Parte 9

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Sabía con anticipación que algo así sucedería. Afortunadamente, tenía a su disposición su escondite de confianza. A las afueras de Gimpo, encontró un almacén semiabandonado en donde acondicionó una de las oficinas como su residencia provisional. Por la naturaleza de su trabajo, no era la primera vez que tenía que ocultarse.

Subió las escaleras de metal mientras buscaba en el antiguo llavero la llave de la oficina, antes de abrir se giró a vigilar los alrededores, unos cuantos coches recorrían las calles aledañas pero ninguno tenía como destino algún lugar cercano, sólo tenía como vecinos la parte trasera de una fábrica y un taller mecánico que era utilizado como deshuesadero, o alguna otra actividad ilícita que pasaba desapercibida.

Entró al lugar y activó la energía eléctrica. Guardó sus alimentos en la nevera y encendió el televisor. Observó el lugar, debatiéndose entre limpiar o buscar otra actividad para pasar el tiempo. No podía usar Internet para evitar ser rastreado, y había cambiado su teléfono por uno indetectable, por lo que le era imposible saber más sobre el caso.

Decidió desempolvar un libro y leyó la misma página una y otra vez, tratando de distraerse, dándose por vencido después de un rato.

Yacía tendido en la pequeña cama, pasando canales en el televisor sin realmente captar lo que mostraban, hasta que encontró un partido de volleyball. Pensó en contactar a Seungkwan, pero apenas había pasado una hora desde su última llamada, en la que le aseguraba que todo seguía igual. Aún no habían presentado la demanda y no había podido entregarle a Mingyu un teléfono antirrastreo porque seguía sin presentarse en la oficina y se negaba a recibir a Dino.

Comenzaba a distraerse un poco con el partido cuando una opresión en el pecho lo hizo ponerse de pie. El aire le faltaba y su corazón latía como si quisiera salir de su pecho.

Jeonghan. Fue lo primero que pensó.

Marcó de memoria el número de Mingyu, tenía que saber si él también lo sentía, si Jeonghan estaba bien.

Después de ocho llamadas perdidas dejó de intentarlo, tomó las llaves de su coche dispuesto a ir a buscarlo, pero una llamada de Seungkwan lo detuvo.

"¿Qué ocurre?" Preguntó inmediatamente.

"Creí que debías saber que la familia Kim organizó esta noche una cena para festejar el compromiso de Mingyu, Twitter está lleno de fotos y videos del evento, hasta la cuenta de Instagram de Mingyu está compartiendo historias al respecto... no estoy seguro de si sea relevante para el caso pero... sólo queria mantenerte al tanto"

"¿En dónde es la cena?"

"No hagas nada estúpido. Dino intentará contactarse con Mingyu, aunque parece que su seguridad ha aumentado los últimos dias"

Wonwoo recordó cómo pidió verlo en la terraza de una de sus torres de oficina hacia dos días, entrando a escondidas por la puerta de servicio, nada acuerdo con su puesto e importancia dentro de la empresa.

Wonwoo subestimó el poder que los Kim tenían sobre su heredero.

"Perdón si esta noticia te ha robado la tranquilidad, sólo sentí que debías saberlo..."

"Gracias" Wonwoo sabía a lo que se refería su asistente, pero estaba equivocado, él no sentía nada por Mingyu. Si quería seguir en contacto era por el bien de Jeonghan.

Colgó el teléfono aún más determinado a encontrar a Jeonghan. No podía seguir esperando a que algo sucediera, ni depender de Mingyu para continuar con el caso.

Como todas las noches realizó su ejercicio de meditación, con la práctica se había vuelto más fácil concentrarse y discernir entre las dos energías, los dos tipos de sangre que junto a la suya corrían por sus venas. La Mingyu era la más potente, pero no la única, hacia dos noches que comenzó a dar forma a otra pequeña energía, la melancolía y tristeza que emanaba solía confundirse con la de Mingyu, pero el arranque de furia del alfa le había dejado diferenciarlas.

Caso 1004Donde viven las historias. Descúbrelo ahora