizás demasiado cerca de la mujer. Se separó torpemente. La mujer amplió aún más su sonrisa amable.
-¿Pasamos a consulta?-preguntó girándose ligeramente, invitando a Lara a entrar en una pequeña sala, también blanca.
Ella no respondió, pero la siguió. Observó cómo se sentaba en un sillón beige, sin apartar su mirada tranquila de ella. La mujer inclinó sutilmente la cabeza y sus ojos, para señalar el sillón que se encontraba enfrente. Lara se sentó en él.
-Hola. Soy Claudia-se presentó la mujer.
-Yo soy Lara-repitió la acción la pelirroja, sintiéndose estúpida al instante. Enrojeció casi de inmediato. Estaba extremadamente nerviosa, todo se movía en exceso en su cabeza y el corazón le latía de forma completamente desacompasada.
Claudia volvió a ampliar su sonrisa, una sonrisa que incitaba a calmarse y que, en cierta manera, ayudó a la pelirroja a hacerlo.-Encantada Lara-pronunció estirando su brazo para estrechar la mano de la otra, sin dificultad, por la proximidad de los asientos y de ellas mismas.
La mayor cogió de una pequeña mesilla que tenía a su derecha una libreta y un bolígrafo. Apretó el clic de este, haciendo que asomase la punta y volvió a dirigir su atención a su paciente.-¿Qué tal estás?-
Lara se revolvió en el sillón, incómoda. Era el mismo tipo de sillón que en el que se había sentado antes. No podía estar tranquila en él. Le molestaba todo, desde el sonido que hacía, hasta lo pegajosa que se sentía la tela.-Bien-respondió después de unos segundos.
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Ojalá un nosotras, pero prefiero un yo
Romance¿Qué haces cuando lo que piensas que nunca te pasará a ti, te pasa? Lara lleva meses intentando responder a esta pregunta. Los sucesos pasan rápido por su cabeza y han empantanado toda su vida, incluída su relación. ¿Qué haces cuando tu relación, a...