Capitulo Cinco.

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Enemiga resentida.


Me levanté primero, algo que no había hecho en cinco años de casado. Mi mente estaba llena de dudas sobre lo que dijo Rogers. ¿Era posible que me estuviera engañando? No lo soportaría.

—Cariño, ¿qué haces despierto tan temprano? —preguntó Adeline, sacándome de mis pensamientos.

—Hola, hermosa. ¿Quieres café?
—respondí con tono tierno.

Adeline se sentó a mi lado.

—Okey, hoy será un día muy pesado. ¿Adivina quién vendrá hoy? —pregunté vagamente.

—Por tu expresión, es alguien que no te agrada —dijo Russell, sabiendo perfectamente.

—Exactamente. No solo no me agrada, la detesto —dije.

—¿Samantha vendrá? —preguntó Russell, sorprendido.

—Sí. Fue mi madre quien la eligió como patrocinadora —confesé, disgustada.

Russell se molestó.

—Adeline, ya hablamos sobre esto. No debes dejar que tu madre se meta en tus negocios —dijo.

—Lo sé, lo siento. No sé cómo enfrentarla —dije, vulnerable.

Russell tomó mis manos.

—Necesito saber si estás lista para volver a ver a Samantha —dijo, viéndome a los ojos.

—Es un negocio importante, pero pensar en ella me hace sentir mal. Me siento molesta, insignificante —dije, mi inseguridad resurgiendo.

—Adeline, no te compares con ella. Tú eres única. Hermosa, inteligente, honesta, divertida y sensual —dijo, besándome tiernamente.

Me sonroje.

—Tienes razón. Samantha es insignificante sin el dinero de su padre.

Russell asintió.

—No permitas que te intimide. Demuestra que eres mejor. Ponte tu mejor vestido y maquíllate, aunque no necesitas nada para lucir hermosa.

Me reí.

—Primero haré el desayuno.

Russell se negó.

—No, yo lo haré.

—¿Tú sabes cocinar? —pregunté, sorprendida.

—Sí, no siempre tuve chefs personales —dijo con confianza—. Ve, preciosa, yo me encargo.

—Está bien, solo no quemes la casa, por favor —le advertí divertida.

Russell se rió.

—Ja, ja, que graciosa. Ve o no habrá desayuno para ti —dijo con sarcasmo, amenazándome con la espátula.

Subí a mi habitación, buscando el vestido perfecto. Y entonces lo encontré: un hermoso vestido que Russell me trajo de París en nuestra primera Navidad juntos.

𝐄𝐥 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐚𝐫𝐢𝐨. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora