Parte 8

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Los latidos acelerados de su corazón le hacían imposible concebir el sueño. Volvió a revoltijearse en la cama tratando de encontrar su lugar pero el ligero dolor de cabeza y la fiebre se lo hacían imposible.

No estaba seguro si esos eran síntomas normales al enlazarse o si era su cuerpo tratando de rechazar la unión.

De cualquier forma no había nada que pudiera hacer ahora, el daño estaba hecho, ya no volvería a recuperar la confianza de Mingyu. Sabía que se había aprovechado de la vulnerabilidad de su estado, sin embargo, no podía encontrar ni un dejo de remordimiento en su consciencia a pesar de las posibles consecuencias.

Cayó preso del sueño mientras se intentaba convencer a sí mismo de que su intento de forzar el lazo era el resultado de su compromiso con el caso y no el producto de sus deseos egoistas.

...

La escencia inconfundible de Jeonghan lo hizo reaccionar.

Estaba frente a él vistiendo el mismo camisón que había ido a buscar días atrás. Su cabello castaño echado a un lado dejaba al descubierto la sedosa piel de su escote, el tirante que se deslizó por su hombro lo hacía verse aún más seductor.

Jeonghan se movió sobre su regazo restregando su entrada contra su creciente erección. Su cuerpo ardió ante la visión. Quería tocarlo, hundir sus manos en su cabello, acercarlo a él y probar sus labios. Eliminar todas las barreras que había entre ambos hasta poder tomarlo, hacerlo suyo y no soltarlo jamás.

Pero en su lugar, sus manos viajaron hacia sus piernas, acariciando la piel nívea, marcando círculos con sus uñas acercándose a su centro mientras exponía aún más su cuerpo.

La luz de la luna lo hizo brillar en la oscuridad.

Jeonghan paró levantándose sobre sus rodillas, una de sus delicadas manos se posó sobre su pecho buscando estabilidad, a la vez que la otra se perdía entre sus muslos.

Sintió su toque en su falo provocando un ruido ronco que sonó extraño hasta en sus propios oídos. Y estallo el placer de estar dentro de él.

Su embriagante aroma, la calidez de su cuerpo, sus dulces gemidos junto a su oreja. Todo era demasiado, y no lo suficiente a la vez.

"Gyu..." soltó Jeonghan en un suspiro.

Wonwoo lo observó descolocado tratando de comprender lo que pasaba.

Sintió una punzada sobre su clavícula y todo se volvió más confuso. Fue incapaz de enfocar su mirada, todo se volvió  Jeonghan, la suavidad de su piel, su escencia y su calor lo mantenían en un estado de éxtasis, si llegar realmente a su liberación.

Abrió los ojos observando confundido el techo de su habitación, su cuerpo bañado en sudor mientras que su miembro palpitaba atrapado en sus pantalones. Hurgó entre las sábanas tomando su erección entre sus manos frotando con firmeza, aumentando su velocidad conforme evocaba el recuerdo de su visión.

"Jeong... han" soltó en un jadeo entrecortado derramando su orgasmo entre sus dedos.

...

Mingyu observó su reflejo en el espejo empañado, la marca rojiza e inflamada era el vestigio de lo que pasó. Por más increíble que le parecía la evidencia brillaba en carne viva en la base de su cuello. Era más grande y más tosca que la de Jeonghan, demostrando la desesperación con la que había sido hecha.

Seguía sin comprender sus motivos. No le encontraba sentido alguno a su lógica, ¿Cómo morderlo lo haría acercarse a Jeonghan?

Decir que se sentía traicionado era poco. Se había aprovechado de él y utilizando a Jeonghan como excusa y justificación de sus actos.

Caso 1004Donde viven las historias. Descúbrelo ahora